–¿De verdad crees que Ian cometería los mismos errores estúpidos que su padre? ¡El pequeño es un genio! –replicó el otro, ya bastante harto de las divagaciones de su compañero– Y por supuesto que pasa varias horas encerrado en su oficina, es el director ejecutivo de una de las empresas más ricas del mundo, seguro está ocupadísimo, además, tiene su propio laboratorio privado allí arriba, apuesto a que está en proceso de crear alguna nueva tecnología... ya lo verás.
El de los anteojos parecía estar a punto de responder cuando las puertas se abrieron, dejando ver un pasillo con cuatro guardias altamente armados, mirando a los científicos con caras de pocos amigos, lo que finalmente logró que el paranoico hombre de ciencias cerrara la boca y caminara junto a su compañero en absoluto silencio.
Ya con el camino despejado, apreté el botón al último piso y me preparé para encontrarme con Ian, quien, a juzgar por la gran cantidad de seguridad que había contratado, se esperaba que alguien fuera a buscarlo. Aun así contaba con tomarlo por sorpresa.
Finalmente, el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, dejando ver un simple pasillo blanco, al fondo del cual se encontraba un escritorio con una bella chica sentada, la cual no pudo evitar mirar con curiosidad en mi dirección, totalmente desconcertada.
–¿Hola? –preguntó con voz suave, al tiempo que dejaba de tipiar en la computadora.
Salí del ascensor y la puerta se cerró a mis espaldas, al tiempo que dos guardias de seguridad se acercaban hacia mí con sus armas en alto, en búsqueda de cualquier posible intruso.
El pasillo era demasiado angosto como para pasar entre ellos, y de todas maneras tenía que asegurarme de que nadie iba a interferir mientras conversaba con Ian, de manera que, sin desactivar la invisibilidad del traje, corrí y embestí a ambos enemigos, los cuales, totalmente sorprendidos, no pudieron evitar caer al suelo.
Una vez que los tuve en esa posición, saqué dos flechas-tranquilizadoras de mi carcaj y clavé una en cada uno de ellos, dejándolos fuera de combate.
La aterrorizada secretaria inmediatamente tendió su mano hacia el teléfono, al cual de inmediato disparé, evitando que pudiera hacer una llamada al resto de los guardias.
Antes de que pudiera intentar algo más, corrí hacia ella y, utilizando una técnica que Drake me enseñó, la dejé dormida con un solo y suave golpe.
–Lo lamento... –dije por lo bajo mientras la apoyaba suavemente en el suelo.
En ese momento me giré y miré hacia la puerta de Ian, a quien ya podía escuchar aproximándose.
–¿Karen? ¿Qué ha sido todo ese alboroto? –preguntó al tiempo que abría la puerta el joven genio, sin embargo de inmediato recibió una fuerte patada en el pecho de mi parte, la cual lo volvió a meter dentro de su oficina.
Una vez que los dos estuvimos dentro, desactivé la invisibilidad, ya no había razón para andar escondido.
–¿Daniel? –preguntó mientras me miraba entre confundido y aterrado– ¡Oh, dios mio! Realmente eres tú.
De repente Ian se levantó y corrió hacia mí con los brazos abiertos, pero al ver que levantaba mi arco y le apuntaba se detuvo, mostrándome nuevamente su cara de confusión.
–¿Qué... qué haces? –preguntó mientras retrocedía poco a poco, acercándose cada vez más a la enorme ventana a sus espaldas, la cual tenía una hermosa vista de Paris.
–Tu sabes perfectamente por qué estoy aquí –respondí, aún sin bajar el arco.
–Asumí que buscabas ayuda, y sabías que podías encontrarla aquí –dijo finalmente deteniéndose–, pero parece que ese no es el caso...
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Mundo de héroes: Tiempos oscuros
Science FictionTercer libro de Mundo de héroes. El Fuego de la Libertad murió, pero el precio fue muy alto... Dos años después de los eventos que llevaron al renacer de Kali, un antiguo mal resurge amenazando con destruir toda vida sobre la tierra para llevar a ca...
19. Cara a cara.
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