Parte 3
Damon no habló en todo el camino de vuelta al local arrendado. Cuando llegaron, Graham observó el lugar con cuidado, la batería de Dave ya estaba armada y a cada paso que daban un eco los seguía, estaba frío y no tenía muchas comodidades ni luz, pero el rubio se había sacrificado por eso, por ese lugar, porque la banda tuviera un lugar y eso era lo que más le importaba al guitarrista.
— Traeré mis guitarras para los ensayos —comentó silenciosamente, intimidado por esa faceta tan callada que el ojiazul le mostraba en esos momentos— ¿Damon? —murmuró al no recibir respuesta.
Damon se había acercado a la batería de Dave y tocaba los platillos con la yema de los dedos. Graham caminó hacia él y se quedó a su lado, nervioso, tanto así que llevó una de sus manos a su boca y comenzó a morder sus uñas y dedos, hábito aún tenía desde su infancia para calmar nervios.
— Graham lo siento —soltó el vocalista finalmente— A veces siento que soy un imbécil y despiadado ególatra que solo se preocupa de la banda y... y... no lo sé —suspiró frotándose los ojos.
— Está bien —el moreno había pensado por un momento que se trataba sobre algo peor pero oír a Damon bajar a la tierra de vez en cuando era genial, era como recuperar al chico de doce años que conoció en Colchester— Todo va a estar bien y es bueno que te tengamos a ti, es bueno que seamos nosotros cuatro, es... es bueno que tú nos animes porque nadie más lo haría.
Damon sonrió levemente con algo de tristeza.
— Todo saldrá bien, prometo que pondré de mi parte, Damon, no te darás cuenta cuando ya seas famoso y todos te sigan, cuando todos se den cuenta de lo que eres y lo que puedes llegar a ser —lo tranquilizó y puso una de sus manos en la espalda del mayor, acariciándolo levemente. Damon suspiró y tomó el brazo de Graham hasta llegar a su mano y sostenerla entre las suyas; entre las muchas cosas que le gustaban del menor estaban sus manos, eran suaves, atípicas a las manos de un guitarrista, solo sus dedos tenían algunas imperfecciones como las uñas mordidas y algunas heridas y cayos pero las amaba tal y como eran, eran perfectas y desde que solían andar de la mano cuando niños, cuando nadie los veía, adoraba cómo calzaba con la suya.
Era como si estuvieran hechas para eso.
— Extrañaba esto —musitó acercándose para abrazarlo, Graham sonrió contento y lo abrazó de vuelta con mucho cuidado y suavidad, sin perderse nada de aquel abrazo, ni el aroma de su colonia más cigarrillos o el calor que le brindaba tanto fuera como dentro su cercanía— Los dos, nadie más —soltó una risa cansada.
— Como siempre, Dames, no te vas a deshacer de mí nunca —bromeó el menor.
— Te amo —Damon lo miró y luego lo besó tiernamente. Escucharlo nuevamente luego de años de dejar de intentarlo fue como nunca haberse separado de él, fue lo que necesitó para reafirmar que nadie podría hacerlo sentir lo que sentía como Damon— Siento haber sido brusco en... en casa de Alex, también.
— Naw, creo que me gusta —lo picó Graham— Amo todo lo que haces, así que...
Damon sonrió, una sonrisa mucho más suya, mucho más alegre y animada, incluso pícara. Graham se sonrojó ante eso y el hecho de que lo estuviera mirando durante tantos segundos.
— ¿Qué tengo? —preguntó intimidado.
Damon simplemente adoraba que se sonrojara. Había olvidado cuantas veces había hecho eso mismo: detenerse a mirarlo solo para ver cómo sus mejillas se iban colorando y Graham desesperando. Eso le hacía feliz, era parte de las cosas pequeñas que le hacían sonreír a diario.
— Si vamos a terminar las cosas que dejamos pendientes en ese baño —explicó solemnemente— Quiero que... que sea especial —pestañeó— No lo sé, estoy un poco loco... y creo que también cansado —confesó luego, largándose a reír.
Damon, tienes veintiuno, no quince pensó pero no hizo nada por remediar lo tonto que era al lado de Graham.
— Creo que te entiendo —Graham se quitó las gafas y las dejó cuidadosamente sobre un lugar plano en la batería de Dave, Damon lo miró y alzó una ceja— ¿Nunca te diste cuenta de que ambos estamos bastante enfermos?
El rubio soltó una risotada.
— Con la misma enfermedad, claro —suspiró y no esperó más. El beso que le dio fue mucho más profundo que todos los que habían estado compartiendo y Graham se estremeció entre sus brazos, enredando los suyos alrededor de su cuello, devolviéndole el beso casi tan entusiasmado como él.
— No hagamos nada —propuso el guitarrista, alarmando a su amigo.
— Pero...
— Ahora —lo interrumpió— Estás cansado, y yo... también, podríamos solo... dormir juntos.
— ¿Aquí? ¡Nos congelaremos!
Graham sonrió y tomó una de las manos de Damon, entrelazando sus dedos con los de él. Sentía que ahora que volvían a estar juntos tendrían todo el tiempo del mundo para mucho más como lo que había sucedido en aquel baño. Sonrió tontamente.
— Vamos a casa —soltó y lo arrastró hacia la salida— Donde quiera que sea ese lugar que tiene una cama y nadie que nos moleste para dormir.
Damon tuvo que admitir que la idea, con lo cansado y somnoliento que estaba por el exceso de trabajo y enfados, le pareció tentadora.
— Bien, guíame hacia ese lugar entonces —dijo con una amplia sonrisa en sus labios rosa.
Se dejó llevar una vez más, como siempre cuando se trataba de Graham.
Ok, soy subnormal, había olvidado que tenía un capítulo más de reserva y al abrir el word de casualidad lo encontré yyy bueno, no quise demorarme más en subir.
(Aviso: quizás demore un poquito más en subir el siguiente)