XVI

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Narra Lucia:

Una suave y húmeda presión en mi frente me despierta. Con espanto y terror me levanto y me alejo lo más posible de la persona que atenta contra mí. Un mareo me consume y mis rodillas flaquean, pues levantarme de la cama de esa manera no traería de nada bueno. Unos brazos fuertes me toman y me estabilizan, pero, presa del pánico, trato de alejarme. Grito en busca de ayuda, lloro desesperada. Él podría herirme de nuevo, succionar mi sangre o quizás matarme.

Es él, me repito una y otra vez. Es él quien me está toman y quiere herirme. Vino a terminar lo que empezó y va a matarme.

— ¡No porfavor, no!— me remuevo en busca de la salida— ¡Aléjate!

Es tanta la necesidad de huida que he empezado a dar golpes a diestra y siniestra. Mis gritos lo acaparan todo, no puedo escuchar más que el rápido palpiteo de mi corazón tras mis oídos.

— ¡Lucia, soy yo! ¡Reacciona! — dejo de moverme y miro a la persona frente a mi. Seung me sostiene entre sus brazos mientras me observa con preocupación, y miedo. Aparto mi vista y dejo de resistirme. Apenada y con los residuos del anterior episodio, trato de alejarme de él. — no— me sostiene con más fuerza pero sin llegar a dañarme. — no te vas a alejar de mí, núnca más Lucia, núnca.— con un susurro desesperado me abraza con fuerza, dejándome saber que no me dejará ir. Sientiendo su cuerpo cálido los miedos se marchan y mi cuerpo se relaja.

Seung está conmigo.

— Nunca— murmuro. Con lentitud le devuelvo el abrazo. — lo lamento— lloriqueo mientras me escondo en su pecho.

— Shhh, ya pasó— acaricia mi cabello y espalda.— vamos a la cama. Debes comer algo y recobrar fuerzas.

Me guía hasta la superficie acolchonada y me deja con cuidado sobre ella. Con una suave y tranquilizadora sonrisa me pasa una bandeja con huevos, pan tostado con mermelada, gelatina y jugo de frutas. Acepto agradecida la comida y empiezo a deborarla, pues el hambre es mucha. Seung se limita a mirarme desde el otro borde de la cama y eso me hace sentir incomoda y avergonzada. No solo por que me mirara de manera tan insistente, sino por la preocupación que sus ojos cafés transmitían. Lo había preocupado con mi arranque, lo menos que quería era que él se involucrase en esto.

Termino de comer y tomo la bandeja con intenciones de ir a limpiarla, sin embargo, Seung me la arrebata con suavidad y me ordena quedarme a en la habitación. Acepto sin protestar, pues no quería salir de aquella estancia. No quería encontrarme con él.

Al los minutos de Seung haber abandonado la habitación, otra persona entra. Me soprendo al ver a Joel. Este entra sin mirarme directamente y se queda frente a la cama con la cabeza gacha. Lo miro con curiosidad, pero con ese silencioso miedo arrañado mis entrañas. Trato de actuar normal y preguntarle las razones por su visita, pero temo qué, si hablo, mi voz saldrá patética y le dejaré en claro mi miedo.

— Esto... ¿Cómo te sientes? — su pregunta me sorprende. Pero me sorprende más el rubor en su rostro. Cierro mis ojos por unos segundos y los vuelvo a abrir. Tal vez había alucinado, mas no lo había echo. Él estaba evitando mi mirada con un tono rosado sobre sus mejillas.

— Bien— repondo incómoda, miro hacia la puerta con disimulo, deseando que Seung apareciera por ella.

— Que bien— murmura— yo, bueno, yo venía a eso y a traerte esto, en forma de disculpa — se acerca y me tiende una sortija peculiar. Mi cuerpo actua por si sólo y se tensa pero aun así, miro sorprendida el pequeño objeto— la traje de América, tengo más si es que quieres. — miro el diamante rojo y brilloso con fascinación.

— Gracias— lo miro y le sonrío tímidamente. Él asiente y devuelve mi sonrisa.

