Bienvenido al rechazo.

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Septiembre hacia presencia con su frío viento y sus resecas hojas amarillas que le daban la bienvenida al otoño.

En menos de seis meses en los cuales Graham llevaba viviendo en aquella calle muchas cosas habían cambiado entre él y su rubio vecino. Se habían convertido en el amigo que siempre habían querido el uno al otro y toda esa amistad se hizo mas especial cuando un día de Julio, después de que el castaño volviera de la universidad, encontró a Damon llorando acurrucado junto a su árbol.

— ¿Dames estas... estas llorando?— se había acercado lentamente mientras se sentaba a su lado.

El rubio intentó negarlo pero su vecino le levantó el rostro con suavidad y sintió como algo se partía dentro de si al ver las lágrimas en aquellos ojos azules.

Graham no dijo nada. Solo lo abrazó y dejó que Damon apoyara su cabeza en su hombro mientras tomaba aire para poder articular sus palabras sin ahogarse.

— Soy un fracaso— soltó finalmente con un aire lleno de melancolía— Toda mi vida ha sido un fracaso. Soy un error de la naturaleza.

— Dames— consentía sus rubios cabellos con sus delgados y cayosos dedos— Nadie, escuchame bien, absolutamente nadie es un error, ¿me entendiste?

— Eres tú quien no lo esta entendiendo— se apresuró a decir con su voz quebrada— Estudio una carrera que odio. Vivo con personas que odio— se incorporó para mirar directamente a los ojos cafés de su amigo— Odio vivir.

— Por favor no digas eso— tomó sus manos y las entrelazó con las suyas— ¿Qué carrera querías estudiar?

El rubio sonrió amargo y se sintió tonto respondiendo.

— Musica.

El menor sonrió a su vez y cuando se disponía a seguir consolándolo apareció Jessica quien lo llamaba a almorzar.

Ambos se levantaron y sin pocas ganas de irse Graham abrazó nuevamente a su amigo mientras le repetía que todo estaría bien y que podía confiar en él.

Damon entró a su casa con una pequeña sonrisa por aquella palabras. Había encontrado a la persona ideal.

— ¿Quién era el chico de afuera?— preguntó su hermana cuando ya estaban en la mesa almorzando arroz chino.

— Nadie que te interesa— respondió de mala gana con su mirada puesta en su plato.

Jessica rió y comenzó a mover su pie contra el piso logrando que su hermano se desesperara con el sonido que aquella acción producía.

— ¿Puedes dejar de hacer eso?— exclamó bastante fastidiado.

— Damon tengo una duda— dijo ignorando la petición que él acababa de hacer— No te vayas a ofender pero de verdad necesito preguntarte esto.

El rubio levantó su mirada hacia ella con una ceja levantada indicándole que siguiera con su duda.

Ella dejó sus cubiertos a un lado y puso sus manos sobre su mentón mirando fijamente a su hermano mayor.

— ¿Eres gay?— disparó finalmente.

Damon se quedó mirándola sin emoción mientras una mueca se formaba en sus labios. Luego bebió un poco de su jugo e indiferente siguió comiendo como si aquella pregunta no le afectara.

— ¿Y se supone que me tendría que ofender por esa pregunta?— respondió finalmente con naturalidad después de un largo silencio.

— No lo sé. Eso depende de si lo eres o no— pausó dudosa— ¿Lo eres?

¿Qué tan difícil puede ser? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora