Dos semanas después me encontraba sumida de lleno en mi trabajo, era miércoles y el fin de semana Michael llegaba de un viaje que realizó a México por parte de la universidad, así que no lo había visto desde hace días, lo que me sirvió para concentrarme en mi trabajo y desgraciadamente, pensar en cosas o mejor dicho, personas que no quería.La desesperación y la angustia eran algo que no me abandona, más hoy, hoy que iría con la ginecóloga a hablar sobre mi anticonceptivo y el retraso en mi período que no dejaba de torturarme día con día.
Hannah me acompañaría, no tardaba en llegar, había estado cerca de mí todo este tiempo comportándose como la mejor de las amigas al igual que Emmet, quien deprimido por el rompimiento con Judith, no se separaba de mí.Ambos eran un gran apoyo, les agradecía cada día por no dejarme sola.
—Te adelantaste —le sonreí a Hannah que apenas y se dirigía al ascensor de donde yo acababa de salir.
—Estoy un poco ansiosa. —Murmuré dándole un abrazo que ella me devolvió con fuerza.
—Vámonos entonces —me tomó del brazo y juntas salimos de la empresa.
José esperaba por nosotras sonriente, abrió la puerta del auto y luego de subir él también lo hizo poniéndose en marcha segundos después, incorporándose al tráfico de la tarde mientras yo no dejaba de mover los dedos con ansiedad, golpeteando una y otra vez la piel de mis muslos desnudos.
—Tranquila, verás que son sólo problemas de hormonas o algo parecido —me calmó Hannah tomándome de la mano y dándome un ligero apretón en forma de reconforte.
—Eso espero —susurré apoyando la cabeza contra su hombro. Había demasiada confianza entre nosotras, la sentía como una hermana y la queria mucho.
Ella me abrazó y comenzó a acariciar mi cabello calmándome con sus caricias que me estaban causando sueño, más no cerré los ojos porque lo único que veía cuando lo hacía era el rostro de Bastian.
Lo echaba de menos, tanto que tuve la necesidad de llamarlo para saber cómo se encontraba, pero su móvil estaba apagado, así que fui a su casa para conseguir su nuevo número, ya que probablemente lo cambió, sin embargo, la casa se encontraba sola, al igual que la de sus padres. Parecía que no sólo Bastian se fue de San Diego, sino también sus padres.Así que mis intentos por encontrarlo fueron nulos, ni siquiera Michael sabía de él, intentó conseguir su número por igual, pero le fue imposible.
La persona que quedó frente a la empresa y sus negocios haciéndose cargo de la sociedad que teníamos era un hombre de edad, amigo de Enrico, quien me informó que ellos se fueron a Roma, y que probablemente jamás volverían.
Quizá era lo mejor, quizá el destino sabía que nosotros no debíamos tener nada que ver y por ello me imposibilitaba para poder hablar con él, y no es como si quisiera que volviera, simplemente quería saber cómo estaba.
Mentirosa.
Me sentí frustrada al no saber de él.
¿Quién me entendía? Yo lo dejé y ahora quería saber cómo se encontraba, como si Bastian fuera a recibir mi llamada de lo más contento después de que le rompí el corazón; era estúpido de mi parte el querer buscarlo cuando no había cambiado de opinión, pero al fin y al cabo era sólo una mujer muy tonta con pensamientos verdaderamente irracionales.
—Llegamos, señorita —me incorporé de golpe mirando el hospital. José abrió mi puerta y bajé con Hannah detrás de mí.
—Si quieres después de aquí podemos ir a mi casa, no quiero que te quedes sola, te noto muy ausente. —Le dediqué una sonrisa y asentí mientras entrábamos al hospital.
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Deseo ©
ChickLit-¿Y bien? ¿Estás de acuerdo? -Preguntó serio. -Dame el bolígrafo -dije segura sin perder más tiempo. Su sonrisa se hizo más grande, me tendió el bolígrafo y sin dudarlo firmé entregándole el contrato que él observó complacido para después firmarlo...