CAPITULO XXIII

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Con cada segundo que pasaba, Natalie notaba como el ritmo de su corazón se aceleraba, y el aire a sus pulmones era menos, mientras que un sudor helado en sus manos y frente, le hacía sufrir espasmos cada dos por tres; solo no le castañeaban los dientes, porque era imposible con la endemoniada corbata que la mantenía callada.

Aun así, ella intentaba calmarse. De verdad estaba dejando su alma en mantenerse tranquila, ocupando su mente con los ejercicios de relajación que a duras penas recordaba, queriendo concentrarse en idear un plan de escape, aunque no tuviera ni idea de que iba a pasar a continuación; pero resultaba prácticamente imposible, cuando su imaginación la estaba poniendo peor al mandarle imágenes aterradoras.

¿Quién la secuestró? Alguien que había descubierto su verdadera identidad y era un acosador, un extraterrestre, un jeque enamorado... no, no conocía a ninguno, pero había que poner en la mesa todas las posibilidades. ¿Por qué la secuestro? ¿La querían matar, o pedirían rescate? ¿Y si la querían para venderla? Ligeramente hubo un nuevo desvío, cuando por extraños azares del destino Aarón terminó colándose en sus pensamientos, con gesto serio y un celular en mano: "No sé quién eres, no sé qué es lo que quieres, pero si está buscando dinero le advierto que no tengo mucho (o mierda, su cuenta siempre estaba en ceros ELLA PAGABA TODO), pero lo que si tengo, es una serie de habilidades..." allí terminó la fantasía, especialmente luego de que su mejor habilidad conocida era la cocina ¿Qué iba a hacer, pelearse con un sartén? Bueno igual eso ya lo había hecho. Oh pero Taken con Liam Nesson era realmente buena...

La escritora sacudió la cabeza ante el giro de sus ideas, y trató de enfocarse. Fue raro descubrir que de todas las personas en las que podía pensar para calmarse, fuese Aarón quien le ayudara a volver a respirar, pero de momento no le daría gran importancia pues era ridículo que estando en la situación en la que se encontraba, se pusiera a recrear escenas de películas; pero si lo ponía en perspectiva, probablemente sería él quien se diera cuenta primero que algo le había ocurrido.

De pronto la realidad volvió a apoderarse de su mente, al tiempo que las lágrimas amenazaron con desbordarse. Tenía miedo, y con justa razón. Pero se negaba rotundamente a mostrarse débil... o al menos no hasta que viera realmente a lo que se enfrentaba; cosa que estaba por averiguar, pues la camioneta finalmente se detuvo.

El gigante mal bronceado fue el encargado de bajarla; como punto a su favor, luego de que le amarrara las manos admitía que era bastante amable, especialmente si tomaba en cuenta que si lo quería, seguramente podía partirla por la mitad con sus manos. Natalie respiró profundamente, esperanzada de encontrar algo de valor en su acto, e intentó pasarse con saliva el nudo en su garganta.

No estaba del todo segura en que hotel se encontraban, porque entraron por entre un laberinto de pequeñas calles que jamás había recorrido, pero por los edificios a su alrededor, por lo menos se sintió aliviada de que estuvieran en Downtow, y no a las afueras de la ciudad; al menos si escapaba todavía podía llegar a su casa... o mejor a otro lado, allí fue de donde la tomaron en primer lugar. La estación de policía era una buena alternativa; aunque primero lo primero: escapar.

-Por aquí por favor...

Ante la solicitud, Natalie cuadró los hombros y encaró una ceja despectivamente. Los modales estaban un poco fuera de lugar, tomando en cuenta lo ocurrido; aun así, el gigante a su lado se limitó a indicarle el camino, mientras abría una puerta de servicio para ella.

Entonces el miedo volvió a adueñarse de su piel. Con cada paso que daba, el eco de sus latidos retumbaba en el interior de su cabeza, como si su corazón se hubiese trasladado a un lado de su cerebro; la sangre en sus venas se tornó gélida; mientras que su garganta se volvía más seca que un desierto a media mañana. Aquel lugar era sin duda un hotel lujoso, y ella estaba siendo custodiada por dos tipos que llevaban un traje hecho a medida, pues dudaba mucho que hubiese ropa tan exacta a semejantes cuerpos.

Como en mis libros...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora