Entre Nosotros

8K 744 1.9K
                                    


Jamás había estado tan agradecido de tener a Miguel. La beca fue renovada con rapidez en cuanto probaron que la frecuencia del alta voz coincidía con la del mundo de los muertos, sin embargo; el ameriasiático les mintió diciendo que aún faltaban detalles, para llevarse el radio a su departamento y poder prestárselo al autor de su fianza.

Miguel había estado actuando raro, era algo que no se podía negar. Cada vez lo frecuentaba menos y podría jurar que había estado cortante, desde aquel evento. Le regaló un celular, y no solía contestar las llamadas, le obsequió una tableta que él mismo modificó para que fuera más productiva; y raramente estaba en línea. Asistió a su casa una y otra vez siendo atendido cada vez con menos frecuencia.

Hasta ahora.

Ese sería el día en el que por fin podría contactar a Héctor, ya sin importancia de estar bajo la presión de un tiempo límite que lo atosigara. Llegó nuevamente de madrugada a la casa del menor, concibiendo que ya la ventana estaba abierta para él, discretamente. No se sorprendió de que al tratar de darle un beso al menor a manera de saludo este apartara el rostro. Sin responder.

–Esta versión ya no es tan inestable como la anterior, podrás durar más tiempo hablando.

–Sí– se abrazó las piernas sentado al borde de la cama, el inventor en el suelo.

–Debes hablar bajo porque allá también ha de ser noche.

–Ya lo sé.

Miguel se removió culpable, acurrucándose entre sus brazos cruzados, Hiro le miró con un dejo de tristeza. Sería inútil iniciar una discusión en ese momento, no apunto de arreglar lo que sea que le hubiese dicho su familiar en aquella vez. Regresó la vista al teléfono mientras timbraba la llamada en el mundo de los muertos.

–Y otra cosa.

–...

–Sólo es altavoz– titubeó –Y yo estaré en presente toda la llamada.

Los ojos del moreno no se pudieron abrir con más molestia.

–¿Qué? Son cosas privadas. La última vez no tenía...

–La última vez lo quebraste– recriminó.

Rivera se tiró al suelo con fastidio, era lo más cerca que había estado de Hamada en los últimos días. Su expresión lo decía todo, la furia en su mirada mordió la valentía del más alto, quien se pegó a la pared al verlo reaccionar así.

–Dijiste que no me culparías– sentenció –Además ya hice que te devolvieran la beca. Ya está todo arreglado.

–Miguel– se le escapó su nombre, el otro se acercó peligrosamente, gateando –La verdad es que no me gustaría que te dijeran algo que te hiciera sentir mal. Como la última vez...

Y su respuesta fue un pequeño beso plantado sin ningún esfuerzo en sus labios, extrañaba tanto esa sensación que cuando se percató del acto el menor ya se había alejado.

–Por favor, necesito que esta llamada sea en privado... no me hagas esto– sus ojos casi se tornan acuosos.

Chantaje. Eso era lo que quería conseguir el mexicano. Vaya que Hiro no era un tonto para saber que pretendía todo aquello, pero sí que estaba enamorado. Suspiró levantándose listo para dejar el cuarto, pero la voz de un tercero retumbó contra sus oídos.

–¿Chicos? – pidió Tadashi, sonando extraño en los primeros segundos de estabilización.

–¿Tadashi? – soltó Hiro con genuino desconocimiento –Creí que te había dicho que le dejarás el teléfono a Héctor.

-. Entre Nosotros.- (HIROGUEL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora