No era él el único contemplando la ciudad desde que llegamos, observando y analizando alrededor cuando di una mirada al resto de los experimentos, el experimento blanco que había estado con 07 Negro al mando del grupo, estaba en nuestro vehículo militar, y era el más intranquilo de todos. Fuera de su aspecto severo y peligroso, el enfermero blanco no dejaba de torcer su cuello a todas partes, hundir su entrecejo pálido bajo su oscurecida cabellera a la que le hacía falta un corte. Sus manos se anclaban al pequeño respaldo de nuestros asientos mientras se mantenía vigilando abrumadoramente a las personas que poco faltaban para cortar el metro de distancia entre el vehículo en el que estábamos.

De pronto su mirada se quedó clavada en un hombre de tercera edad que se había detenido justo al lado del final de la banqueta para cruzar la calle que el vehículo de nosotros cruzaba. Alzando su mirada anciana para toparse con la del enfermero blanco, oculta detrás de las gafas. Su gesto despreocupado cambió a confusión al estudiar no solo al enfermero blanco, sino al resto de los experimentos en nuestra camioneta. Seguramente preguntándose, ¿Quiénes éramos todos nosotros? Pues no llevábamos puesto un uniforme militar, ni menos veníamos armados.

El suspenso me estremeció las vellosidades cuando cambió de un estado confuso a uno asustado, palideciendo su rostro en tanto recorría por segunda vez, el resto de rostros del vehículo militar frente a él.

Entre esos rostros que vio durante el movimiento lento del vehículo, también reparó en Rojo, y se apartó sacudiendo las bolsas de carga aparentadas por sus puños, amenazando con soltarlas y salir corriendo. Eso hundió mi entrecejo, preguntándome por qué parecía asustado aquel hombre si la única diferencia que más abrumada y aterraba de los experimentos, eran sus ojos y estos estaban ocultos. Aunque claro, había más diferencias y eran su altura y apariencia tan perfecta de los experimentos, y esos orbes ocultos por lentes oscuros, fuera de eso, todo lo demás era idéntico a un ser humano común y corriente.

—Será mejor que se enderecen y bajen sus rostros, no queremos llamar la atención. Créanme, es mejor no hacerlo por ahora— soltó el soldado en un tono nada espeso.

Rojo miró por última vez sobre su hombro antes de enderezarse tal como hicieron los otros, pero, aun así, sus miradas terminaron inclinándose detrás de los hombros de los soldados sentados frente a ellos. Era imposible dejar de ver lo que te rodeaba cuando era nuevo para ti. Podía notar lo mucho que a Rojo le costaba creer que era real todo lo que observaba, ¿y a quién no le costaría creerlo? Hasta a mí me costaba, se sentía tan irreal, parecía un sueño en el que estábamos a punto de despertar.

Sería difícil de aceptarlo, pero así era, habíamos pasado de estar en el laboratorio a estar en una ciudad habitada. Sin muros ni pasadizo de laberintos, ni incubadoras y cámaras mucho menos un enorme techo a punto de colapsar. Estábamos fuera.

—Tal vez en un futuro sean capaz de recorrer estas calles—mencionó él, agregando al final—, si nada empeora.

En un futuro. Esas palabras se reprodujeron en mi cabeza y me pregunté cuanto tiempo debía pasar para que se cumpliera...

— ¿Los experimentos también? —La pregunta de Mila fue inesperada para él. Una de sus delgadas cejas se arqueó con elegancia en tanto se cruzaba de piernas junto al enfermero blanco, esperando a que el hombre respondiera—. ¿Ellos recorrerán las calles en ese futuro?

—Como dije...—dejó en suspenso, mirando a todos con un extraño gesto que me inquietó—, esa no es una pregunta que deba responder, pero supongo que también tendrán la suerte de hacerlo junto con ustedes. No estamos tan locos como esas personas del laboratorio.

Sus palabras inyectaron en mi inseguridad, su voz había sonado dudosa, sospechosa, no pude creerle, y no era la única que se sentía igual. El resto también sospechaba y Mila había creado una mueca en sus carnosos labios, fijando su mirada en el hombre como si buscara que dijera algo más.

Experimento Rojo peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora