A veces, las heridas más profundas no vienen de los extraños, sino de quienes juraron estar a tu lado como amigos.
ANI
—¡Más te vale que no intervengas! De lo contrario, tu apreciada amiguita se enterará de que ha vivido engañada y utilizada por ti. —Valeria me empujó con un dedo en el pecho, haciéndome retroceder unos pasos. Su tono amenazador y mirada burlona eran los mismos de siempre, pero esta vez parecía más decidida a destruirme.
—¿¡Por qué no la dejas en paz!? —grité, incapaz de contener la rabia que me consumía—. ¡Pasaste años acosándola y maltratándola! ¡Solo le haces daño!
—¿Y tú? —Valeria rio, dando un paso hacia mí, reduciendo la distancia entre nosotras—. No te hagas la santa, Ani. Si hablamos de personas despreciables, tú encabezas la lista. La engañaste, la manipulaste. ¿O crees que olvidé quién nos pasaba la información? Fuiste tú la que nos decía dónde estaba, qué hacía, cómo y cuándo atacarla.
—¡Ustedes me usaron! —respondí con firmeza, aunque mi voz tembló al final.
—Deja de mentirte. —Su risa sarcástica me golpeó como un látigo—. Tú le tenías envidia, Ani. Te consumían los celos. Y no lo niegues: querías ser como ella, pero al mismo tiempo querías destruirla.
Eso era cuando era una niña, una adolescente y quizas persista ese rencor hasta ahora pero no lo suficiente para dejarme cegada, porque quiero a Amy, quizas tarde pero la quiero. Ella es mas que mi familia, es la chica que de alguna manera y extraña me hizo dudar de mi sexualidad y la unica.
—¡Ya basta, Valeria! —exclamé con la voz quebrada—. Solo deja de hacerle daño.
—¿Dejar de hacerle daño? —Se acercó más, su rostro a centímetros del mío, y me habló con un tono gélido que me heló la sangre—. No solo lo hago porque quiero, Ani. Esto me lo han pedido, y me pagan bien por ello.
Mis ojos se abrieron de par en par.
—¿Qué estás diciendo?
—Exacto, Ani. —Valeria sonrió, saboreando mi reacción—. No es solo por diversión, aunque, claro, disfruto verla así, destrozada. Hay alguien que quiere que Amy sufra. Yo solo soy la herramienta, pero el objetivo viene de más arriba.
Sentí que me faltaba el aire. Las palabras de Valeria eran como puñaladas, y la idea de que había alguien más detrás de todo me hacía temblar de pies a cabeza.
Amy.
¿Quién podría querer hacerle daño?
—¿Quién? —pregunté, aunque mi voz apenas salió como un susurro.
—Eso no te incumbe. —Valeria retrocedió un paso y me observó con una sonrisa triunfal—. Pero más te vale no decirle nada a tu amiguita. Si lo haces, no solo Amy sufrirá. Tú también.
Se dio media vuelta, y al pasar por mi lado, chocó su hombro con el mío. Su risa y la de su grupo resonaron mientras se alejaban, pero yo me quedé congelada en mi lugar.
Lo siento, Amy
No sabes cuánto.
Cuando Valeria y su grupo desaparecieron, me dirigí directamente a la casa de Amy. Mi cabeza era un caos; las palabras de Valeria seguían resonando en mi mente, llenándome de una mezcla de rabia, miedo y arrepentimiento. Pero lo único que tenía claro era que necesitaba verla. Necesitaba advertirle.
Subí por la ventana de su cuarto, como había hecho tantas veces antes, pero esta vez Amy no me recibió con una sonrisa. Estaba sentada en su cama, abrazándose las piernas, y al verme entrar, sus ojos azules reflejaban una mezcla de sorpresa y cansancio.
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Renacer en las Ruinas
Teen FictionRachel Romanoff y Amy Richardson no podrían ser más diferentes. Rachel, con su porte impecable y su aparente seguridad, pertenece a una familia que parece tenerlo todo, mientras que Amy lucha por abrirse camino en un mundo que no pertenece. Sin emba...