Capítulo 23

                                    

                                          
(⚠️ Advertencia ⚠️ Está capítulo podría tener spoilers de troubled love por si aún no has leído esa historia)


Jimin levantó una ceja, la curiosidad lo estaba carcomiendo. ¿Por qué Jungkook, siendo tan talentoso con el violín, había dejado de tocar? 
—Tenemos tiempo. Puedo escucharte —murmuró, buscando no sonar insistente. 
Jungkook soltó una risita seca —¿No eras tú quien decía que lo único importante era el proyecto y componer la canción? — 
Jimin se sonrojó, sintiéndose descubierto—Está bien si no quieres contarme… Solo es que eres muy bueno, y no entiendo por qué dejaste la música clásica —respondió en voz baja, mirando sus manos. 
Jungkook se rascó la cabeza, incómodo —Nunca toqué música clásica en una orquesta como tú. Yo tocaba el violín por mi cuenta —confesó. 
—¿Lo aprendiste tú solo? —preguntó Jimin, sorprendido. 
—No del todo… Tuve un profesor —aclaró Jungkook. 
—Increíble —dijo Jimin, sincero. Sin embargo, notó el cambio en el rostro de Jungkook: estaba claro que no quería hablar más del tema. Quizá era una mala experiencia, pensó, así que intentó mostrarse comprensivo. 
Jungkook suspiró, y tras un momento de silencio, murmuró —No es que no quiera decirte, Jimin… Es solo complicado. Creo que es lo más complicado de mi vida— 
Ese suspiro pesó en el aire. Jungkook se debatía internamente. Nunca había hablado de esto con nadie; ni siquiera los chicos de la banda lo sabían. Era su gran dilema familiar. Un tema que, a veces, lo impulsaba a ser el mejor, pero otras, lo hacía sentirse vacío y no querido. 
Miró a Jimin, quien lo observaba con sus ojos verdes llenos de calidez y paciencia. Esa conexión que empezaba a formarse entre ellos lo hacía sentir seguro, como si tal vez hablar podría ayudarle. 
—¿Puedo confiar en ti? —preguntó, su voz temblorosa.
El cambio en Jungkook era evidente, ese aire juguetón había desaparecido, y ahora parecía vulnerable, casi frágil. Jimin sintió un nudo en la garganta, pero respondió con suavidad—Puedes confiar en mí — 
Jungkook se movió hacia la cama, dejándole espacio a su lado. Cuando Jimin se acostó junto a él, Jungkook tomó su mano y entrelazó sus dedos. 
—¿Recuerdas lo que te dije de la guitarra que me dañaron? Que era importante para mí porque cuando la compré decidí que haría lo que amaba y me hiciera feliz, sin intentar impresionar a nadie más— 
Jimin asintió, aunque el nudo en su garganta crecía—Sí, lo recuerdo— 
Jungkook suspiró, con un aire sombrío—Ese día dejé por completo el violín— 
Jimin lo miró con sorpresa, pero no lo interrumpió. 
—Mi madre no viene de una familia adinerada como mi padre. De hecho, cuando se conocieron, ella trabajaba como empleada en una tienda. Siempre ha creído que el dinero lo es todo. Mamá apoya todas mis decisiones, pero lo hace de una forma… superficial. Si le digo que quiero un dinosaurio de mascota, probablemente invertiría en un proyecto para crearlo, me lo entregaría y luego se iría, sin importarle qué haría yo con él después —dijo Jungkook, con una risa amarga. 
Jimin tragó saliva. Esa mujer parecía pensar que criar a un hijo era simplemente darle todo materialmente. 
—Lo único que quería era que ella estuviera allí, que me viera —continuó Jungkook— Pero siempre parecía estar pensando en otra cosa. Mi padre, por otro lado… A él solo le importa llenar sus bolsillos con dinero. No es una mala persona, pero para él nunca seré suficiente. Nunca cumpliré sus expectativas—