Capítulo 34.

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Me quedé en total y absoluto silencio.

—Dime algo. —Sonó desesperado e inquieto. —Si me dices que no por ser un total idiota lo entenderé, reconozco que lo fuí y no sabes como me arrepiento. Solo dime...

—Si.

—Puedo esperar todo el tiempo que sea con tal de...

—Natanael, dije que si. –Sonrío ampliamente.

–¿Si? –Inquiere en un susurro. Asiento en silencio. Mi sonrisa se agranda al verle tirar la cabeza atrás y sonreír de una manera que no había visto en él.

—Me vuelves loco. –Murmura. Vuelve su atención a mi tomando mis labios con los suyos. Y es ahí, justo ahí donde descubro que necesitaba esto, que esperaba este momento tanto como no lo imaginé.

—Ya es hora. La pelea empe... Madre mia. —Tanto Natanael como yo nos separamos sonriendo viendo la imagen de Fabio poner los brazos sobre su pecho. —Los besos para después, la pelea ya empezará. —Avisó sin expresión alguna.

Me levanté apoyando con mi mano la parte afectada en mi costilla.

—Todo saldrá bien, Fabio—Le aseguro en un intento de disminuir su preocupación.

—Estás herida. —Señala como si no fuese obvio. —Puedes parar aquí.

—Subiré al ring y ganaré esa pelea. –Aparto la mirada de él y tomo los guantes. Fabio soltó un supiro, se acercó y ajusto las vendas en mis manos.

—Derríbala. —Sonrió y asiento. —Vamos. —Se aleja y va a la puerta.

Giro mi rostro hacia dónde Natanael, llevo mi mano a su mejilla y trato de sonreír.

—Estaré bien. —Le aseguré. Este me miro por unos segundos negando con la cabeza.

—Estás lastimada. —Acarició mi mejilla lastimada.

—He hecho esto siempre, no es nada nuevo. Estaré bien.

—No cambiarás de opinión ¿cierto?

—No. —Natanael tomó un suspiro largo y luego soltó todo el aire.

—Cuídate mucho.

—Lo haré. —Afirmo. —Ya debo irme. —Me separo y tomo el siguiente guante.

Natanael me ayudó a colocarlo y una vez puesto se acercó hasta besar mis labios. Se separa y sonríe antes de caminar a la salida. Salgo por igual deteniéndome al lado de Fabio.  

Quité la bata y caminé hasta subir al ring, al otro lado de la esquina estaba mi contrincante. El señor enano de siempre se posicionó en medio de ambas y tomó el micrófono.

—¡Lo que todos esperábamos a llegado! ¡Hoy será el gran final! —Gritó y todos hicieron sonidos de celebración. —¡En esta esquina, con 160 y 7.5 de altura, Paola Marche, con tres derrotas y 17 ganadas!—El público gritaba su nombre y aplaudía con euforia. —¡Y en esta esquina, con 135 y 5.5 de altura, Hayle Hann! —Todos hicieron lo mismo que hacían anteriormente, gritando mi nombre, lanzando bebidas al aire, levantando los carteles y aplaudiendo. —¡Dos campeonas! ¡Una ganadora! ¿¡Quien de nuestras campeonas ganará esta batalla!? —Algunos gritaban el nombre de ella pero la mayoría alardeaba mi nombre. —¡Guantes! —Chocamos guantes ella mirándome mal y yo tratando de olvidar el dolor en mis costillas. Luego el enano dio inicio a la pelea y se fué por donde vino.

Miré a mi contrincante y luego la zona VIP donde están todos mirando con atención y preocupación. Todos saben quién es la chica a mi frente, una de las mejores boxeadora. Miré a Fabio quién solo se mueve inquieto, luego a Natanael extrallandose los dedos repetidas veces, Haype creo quedarse sin uñas y los demás igual.

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