— Pruébala, te fascinara, estoy seguro— me insita. Asiento y la pongo en mi dedo meñique. — es de fresa— con algo de duda llevo el diamante a mi boca y lo pruebo. No se equivocaba, me había encantado.

— Está bueno— vuelvo a lamerlo.

— Lo sé, te traere más luego— sonríe como un niño — son mis dulces favoritos, tengo cajas repletas en mi habitación, pero, que conste, no las comparto con nadie. Solo contigo— me sonrojo levemente y rio. Era un niño. Un niño bueno, después de todo.

— Estoy muy agradecida— asiente feliz y se agacha a mi altura.

— Me voy ya, te dejo que comas en paz— habla sin dejar su sonrisa de chiquillo recién mimado— mejorate rápido ¿Sí?— giró su cabeza levemente cual perrito y no me queda más que asentir con una sonrisa tierna— adiós— besa mi mejilla y sale de la habitación. Me quedo allí, mirando el dulce en mi dedo. Me había vuelto a besar. Pero esta vez no se sintió del todo raro. Me pareció normal. Me sentí extraña por pensar de ese modo.

— Ya volví — Seung se sienta a mi lado y mira mi mano. — ¿Y eso? — señala el dulce.

— Joel me lo ha regalado— digo con una sonrisa— está muy bueno— aseguro.

— Ah, ya veo— murmura. Parecía que el dulce le causara molestia. ¿Era por no poder probarlo?

— Te ofrecería pero lo he babeado todo— lo miro apenada.

— Tranquila— me sonríe y me tranquiliza. — Debo decirte algo con urgencia, ¿Puedo? — me inquieto y lo miro con curiosidad. Parece nervioso y un poco asustado. Empiezo a preocuparme.

— Sí, por supuesto— me remuevo un poco y tomo sus manos entre las mías, dándole apoyo. Él mira nuestra unión y se queda un segundo ahí, pensando, sin hablar y temo que sin respirar.

— Bueno, yo... —aclara su garganta— Lucia, yo me he estado sintiendo extraño— murmura.— cuando estoy cerca de ti...— una punzada en mi pecho me hace aflojar el agarre en sus manos. Lo incomodaba, no le agradaba mi presencia. — no lo malinterpretes— toma mis manos y las acaricia. Mi corazón empieza a latir deprisa. Traga saliva y conecta su mirada a la mía— Lucia, cuando tú me miras— lleva mis manos a su pecho. Abro levemente mis labios al sentir el rápido palpiteo de aquel órgano. — mi corazón parece querer salir de mi pecho y llegar a tí. Me pones nevioso, feliz, ansioso. Eres la única que puede jugar de esa manera con mis emociones. No hago mas que pensar en ti, en tu sonrisa, tu rostro... Tus labios— termina en un susurro casi inaudible. Me quedo totalmente congelada. No sé que hacer, pero lo que si sé es que estoy mas allá de feliz. — Lucia, yo te quiero, te quiero a mi lado. Quiero que seas mi pareja, la que comparta todo conmigo y yo con ella. La que al sólo verla pueda estar tranquilo, saber que ella esta ahí, bien y esperando por mí. La que me envuelva entre su brazos y yo disfrute completamente de su toque. Con la que compartir mi vida.— hace una breve pausa— Quiero que esa pareja seas tú. — mis ojos se empañan y mi labio inferior tiembla. ¿Esto es felicidad plena?— ¿Quieres ser mi novia, mi reina?

El aire parece faltarme. Quiero gritar que sí. Abrazarlo como nunca. Pero mi cuerpo parece no querer reaccionar. Lo único que alcanzo a hacer es dar un misero asentimiento. Pero eso parece bastarle y hacerlo feliz. Con alegría me estrecha entre sus brazos y reacciono. Lo abrazo tan fuerte como puedo y lloro, lloro de felicidad por que él comparte mis sentimientos. Lo quiero mucho más que como un amigo. Como mi novio.


^Editado^

Esclava de su palabra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora