Extra#2 Drac McCartney.

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—¡Liam!

Aparto la mirada de la caja de chocolates que sostengo en mis manos y la clavo en aquellos hermosos ojos que son mi perdición. Cassandra sonríe eufórica, entre sus manos trae varias cajas o bolsas llenas de dulces, en su gran mayoría chocolates. Sin poderlo evitar sonrío, ella odia los dulces pero nuestro hijo la hizo ser una adicta a esos adictivos dulces durante estos seis meses.

—¿Estás segura de comerte todo eso?—pregunto una vez llega a mi lado. —Es mucho, Cass.

—¿Por favor?

Por la Diosa. Si utiliza ése tono y esa mirada, cómo puedo negarle algo.

Suspiro resignado lo que provoca una enorme sonrisa de mi mate, que además es mi esposa, y muy pronto la madre de mi hijo. Cada vez que pienso que en cuestiones de semanas voy hacer padre todo mi cuerpo se eriza. Nunca, ni en un millón de años, pude pensar si quiera que iba hacer papá, incluso ni siquiera pensaba encontrar a mi mate. Era un sueño imposible.

—¿Liam?

Una mano cálida que acaricia mi mandíbula me saca de mis pensamientos, mis ojos de diferentes tonalidades se topan con aquellas hermosas gemas esmeraldas que tiene por ojos. Y cada día agradezco a la Diosa Luna haberme concedido aquel imposible sueño. La encontré, encontré a mi mate, a la mujer que lo único que me ha ofrecido a sido amor.

—¿Qué pasa?—tomo su mano, beso el interior de su palma. Sonríe provocando que aquella chispa en sus ojos aumente.

—Tengo que ir al baño.—dice mientras sus mejillas se sonrojan un poco. Frunzo ligeramente el ceño, busco con la mirada alguna puerta en ésa tienda que señale algún baño pero no consigo ver nada.

—Cass, creo que no tienen baño en éste lugar.—comento mientras vuelvo a poner mi mirada en ella. Frunce el ceño. —¿No puedes aguantar un poco hasta que lleguemos a la mansión?

No tengo que escuchar la respuesta, sus ojos me la dieron perfectamente.

—¡No!—responde mientras su ceño se frunce mucho más. —Mi vejiga es muy débil, no puedo aguantar. ¡Tengo que ir!

Suspiro sin apartar mi mirada de su rostro. No sé si se deba porque Cassandra es mitad licántropa o así son todas las mujeres embarazadas, pero su humor es muy cambiante. Y ahora está enfadada, mucho.

—Ve a pagar yo conseguiré un maldito baño.—masculla antes de girar con toda su enorme panza de embarazada, dobla en un pasillo y se pierde entre los enormes estantes llenos de dulces. Suspiro, busco con la mirada otros dulces que tal vez puedan gustarle, la verdad ya me acostumbré a sus repentinos cambios de humor, y además soy lo suficiente paciente como para comprender que es de alguna manera frustante llevar otro peso, cumplir las exigencias del bebé que lleva en su vientre. La amo con todos sus locos cambios de humor.

Echo la última caja de chocolates en el carrito, con todos esos dulces llenándolo me dirijo a pagar, mientras espero en la fila busco con la mirada a Cassandra pero no consigo verla por ningún lado. De inmediato mi ceño se frunce preocupado, no debí dejar que se fuera sola, ¿y si le ocurre algo? Nunca me lo perdonaría.

—¿Señor?

Parpadeo saliendo de mi ensoñación, al parecer es mi turno, paso uno a uno los dulces bajo la intensa mirada de aquella cajera. Entre más bolsitas o cajas paso siento que nunca término. Me remuevo incómodo.

Linaje: McCartney © [SIN EDITAR-ERRORES ORTOGRÁFICOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora