-¿Qué? Lo cuido para que perras como tú no me lo quiten.
-Me aburren, me voy. –Les digo al ponerme de pie- Quiero bailar.
-¡Oye! ¡No nos ignores!
Zamira me jala del brazo, casi me hace tropezar y le miro seriamente. Suspiro, eso no era necesario y está dañando nuestras noches por buscar problema donde no hay. Ubico mis manos en mi cadera mientras le miro como si estuviera loca.
-Zamira, déjala. –Interviene Leo.
-¡O sea, no! –Dice, se ríe unos segundos- Está looser quiere ser mejor que yo y no se lo permitiré.
Estaba por empujarme mientras yo preparaba mi mano para dejarle una marca de por vida en su mejilla cuando alguien se pone en medio de nosotras dos. Ella retrocede un poco asustada y agacha la cabeza, me hago a un lado para ver al chico y es Dylan. Antes me hubiera preguntado que hace el aquí pero desde que sé que son hermanos ya no me sorprende.
-¿Puedes no meterte en problemas? Debo cuidarte como si fueras un bebé.
-¡Ella comenzó!
-Ajá, ajá. Ve y baila, me tienes harto viéndote pelear.
Su grupo se aleja de mí y van a la pista de baile. Le miro a Dylan y me sorprendo al verlo, está muy bien arreglado y se lo ve guapo. Me mira extraño, como si fuese un bicho raro cuando me hace un zape en la frente.
-Oye, deja de mirarme así que no siempre te salvaré. Se supone que eres Julieta, la dura que no se deja. ¿Desde cuándo dejas pisotearte de mi hermana?
-Me cogió desprevenida. Además no quiero pelear. –Me excuso.
-¿Segura? Llevas toda la semana dejándote hacer lo mismo.
Siento que cada vez que necesito darme cuenta de la realidad me encuentro con Dylan. Iba a decirle algo pero mis piernas me fallaron, por poco me caigo pero me agarro antes de que me cayera apegándome a su pecho.
El olor de Dylan es adictivo, huele demasiado bien. Por un segundo la música a nuestro alrededor desapareció y sentí que solamente estábamos los dos. Me alejé de él cuando sentí nervios de su tacto, volteo mi rostro por si acaso mis mejillas me traicionaron cuando noto que él no se estremeció a mi tacto.
-Tranquila, es el alcohol que te hace poner así. –Me informa- ¿Quieres agua? Tal vez te haga bien.
-¡No! –Me quejo- ¡Quiero bailar!
-¡¿Ah?! ¿No me escuchaste? ¡Puede que estés mareada!
-¡No! –Le digo- ¡Bailemos, Dylan!
Y a la fuerza, saco a bailar a Dylan. A pesar que tenía algunos tragos demás podía bailar bien, y él es también un buen bailarín. En estos momentos no me importa si Boris aparece y nos hace una escena, me estoy divirtiendo lo suficiente como para dejar que dañe mi noche.
Dylan, por su parte, parece que le gusta bailar conmigo y lo sé por su rostro. Cuando siento que ya mis pies me están matando, decido acercarme a él para decirle que quiero sentarme. Él asiente y nos vamos a sentar. Una vez en la mesa él pide una botella con agua mientras yo pido lo mismo.
-¡Has sido buen bailarin! –Le digo emocionada- ¡Debiste habérmelo dicho!
-No soy del tipo de persona que parece que baila...
-¡¿Estás loco?! ¡Eres con el mejor que he bailado!
-Ya, basta de adularme. –Me dice sonrojado.
-¿Aun tienes calor? ¡Te veo rojo!
-Julieta, no es necesario que grites. Te puedo escuchar perfectamente ahora.
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#2 Alas marchitas.
Teen FictionJulieta Gómez es una adolescente problema de diecisiete años, hija de padres adinerados. Ella junto a sus amigos se mete en varios inconvenientes hasta que le sucede lo esperado en cualquier adolescente, se enamora. En su vida llega Kevin, un profe...
Capitulo 24
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