El asombro pasó a segundo plano cuando caí en cuenta sobre lo que estaba sucediendo.Odiaba que cambiaran mis planes, odiaba que las cosas se salieran de control. Me gustaba llevar un orden, todo planeado a la perfección sin sorpresas como ésta, porque cuando alguien alteraba mi orden, me irritaba y enfurecía demasiado, más si lo hacían así: De improviso.
El idiota de Enrico no tenía ningún derecho de salirse de la sociedad así como así y mucho menos sin avisar, además de mandar a su hijo, sobrino o lo que sea que ese hombre fuese de él, a presentarse aquí en mi empresa como si nada.
—¿Y se puede saber cuándo pensaba informarme el señor Leonardi de su salida de la sociedad? —inquirí controlándome. Bastian elevó la comisura de sus labios hacia un lado.
—Te estás enterando ahora —dijo tuteándome. ¿Quién demonios se creía?
—En primera, no le he dado permiso para que me tuteé, señor...
—Y no te lo estoy pidiendo, Savannah. Puedo llamarte como se me dé la gana y ya basta de hacernos perder el tiempo —dijo sentándose en la silla dispuesta especialmente para él—. Tengo una empresa de la cual hacerme cargo, no tengo tiempo para tus niñerías.
Nada.
Eso era lo que se escuchaba en la sala de juntas en aquellos momentos. Todos los presentes se habían quedado serios, mudos y anonadados ante la falta de respeto que Bastian tenía para conmigo.
Nunca nadie me habló de aquel modo, porque jamás lo permití, y, sin embargo, él tuvo algo que me frenó y me hizo cerrar la boca, dejando pasar su impertinencia.Mas no me dejaría amedrentar por él, había enfrentado a hombres peores en este mundo. Él, sólo sería uno más del montón de los que pisaría ejerciendo mi autoridad, mis deseos.
Me reacomodé sobre la silla y comencé la reunión que a decir verdad fluyó demasiado rápido; no existieron desacuerdos en lo absoluto, tal parecía que todos querían irse pronto de ahí y eso se debía a la tensa presencia de Bastian. Él que se hallaba centrado en todo lo que hablábamos pero sus ojos de alguna forma se fijaban en mí, sólo en mí. Y ciertamente yo me encontraba de la misma manera; quizá pude haber respondido a su forma despectiva de hablarme, pero no, yo no era como él, era mejor. Y así se lo demostré, comportándome como una dama, formal y profesional.
Todo el tiempo sentí su mirada gélida sobre mí y yo luchaba súbitamente por no mostrarme nerviosa, aunque más que eso, él parecía calentarme, ponía a arder mi cuerpo con su sola presencia, tenía una mirada muy fuerte, demandante, dominante y me vi siendo seducida por ese aire suyo.
—Bien, creo que sería todo —dije en tono cansado—. Nos vemos dentro de un mes, señores —agregué poniéndome de pie.
Ellos asintieron en total acuerdo y se despidieron saliendo de la oficina en cuestión de minutos, a excepción de Bastian que seguía cómodamente sentado en su silla.
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Deseo ©
ChickLit-¿Y bien? ¿Estás de acuerdo? -Preguntó serio. -Dame el bolígrafo -dije segura sin perder más tiempo. Su sonrisa se hizo más grande, me tendió el bolígrafo y sin dudarlo firmé entregándole el contrato que él observó complacido para después firmarlo...