Capítulo 16

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—Pareces nerviosa —me dijo Bastian con seriedad. Venía sentado a mi lado, íbamos en el Mercedes rumbo a mi empresa.

—No Señor, para nada —mentí.

Lo cierto que es que al encender esta mañana mi móvil, tenía cientos de mensajes de Cristianno y cada uno de ellos peor que al anterior. Entre amenazas y reclamos, haciéndome saber que hoy me esperaría en mi oficina y no se movería de ahí hasta verme.

Llamé a Olga a escondidas de Bastian, ya que no deseaba enfurecerlo también a él, tenía que hacerme cargo de mi primo yo sola.

Olga me dijo que Cristianno estuvo en casa desde el viernes, esperándome sin moverse de ahí; ella y José le hicieron saber que yo no volvería hasta el lunes por la tarde, pero él no les creyó hasta que se convenció por él mismo que yo no iba a llegar.

Ahora estaba segura que se encontraba esperándome y yo no sabía qué demonios iba a decirle.

—No me gustan las mentiras, Savannah —me advirtió. Tragué salive e intenté mantenerme serena y calmada.

—No le miento, señor —repuse sonando segura gracias al cielo. El que fuera mirando hacia mis manos que luchaban por moverse en señal de nerviosismo, ayudó, puesto que verlo a la cara me delataría.

—Por tu propio bien espero que sea cierto —me dijo haciéndome temblar por dentro.

Dios mío, si él averiguaba que le mentía me castigaría y no me preocupaba demasiado el castigo, sino decepcionarlo y fallarle.
No le respondí más, me mantuve callada jugando con mis dedos, notando por la ventanilla del auto que ya casi llegábamos a la empresa.

—Si tienes que salir de la empresa debes consultármelo antes, cualquier cosa acerca de ti me lo informas enseguida, ¿entendido?

También podría decirle a que hora voy al baño.

Pensé riendo interiormente. Jamás le diría eso, podía asegurar que me haría pedirle permiso para ir, así que no tenté mi suerte y mantuve mi boca cerrada.

—Sí señor —contesté mientras el auto se detenía.

El chofer bajó del auto para abrir mi puerta. Tomé mi bolso y Bastian mi mano con suavidad.

—Dame un beso —casi suspiro ante aquella orden, más la forma tan tranquila en la que lo dijo, sonando como un niño.

Sonreí y me acerqué a sus labios, uniéndolos con los míos en un beso calmado.

Bastian metió su mano por el hueco de mi cuello viajando hasta mi nuca, donde cerró sus dedos y me obligó a unir más mi rostro con el suyo, como si eso fuese posible.
Gemí al momento en que mordió mi labio inferior, siendo violento y rompiéndolo levemente dejando escapar un hilo de sangre que con su lengua limpió para luego meterla en mi boca, mezclando el sabor metálico de mi sangre con su saliva.
Mi cuerpo reaccionó, pidiéndolo a él, deseando subir sobre su regazo, abrir mis piernas y liberar su miembro erecto para penetrarlo dentro de mi vagina.

¿Qué me estás haciendo Bastian Leonardi?

—Siento tu excitación —murmuró mordisqueando mi labio—, me deseas.

—Sí —susurré entregada completamente a sus besos.

—Así debe de ser —habló curvando una sonrisa en sus labios, apartándose lentamente de mí—. Hasta pronto, pequeña.

—Hasta luego, señor —dije bajando del auto. Le dediqué una sonrisa al chofer y caminé hacia el interior de mi empresa sintiéndome como otra mujer. Bastian estaba influyendo mucho en mí y en tan poco tiempo.

Deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora