Capítulo 7: Lo que yo decía, imbécil

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-¿San Jose? ¿Qué narices estamos haciendo aquí? ¡Estamos a seis malditas horas de casa! -No dijo nada, simplemente rodó los ojos y continuó conduciendo como sí nada - ¿Sabes que tienes la maldita condicional por lo que cojones sea que hicieses verdad? Cuando se entere mi padre me va a matar...

-¿Quieres callarte de una jodida vez? Eres tú la que decidió montarse en el maldito coche y seguirme. Ahora no vengas echándome a mí la culpa de tus mierdas – Abrí los ojos y cogí aire.

-Pero, ¿tú estás bien de la maldita cabeza? ¿Sabes las consecuencias que puede traer esto?

El coche se detuvo de manera brusca. Comencé a observar los alrededores para tener una idea aproximada de donde nos encontrábamos. Las casas que había alrededor se encontraban en un estado lamentable. Se podría decir que nadie había ido a hacer revisiones de calidad por esa zona en muchísimo tiempo. La carretera estaba agrietada y no se veían las líneas. Los jardines de las casas, si es que se podían llamar así, estaban compuestos de hierbajos altos y zonas secas. Debíamos estar a las afueras de la ciudad, en la zona periférica ya que San Jose es conocida por ser una de las ciudades más ricas de toda California.

Drake se bajó del coche y se dirigió hacia la casa más cercana. Decidí hacer lo mismo y seguirle. No creía que quedarse en el coche fuera una buena idea juzgando los entornos. Andaba con cuidado de donde pisaba, había restos de cristales por todo el suelo. Drake tocó la puerta dos veces con mano firme. Se le veía cómodo en el entorno, cosa que me inquietaba bastante.

-¿Pero qué cojones...? ¿Drake? —El chico de la puerta parecía asombrado. Su cara me resultaba vagamente familiar, tal vez lo había confundido con algún surfista. Su tez morena y cara impecable, eran únicas y a la vez bastante comunes— ¿Iba en serio lo de venir? Menudo cabronazo estás hecho, además, por lo que veo no has malgastado tú tiempo. ¿Quién es esta muñequita? —No pude evitar estremecerme cuando me miró de arriba abajo como si fuera a saltar hacia mí en cualquier instante, lo que le arrancó una sonrisa amplia y radiante.

- Logan, ¿quieres hacer el favor de quitarte del puto medio? – Tras decir esto se abrió paso dentro de la casa empujándolo con el hombro – Heather vamos.

Abrí los ojos ante su tono de voz pero no dudé en seguirle dentro de la casa. Nunca le había visto tan serio en estas dos semanas, parecía una persona completamente distinta. Por dentro la casa no era mucho más diferente a como me la imaginaba. Las paredes que originalmente serían blancas, estaban ligeramente amarillentas y agrietadas al igual que el techo. Había un gran desorden en lo que supuse que debía ser el salón. Había cajas, bolsas y latas mirases donde mirases. Era todo un gran desastre.

-Vamos, no te quedes ahí plantada sígueme – Desperté de mi pequeño trance y seguí a Drake por las viejas escaleras.

La planta de arriba no era lo que viene a ser muy diferente a la de abajo. Se notaba el descuido por parte de los dueños sin importar donde pusieras los ojos. Drake sacó una llave y abrió una de las puertas, decidí seguirle en vez de quedarme ahí plantada como un mueble.

-Puedes dormir aquí. No te preocupes es mi habitación y nadie ha entrado desde que me fui – Dicho esto salió por la puerta y me dejó en su habitación sola.

No había nada en su habitación que pudiese darme alguna información suya. Nada en las paredes, ni encima de la mesilla nada. La habitación estaba prácticamente vacía. Simplemente había una cama de matrimonio en el centro, con una mesita de noche al lado y una gran ventana en el lateral con un poyete acolchado que daba a lo que supuse que sería el jardín. En el otro lado de la habitación había una puerta abierta en la que se podía ver una ducha al fondo.

-Aquí tienes, están limpias – No pude evitar el pequeño grito que salió de mis labios. Me llevé las manos al pecho sobresaltada – Tranquila que no te voy a comer, a menos que tú me lo pidas... - Abrí los ojos como platos y aparté la mirada. Podía sentir como me iba poniendo roja.

-Eres idiota...

-Me lo dices mucho, un día de estos vas a acabar hiriendo mis sentimientos princesita – Dejó las sábanas y toallas encima de la cama.

-Te lo digo para que no se te olvide. Simplemente es un pequeño recordatorio.

-Lo que tú digas. Bueno métete en la cama, son las seis menos cuarto de la mañana y no sé tú pero yo estoy reventado – Se dio la vuelta y agarró el pomo de la puerta comenzando a cerrar esta.

-¡Espera! – Se paró en seco y me miró con una ceja levantada – Si esta es tú habitación, ¿dónde narices vas a dormir?

-Si lo que quieres es meterme en la cama contigo no hace falta que me lo digas mediante indirectas, estoy más que dispuesto a hacerte ese favor por ser tú.

-¿Eres siempre igual de irritante?

-No finjas que no te gusta. Ambos sabemos que te encanta.

- A eso me refiero. Irritante.

-Una última cosa princesita, no hables mucho con los imbéciles que viven en esta casa. No les sigas el rollo bajo ningún concepto. No son, como decirlo... gente en la que debas confiar. Debajo de las toallas te he dejado un par de cosas mías para que te cambies de ropa y estés más cómoda en vez de con ese atuendo. Está mal que las chicas como tú lleven la misma ropa tanto tiempo, no queremos que tengas una crisis de moda. ¿Verdad? - Me miré para ver a lo que se refería, aún seguía con su camiseta puesta.

- En serio, imbécil e irritante se queda corto en ocasiones. Largo de aquí déjame dormir.

- Primero me llamas, luego me echas a patadas como a un pobre perro. ¿Es así como conquistas a los chicos princesita? – Rodé los ojos, me acerqué a él  y le empujé hacia la puerta, cosa que habría sido completamente inútil si él no se hubiese dejado empujar fuera de la habitación.

Una vez completada la misión, cerré la puerta y me apoyé contra ella. Sinceramente me sacaba de quicio cada día más y más. Pero al mismo tiempo notaba que en el fondo podría incluso caerle bien. El sol empezaba a entrar por la ventana. Decidí meterme en la cama con la ropa que llevaba puesta y ponerme la que me había traído Drake cuando me despertase. No iba a volver a ponerme lo mismo cuando me duchase.

Me metí en la cama y cerré los ojos con fuerza. La claridad del amanecer no iba a ayudarme mucho a conciliar el sueño. Necesitaba dormir iba a ser un día largo. Sobre todo cuando tuviera que explicarle a mi padre la ausencia del coche, la mía y la de Drake. 

Definitivamente iba a necesitar descansar lo máximo posible. 

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