Si bien tenía una complexión medianamente normal para un ser humano, en ese momento Natalie sabía que el tamaño de su cuerpo era terriblemente exagerado para la sillita de mariposa. Incluso parte de su casi inexistente retaguardia, ahora mismo flotaba en el viento, mientras ella trataba de mantener el equilibrio para no caer en el suelo; la distancia no sería mucha, pero el ridículo seguro sería mortal.
-¿Eres doctora?
De pronto una vocecilla logró distraer sus malabarismos, la escritora se giró sobre su hombro para encontrar a un niño de unos 5 o 6 años, de traviesos ojos negros.
-No...-. Replicó negando con exageración la cabeza. Los nervios estaban ganando terreno, y si seguían avanzando, los malditos liberarían su ansiedad.
-¿Enfermera?-. El pequeño se apoyó en la muleta que llevaba, pero hizo una mueca de dolor apenas dio el paso; su pierna izquierda tenía sobre la rodilla varios tornillos que le impedían moverse con facilidad.
-No...-. Su respuesta provocó otro gesto, solo que este era de recelo...
-¿Mamá, hermana o papá de alguno de ellos?-. Señaló hacia los demás
-No-. Ella puso cara de signo de interrogación -¿Cómo podría ser el papá de alguien?-. Preguntó realmente intrigada
-Las familias modernas...-. Contestó encogiéndose de hombros, haciendo que Naty se cuestionara que pláticas había estado escuchando. -¿Trabajas aquí?-. Volvió al ataque
-No-. Dijo empezando a mover el pie frenéticamente, mientras se limpiaba el sudor de las manos en el pantalón. El salón en el que se encontraba, poco a poco se iba llenando de gente; las enfermeras le habían explicado a Aarón, que se les informó con antelación a los responsables de los niños de la visita de Foxy Fu, por lo tanto, no tardarían en llegar para ver el acto.
Además, cuando el actor y su representante se anunciaron como los responsables de la presentación, cada fémina a su alrededor se puso a tratar de captar sus atenciones, así que Natalie no se extrañaba de que tantas enfermeras estuvieran también entrando al lugar. Lástima que ninguna figurará en su rango de gustos; aunque el doctor en la esquina izquierda...
-¿Entonces qué haces aquí?-. Demando su instigador, sacándola de sus reflexiones...
-Vengo con un amigo...-. Explicó mirando el reloj en su mano. Como se tardara cinco minutos más, y ella saldría de allí sin importarle nada.
-¿Quién?
La escritora soltó un suspiró que pudo perforar la tierra, para después levantar la vista hacia el techo, dónde un hermoso día soleado estaba pintado de manera exquisita. Notaba como su corazón latía cada vez con más prisa, mientras que sus pulmones tenían problemas para proporcionar la cantidad de aire necesario. Sentía como si estuviera en un gimnasio en lugar de sentada en un hospital; pero claro, el lado positivo es que si entraba en un ataque de pánico, la atenderían de inmediato... cosa que no disminuyo para nada su inquietud.
Entonces un fuerte "No" la trajo de vuelta a la tierra, solo que llegó acompañando de un efecto en cámara lenta.
Sus neuronas se preguntaron qué ocurría, bajó la vista, y por el rabillo del ojo captó lo que parecía ser una enfermera dirigiéndose hacia ella con la expresión desencajada, al tiempo que sus manos querían alcanzarla. Pero lo importante, eso que le quedó justo de frente, fue la endemoniada pelota amarilla que iba directo a su cara.
Un espantoso tirón en su cuello, le mandó una sacudida de dolor a lo largo de toda la columna vertebral, cuando este se le hizo hacia atrás por el golpe del condenado juguete. Sus reflejos de pato no le habían dado más que para asustarse, pero no se dignaron a cooperar para que la esquivara; por si fuera poco, le había dado de lleno en el rostro, aplastando por completo su nariz.
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Como en mis libros...
ChickLitCameron Cross, una famosa escritora reconocida mundialmente por sus historias que van desde fantasía épica, hasta romance paranormal, ha lanzado al mercado su nuevo libro, haciendo una entrada triunfal en el género de la literatura erótica. Ningún c...