22 diciembre

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Veintidós de diciembre. Faltaba un día. Y Juanjo no podía pensarlo sin morirse de nervios. Sabía que saldría bien, estaba más que claro, pero aún así, le daba miedo el hecho de no hacerlo bien, de que no fuera tan especial como Martin se merecía.

Necesitaba que todo fuera perfecto.

Ahora estaban con sus cuerpos completamente juntos, sin que los separara ni un solo centímetro, con sus respiraciones acompasadas. Tranquilos.

La luz que comenzaba a entrar por la ventana comenzó a despertarles, haciendo que comenzaran un recorrido de cosquillas por el cuerpo del otro; sonriendo ante el tacto.

Suaves.

—Buenos días —susurró Juanjo, con la voz aún ronca; mientras que Martin se derretía completamente ante el.

—Buenos días, guapetón. Que tal has dormido?

—Contigo siempre bien, ya lo sabes —dijo rodeando su cintura, pegándolo más a un contra su cuerpo, dejándole un beso suave en los labios.

Suspirando frente al contacto.

—Es veintidós...

—Madre mía —rió Juanjo nervioso —Mañana salimos muy temprano eh.

—A donde?

—Para que preguntas si sabes que no te voy a decir nada, cielo?

—No se, quería intentarlo.

—De momento hoy salimos a comer y después a otro sitio; te apetece?

—Mucho —asintió efusivamente, rodeando su cuello con su mano, acariciándole el vello de la nuca.

—Estoy deseando que leas la carta de hoy; es un spoiler de lo de mañana —sonrío tímido.

—Cual crees que va a ser mi favorita?

—La de mañana, sin duda. Aunque la del veinticuatro es bonita. Mucho de hecho.

—Creo que la cita de mañana va a estar a la altura de tu carta entonces.

—Seguro que es mucho mejor —respondió rodando los ojos.

Remolonearon durante un ratito más, acordándose de todo el tema de Álvaro y Cris, hablando por el grupo que tenían para ver cómo seguía todo.

El resto del grupo les dijo que habían hablado con Álvaro y que habían decidido escucharlo... Terminando por afirmar que, como pensaban, todo había sido un plan de ellos dos, para poder conseguir lo que querían... Decidiendo no querer saber nada más de ellos.

Martin y Juanjo, aliviados, salieron de la cama; bajando a la cocina a desayunar, aún encontrándose toda la planta baja vacía. En silencio. Disfrutando de ello.

—Ha salido bien.

—Lo dudabas?

—No se... No me esperaba eso de Álvaro la verdad.

—Siempre me dio la impresión de que le gustabas sabes? Me ponía de los nervios —dijo acercándose a él, dejándolo atrapado entre su cuerpo y la encimera.

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