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Me abrocho el pantalón de mis pantalones vaqueros con tal nerviosismo, que tengo que intentarlo varias veces hasta que por fin lo consigo. Es mi primer día de universidad y no me creo que haya llegado tan pronto, no me creo que el verano haya pasado ya, que volvamos a la rutina diaria de todo el año.

- ¿Estás preparada, princesa? - Fede asoma su cara por el marco de la puerta, lleva el pelo húmedo por la ducha y una sonrisa que parece permanente en su rostro, está, como siempre arrebatador.

- Si - Asiento, dándome el último vistazo en el espejo - ¿Me llevas? Puedo pedirle el coche a mi padre si no puedes.

- Es tu primer día, te llevaré - Ladea la cabeza, achinando los ojos y mirándome de arriba a abajo - Estás muy guapa.

- Y tú - Respondo, con una sonrisa, cargándome la mochila al hombro y siguiéndolo escaleras abajo. Fede lleva uno de sus chándal, ya que sigue en el mismo instituto donde nos conocimos. A veces me siento culpable, recibe mejores ofertas, podría irse a cualquier otro sitio, y sin embargo, se queda aquí... aunque sí es cierto que a mí me han ofrecido varias becas para estudiar fuera y también las he rechazado, no me imagino estar durante más de dos días lejos de Fede - Como siempre.

- ¿Ah, sí? - Alza ambas cejas mirando por encima de su hombro antes de subir a la moto- ¿Te gustan los chicos que siempre van vestidos de chándal?- Pregunta divertido.

- Me enamoré de uno de ellos - Monto a su espalda, colocándome el casco, hoy a regañadientes, ya que cada vez que me lo quito, todo el tiempo que he pasado intentando que mi pelo quede más o menos decente, no sirve para nada. - Por lo que... supongo que sí, los chicos con chándal sois terriblemente sexys.

- ¿Hablas en plural? - Se vuelve hacía mí y aunque el casco le tapa parte de la cara, sé que está frunciendo el ceño - ¿Tengo que ponerme celoso de todos los hombres deportistas?

- Solo de los profesores de educación física con unos preciosos ojos verdes y, claro, que se llamen Fede - Intento tranquilizarlo, con una amplia sonrisa.

Oigo como ríe y su risa queda ahogada por el motor de la moto, arranca y acelera camino a la universidad. El aire que golpea mi cara y seguramente esté despeinándome y poniéndome pelos de loca, me hace tranquilizarme un poco. Hace tres meses que no hablo con ninguno de mis compañeros de clase, no tengo demasiada confianza con ellos aunque sí me llevo bien con varias personas.

- Nos vemos en casa, pequeña - Fede se saca el casco por la cabeza y también queda despeinado, pero en él no es un defecto, simplemente lo hace más guapo todavía.

- Hasta luego, amor - Le doy mi casco y me inclino para besar sus labios en un pequeño beso de despedida, pero él agarra mi cara con ambas manos e intensifica el beso, que dura al menos un par de minutos. - Te quiero.

- Y yo a ti- Digo sin aliento, pensando en cuánto me gustan sus arranques de pasión. Me despido con la mano y cruzo el gran jardín que lleva a la puerta de aquel edificio ya conocido. Es mucho más grande que mi antiguo instituto, claro, es un edificio color blanco con el contraste de ventanas azul oscuro, colocadas en filas horizontales. Tiene forma cuadrada y justo en medio de ese cuadrado, se encuentra el jardín por el que ahora camino con tranquilidad, notando en mis fosas nasales el olor a hierba recién cortada. Paso por al lado de la fuente de forma ovalada con un pequeño ángel en medio que tira un fino chorro de agua por la boca.

Me costó unos meses, pero por fin me he acostumbrado a un lugar como este, con gente por todos lados, formando grupos que ríen y bromean a lo largo del extenso jardín. Si, en este tiempo, en los descansos lo mejor es sentarte bajo un árbol y leer, o desayunar relajada observando a otros, creo que es lo que más me gusta de este sitio.

A la primera persona que reconozco es a Julián, uno de los chicos con los que hice un amago de amistad durante los dos últimos cursos. Creo que es el chico más peculiar que he conocido nunca, con su pelo rubio siempre largo, a veces tapándole incluso los ojos, sus enormes gafas que hacen que sus ojos azules parezcan enormes, su extraña forma de vestir. Pero, sin duda, lo que más me gusta de él es su forma de ser, le da igual todo lo que puedan decir a su alrededor sobre él, porque en su cabeza tiene formado un mundo que, sin ninguna duda, debe ser impresionante.

- ¡Eh, Míriam! - Muestra una sonrisa que me parece encantadora a pesar de estar lejos, me saluda levantando un brazo y me acerco a él - ¿Cómo estás, qué tal tu verano? - Me da un pequeño abrazo que correspondo.

- Todo genial, Jul, aunque un poco corto, ¿y el tuyo?

- Pues... - Sacude la cabeza para que un mechón se quite de encima de su ojos - Nada mal, la verdad - Responde con ese tono suyo enigmático.

- ¿Has conocido a alguien? - Le respondo, a sabiendas de que la respuesta es afirmativa, Jul no tiene que hacer gran cosa para ligar, nunca parece ponerse nervioso a la hora de acercarse a alguien, también admiro eso de él.

- Si, ya sabes... - Chasquea la lengua, como si fuera lo más normal del mundo - A varios - Si, Jul es gay y es la primera vez que tengo un amigo, o bueno, algo parecido a un amigo, que tenga esos gustos. En ocasiones, he compartido algunas cosas con él que jamás podría haber compartido con alguien del sexo contrario.

- ¿Tú sigues con ese novio que está tan... ? - Abre mucho los ojos y los orificios de la nariz, pero no le dejo terminar la frase entre risas.

- Si, sigo con Fede - Comento pegándole un pequeño golpe en el pecho - ¿Has visto por algún lado a Elena? - Ella es la última de nuestro pequeño grupo, los tres estamos bastante unidos, alguna vez también se une a nosotros algún que otro compañero, pero por lo general, solemos estar solos.

- Que va - Sacude la cabeza a ambos lados - Quizá ande con... ya sabes.

- ¿Con quién? - Pregunto desconcertada, para él resultará obvio, pero yo llevo los tres meses de verano aislada a mi Fede, con el que he disfrutado tanto, que incluso he olvidado todo lo que pueda pasar a mi alrededor.

- ¿En serio no lo sabes? - Me pregunta con una mueca extraña, entrecerrando los ojos pero abriendo mucho la boca - Ha sido la bomba del verano, Alex y ella han salido juntos varias veces.

No lo puedo creer, Alex, el hermano de uno de mis mejores amigos y con el que tuve una buena relación durante un tiempo. El mismo Alex con que corrí alguna que otra tarde y del que hace tiempo no sabía nada, estaba ahora con Elena, la chica más introvertida que he conocido nunca. Alex era el típico chico guapo de la universidad que solo tenía que decirle cuatro cosas a cualquier chica y mostrarles su encantadora sonrisa para que cayeran a sus pies, lo había conocido realmente cuando empecé a estudiar aquí, él debería haber salido el año pasado, pero le quedaron varias asignaturas.

- ¿Estás seguro? - Le pregunto, sigo sin creérmelo.

- Los han visto juntos - Se encoge de hombros - Y ya sabes, si a Alex se le ve con una chica, no es porque sea su amiga.

Asiento, lo sé, claro que lo sé. En estos dos años lo había visto cada semana con una distinta, no podía juzgarlo por algo así, ya que al igual que yo, lo conocían las muchas chicas a las que se ligaba... sí me molestaba que su última conquista fuera Elena. Sabía que la haría sufrir.

- ¿Entramos?- Jul me saca de mis pensamientos, señalando la enorme puerta principal de la universidad.

- Claro, vamos.

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¡¡Hola!!

Bueno, aquí tenemos un nuevo personaje, quería añadir algo nuevo al libro y aquí tenéis, un amigo gay, jajaj. ¿Qué os parece Jul?

Y de nuevo aparece Alex, ¿lo echábais de menos? jajaja

Os leo siempre ♥♥




Te sigo queriendo. ( Segunda parte Te quiero sin querer, profesor.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora