Un beso

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Estúpida. Así era como se sentía, como una completa estúpida. Había ido buscando venganza ¿Y qué lograba? Que el tipo despertara cada fibra de su ser.

—Maldito, maldito, maldito—repetía una y otra vez mientras golpeaba por enésima vez el volante—. Eres una estúpida, Juliette. Una estúpida.

Vinieron a su mente nuevamente los recuerdos de aquel día. Nathan la había provocado y por la reacción que provocó en ella al besarla, supo que estaba luchando para no desfallecer. Él sabía que no mantenía una vida sexual activa. Era obvio. Regresó a casa luego de varios minutos, pero no había nadie. Entonces recordó que su madre le había dicho que irían a un picnic con los padres de Rob, y para evitar encontrarse con éste último, decidió no ir. Meditó un instante sobre cómo había dado un giro su vida. Temía que de un momento a otro, todo se derrumbara. Tenía a su nombre la cafetería y se había esforzado mucho con un nuevo proyecto que iba marchando de maravilla. No tiene problema alguno en aprender, de hecho, lo hace muy rápido. Aprendió a cocinar, a conducir, a mantener el orden, realizó un curso de finanzas y aprendió todo lo que debe aprender de un viñedo, por circunstancias adversas no pudo concluir su carrera en el pasado, y sentía que no estaba hecha para la fisioterapia. Ella quería algo más. Le empezaron a gustar los negocios y se dio cuenta que ara eso estaba hecha. De pronto, las imágenes de unos labios carnosos rozando su piel, saltaron su mente, respiró hondo y las esquivó de inmediato. Lo extrañaba, sin duda alguna. Y se sentía culpable por tener que hacer pasar por eso a sus hijos. En algún momento crecerían y le preguntarían por su padre ¿Qué respondería entonces? Ya de por sí, era complicado explicarle a Natassia quien lo mencionaba a diario con palabras entrecortadas. Y él ¿Cómo la estaría pasando él? Nuevamente se sintió culpable. Ella sabía eso era lo mejor pero entonces ¿Por qué se sentía así? Extrañaba también a los chicos ¿Qué sería de ellos? ¿Se habrían casado? Por lo visto, Aarón seguía igual de coqueto que siempre, así que no se podría esperar más de los otros.

Era sábado por la mañana y habían pasado cerca de dos semanas desde aquel último encuentro y ni Juliette, ni Nathan lo estaban pasando del todo bien. Éste último no podía quitársela de la cabeza. Le tranquilizaba el hecho de que ella no había estado en otros brazos que no hayan sido los suyos. Su reacción al haberla besado la delataba. Pero necesitaba controlarse, tenía que quitarse de encima aquel impulso de ir a buscarla. Sin duda alguna, él no lo haría. Ella tenía sus razones para estar alejada. Estaba feliz con lo suyo y no podía obligarla a quedarse. Era su decisión y él la aceptaría. No obstante, tenía gana de ver a los niños y aunque era abogado, sabía cómo se manejaba el asunto. Pero no quería introducirse en ello. Podrán pactar entre ambos quedarse con los niños cada cierto tiempo, pero no se atrevía, aunque se muriera de ganas por abrazarlos, por escucharlos reír o llorar. No quería que sufrieran al ser alejados de su madre, ellos estarían seguros estando con ella.

Por otro lado, Juliette había decidió ignorar cualquier pensamiento relacionado a Nathan, pero no lo tenía nada fácil. Pues los periódicos hablaban de cómo el guapísimo modelo y a la vez abogado, había logrado contraer una enfermedad de transmisión sexual. También mencionaban sobre la repentina llegada de su ex esposa pelirroja al bufete y la interrupción a una reunión importante entre varios ejecutivos. Sus padres habían entrado en un ataque de histeria al leer aquella noticia, pero cuando logró explicarles que todo era una farsa, se tranquilizaron. Sin embargo, no hallaban ético que ella saliera en los periódicos y más aún, que se hablara de una enfermedad de transmisión sexual contraída por parte de su ex esposo y padre de sus hijos.

Y otra vez—: Maldito, maldito, maldito.

Tenía que olvidarlo, necesitaba hacerlo. Su recuerdo dolía y había olvidado cuánto. Pero aún seguía atormentándola aquella pregunta ¿Sería justo que sus hijos crecieran alejados de su padre y viceversa? Nuevamente empezó a sentirse culpable por lo que podría estar pasando Nathan.

Esperaré por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora