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CATHERINE


— ¡Devuélveme eso Bitch! — chillé tirándome sobre su cuerpo tratando de quitar mí Nutella de sus manos.

— Es mía, perra — dijo entre risas Aarón tratando de quitarse mi cuerpo de encima —. Oye deja de comer esto estás gorda.

Me pare en seco y lo fulminé con la mirada.

— No estoy gorda — me paré del piso haciéndome la indignada —, me has ofendido.

— Ohh vamos... — me picó la mejilla con su dedo —. No te enojes polvorita. Ha sido una broma.

Sonreí de lado y en un rápido movimiento saqué la Nutella de sus manos.

— En tu cara — sonreí victoriosa y luego lo apunté con mi dedo engrudado de Nutella —. Y no te vuelvas a meter con mí Nutella, o sufre las consecuencias de la Diosa de la Nutella — solté una risa "malévola" o eso quería imitar porque parecía el chillido de una ardilla.

— Loca — susurró, riendo junto a mí —. "Diosa de la Nutella" Oh prima querida sí que estas mal, debería devolverte al manicomio de donde te he sacado.

— Ni que lo digas — concordé, subiendo las escaleras hacia mi habitación —. Tal vez la "Diosa de la Nutella" no exista, pero lo que sí existe es ésa araña subiendo por tu hombro — me encogí de hombros y sonreí de lado entrando a mi habitación junto con mi preciada Nutella, además de escuchar los gritos de Aarón.

Encendí la TV y coloqué el maratón de "The vampire diaries." Me tiré sobre mi cómoda cama y dejé que mi relajado fin de semana comenzase. A mitad del quinto capítulo me dieron ganas de ir al baño así que me levanté y caminé hacia él, pero al terminar de hacer mis necesidades me llevé una no muy grata sorpresa o eso quería creer.

— ¿Ves esto? — apuntó la televisión llevando una fresa con Nutella a su boca y mirándome con algo de diversión.

— No lo has hecho... — susurré dejando mis brazos a los costados de mi cadera en forma de jarra.

— ¿Ah, qué? — frunció el ceño comiendo Nutella con mis fresas.

— ¡Esa es Nutella, Alec! — grité como una loca histérica quitando mi tarro de Nutella de sus manos.

— Debo admitir que es rica esa mierda... — dijo haciendo una carita de perro mojado.
No iba a admitir en voz alta que Alec se veía tierno haciendo ese tipo de morisquetas, me hubiese gustado tener mi móvil a mano para tomar una fotografía.

— ¿Por qué me miras así? — preguntó haciendo a un lado las fresas y frunciendo su ceño.

— Nada — hice una mueca —. ¿Qué haces aquí?

Eternos I: Suya por la eternidad. ( 18) |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora