Un vecino con urgencia

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PROHIBIDO ADAPTAR ESTA Y CUALQUIER OTRA DE MIS NOVELAS, SE LOS PONGO EN MAYÚSCULAS PARA QUE DESPUÉS NO DIGAN “NO SABÍA QUE NO ESTABA PERMITIDO”. NO QUERÍA HACER ESTO PERO CADA DÍA ME LLEGAN MÁS Y MÁS ADAPTACIONES DE MIS NOVELAS Y NO LO PIENSO SEGUIR PERMITIENDO. NO LAS ADAPTEN, ES MOLESTO Y SIEMPRE ME ENTERO.

Capítulo uno

Gia

 Era mi segundo año en el campus. El primero no había sido bueno, se supone que entrar ahí era el más grande logro para cualquier estudiante pero para mí era poder ser capaz de conseguir alguna amiga y en mi primer año no lo había conseguido, era un fracaso socializando.

—Nos vemos en las vacaciones —dijo mamá con lágrimas en los ojos.

Rodé los ojos y dejé que me abrazara hasta casi fracturar mi columna.

—No olvides llamarnos si necesitas más dinero —dijo papá sin salir del auto pero me era fácil escucharlo y verlo ya que habíamos llegado al campus en su auto descapotable—, o si quieres hablar con cualquiera de nosotros —añadió al último para parecer más un padre.

—Lo haré —dije restándole importancia.

Acomodé el tirante de la maleta pequeña roja que llevaba y evité la mirada de mamá, si la volteaba a ver volvería a hacer la escena del año pasado, se tiraría a mis pies llorando por su pequeña y su temprana independencia.

—Les llamaré una vez que me instale en mi habitación —hablé tomando mis dos maletas más grandes para marcharme lo antes posible.

—Sí —dijo mamá sorbiendo por la nariz—. Llámanos lo más pronto que puedas —después de un largo silencio que hasta pensé que ya no hablaría lo hizo—. Te extrañaré, mi niña.

Tomé aire y volteé a verla a ella y a papá.

—También los extrañaré —dije finalmente.

—Nos vemos, nena —dijo papá encendiendo el motor del convertible.

Un par de minutos después ya estaba de pie en la acera acompañada de mis dos maletas que tenían casi mi estatura.

Caminé hacia la recepción para que me entregaran las llaves de mi nueva habitación, si tenía suerte este año podría conocer a alguien y por lo menos podría tener algún conocido en el campus. Era triste ver como todos a mí alrededor reían y se abrazaban al reencontrarse con conocidos del año pasado y yo lucía tan patética y solitaria como en realidad lo era.

Todo era culpa de mis padres, desde que me tuvieron en sus brazos habían planeado mi vida cada segundo y una de las primeras reglas era que jamás iba a estudiar fuera de casa hasta tener la edad suficiente para hacerme cargo de mi misma, así que gracias a ellos yo no tenía ni una maldita alma preocupada por mi regreso al campus. Las personas y yo no nos llevábamos bien.

Cuando llegué a recepción tuve que esperar dos horas para que me dijeran algo completamente estúpido.

—Tu nombre no está en la lista de solicitantes de los dormitorios —me dijo una mujer uniformada con un traje gris y feo—. Probablemente olvidaste registrarte en línea.

—Hice el registro al pie de la letra —contesté seriamente.

La mujer volvió a ver la computadora y negó con la cabeza.

—No tenemos a ninguna Gia Saavedra registrada, tal vez te saltaste un paso y es por eso que tu registro no se completó. Lo siento pero ya no contamos con dormitorios disponibles.

—¡No puede decir eso! —grité y en ese mismo instante sentí las miradas de todos los presentes en el lugar pero no me importaba ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Vivir en la calle?—. Fue su error no el mío —reclamé furiosa.

Kiss me, baby (KMB Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora