Solté la fotografía experimentando una especie de vacío en mi estómago. El mismo vacío que sientes cuando te dan una mala noticia o cuando subes a lo alto de la montaña rusa, con los nervios a flote al ver que pronto vas a caer, hacerlo tan de prisa que por un instante crees que todo es irreal, más la sensación de vértigo y miedo dentro de ti, te recuerda que no lo es.—Dios.
Con las manos temblorosas tomé mi móvil y marqué el número de Bastian; en estos momentos fue él el único nombre que vino a mi cabeza.
Esperé impaciente escuchando un tono tras otro hasta que por fin cogió la llamada.
—Dime, Savannah —contestó agitado, como si hubiese estado corriendo. Quise pensar que se encontraba así debido a eso.
—Bastian, podrías... —tragué saliva y me senté sobre la cama—, podrías venir a casa... Ocurrió algo que necesito que veas —añadí mirando las fotos.
—¿Qué es? —increpó en tono preocupado mientras escuchaba sus pasos apresurados.
—Me enviaron unas fotos... Fotos mías con un mensaje que no me atrevo a leer de nuevo —susurré afligida.
Escuché que se detuvo, su respiración se hizo pesada y su tono de voz cambió por completo.
—No toques nada. Voy para allá.
Terminó la llamada y yo me quedé con el móvil pegado a mi oreja por unos segundos. Las fotos seguían esparcidas en mi cama, como si estuviesen burlándose de mí, riendo al notar mi ansiedad y mi miedo, satisfechas con haber logrado su cometido: Ponerme mal y temerosa.
Mi mente trabajaba con prisa buscando arduamente una pista, algo que me llevase a descubrir quién me estaba haciendo esta maldita broma de tan mal gusto.
Dejé el móvil en mi cama y me dirigí al balcón, abriendo las puertas y saliendo. Por un instante cerré mis ojos y permití que la brisa me acariciara, que de alguna forma me ayudara a aclarar mis ideas y pensar con la cabeza fría.
¿Quién podría ser?
Enemigos tenía muchos debido a mi posición y las incontables ocasiones que arruiné empresas y a sus dueños; sin embargo, aquel mensaje no era de tipo amenazante por completo, era como un verso de un amante, un verso aterrador y espeluznante.
Entendía qué lo de cortar mis alas hacia referencia a dos opciones: A privarme de mi libertad o... asesinarme.
Tragué saliva sin saber con total seguridad cuál de las dos opciones era la mejor. No me era agradable pensar en morir, aún tenía muchas cosas por las cuales vivir y el imaginarme estar secuestrada por un demente tampoco me hacía demasiada gracia; quizá me torturaría o me haría cosas peores.
Me estremecí de terror.
Pensé en Cristianno, en si él sería capaz de estarme haciendo esto, pero no era su tipo; él peleaba de frente o al menos la persona que conocía lo hacía así. Tal vez ni siquiera conocía verdaderamente a Cristianno, su actitud en estos últimos días había cambiado radicalmente que ya no podía decir con seguridad de lo que él sería capaz o no.
Demasiados cambios estaba exprimentando y el único que me agradaba era el cambio en mi estilo de vida junto a Bastian.
Dios.
Por tomar la elección de ser una sumisa todo se me estaba complicando. Quizá debí confirmarme con lo que tenía en mi vida que no era del todo malo.
¡No! Tan sólo de contemplarlo me parecía obsceno.
Yo no era conformista, yo quería vivir, ¡vivir! Ser feliz y experimentar, saciar mis deseos, darle sentido a mi vida, sabor. Que al despertar lo hiciera contenta y no únicamente pensando en un par de cifras y números, en contratos, reuniones, cenas y citas que terminaban en sexo convencional.
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Deseo ©
ChickLit-¿Y bien? ¿Estás de acuerdo? -Preguntó serio. -Dame el bolígrafo -dije segura sin perder más tiempo. Su sonrisa se hizo más grande, me tendió el bolígrafo y sin dudarlo firmé entregándole el contrato que él observó complacido para después firmarlo...