4. Mas tensión

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La noche estaba tan calmada como la cuadra en la que vivía Turquesa.

- Sí, lo estoy ¿Acaso no me ves que estoy bien? Ahora vete Becker, por favor.- Le responde ella mientras buscaba sus llaves en el bolso.

- No me dejas convencido, sé que algo te pasaba. - insiste él, ella ladea su cabeza.

- Ok, mira, estuve absolutamente toda la tarde volando en planeador, sumado a que tuve que hacer varias maniobras acrobáticas que querían los clientes, hasta un lupin me tocó hacer y durante la cena tomé champaña, a la cual no estoy acostumbrada después de un día así. ¿Contento? ¡Ahora piérdete de mi vista por favor! - Becker por supuesto que no le creía, la conocía muy bien para darse cuenta, de que en verdad ella le estaba mintiendo, como siempre solía hacer. La champaña no tenía nada que ver.

Becker la observaba en detalle con una sonrisa en la cara, la cual descoloca por completo a Turquesa cuando alza la mirada, una vez que tenía la llave de su casa en la mano.

- ¿Se te perdió algo o qué? - Le pregunta ella algo incrédula.

- Nunca entendí por qué me tratas tan mal cuando estamos a solas, es decir ¿En algún momento te hice algo que te ofendió? Porque de verdad que si es así, nunca fue mi intención - Turquesa endurece la mandíbula, se queda sorprendida, Becker tenía razón, es que en verdad no le había hecho nada, pero tampoco sabía que responder, todo lo que hacía ella era tratar de evadirlo para no caer en la dulce tentación.

- Siempre te noto tensa, hasta algo nerviosa o ansiosa. - Continúa hablando mientras se acerca cada vez más a ella. - Se me hace que en realidad sí te pasa algo conmigo y no me lo quieres dar a saber. - la distancia se acorta del todo, cuando está a punto de besarla, Turquesa reacciona y corre la cara.

- Odio que hagas eso, no sé por qué siempre piensas que quiero contigo, ya te lo dije, son tus ganas, no las mías, ahora vete que está por llegar mi cita, el que de verdad me gusta. - Le dice ella en tono de seriedad, Becker simplemente ríe.

- ¿En serio viene alguien? ¿O son excusas tuyas para que me vaya?

- No tendría por qué tener excusas contigo, en realidad me da igual tu presencia, por mí si quieres hasta te puedes quedar en lo que él viene, lo que sí te vas a aburrir como hongo, así que lo mejor que puedes decidir es irte. - Le miente ella con la intensión de que se fuera.

- Ok, entonces me quedo hasta que tu cita venga. - Le saca la llave de la mano, sube la escalera para entrar al apartamento de ésta que estaba encima de la cochera.

Turquesa se queda atónita, creyó que diciéndole eso iba a pasar todo lo contrario, nunca se le pasó por la cabeza que decidiera quedarse. ¿Y ahora que iba a hacer para correrlo disimuladamente sin alterarse? El tipo la enloquecía por dentro, necesitaba tener un plan urgente.

Pero lo conocía y seguramente hasta que no apareciese la supuesta cita no se iría, así que tenía que invitar a alguien.

Ella en esos días se había estado escribiendo con alguien en la App de citas, pero no era momento de invitarlo sin conocerlo, así que decidió mandarle al último imbécil con el que salió, porque encima todos resultaban ser así igual de patanes.

Por eso no quería involucrarse con Becker, temía que fuera igual que todos, ella era muy exigente y siempre le resultaban unos brutos, tanto en persona como en la cama.

Se aseguró que el mensaje se haya entregado correctamente, entonces subió al departamento, no vio a Becker a simple vista y la puerta del baño estaba abierta con la luz apagada ¿Dónde diablos se había metido?

- ¿Becker?

- Es muy bonito tu apartamento, sobre todo tu habitación, tu colchón es de una excelente calidad y comodidad. - Le dice él con un tono de voz seductora de infarto desde donde estaba.

- ¿Quién te dio permiso de entrar en mi cuarto? Te me sales de ahí en este mismo instante. - Le dice ella en tono autoritario chasqueando los dedos desde el umbral, eso a él le parece sumamente divertido.

Ella enciende la luz, lo ve acostado en medio de la cama, arriba del cobertor, con la camisa arremangada hasta el codo, además de abierta, dejando ver sus sexys abdominales y tórax desnudo totalmente atractivo.

Ella evita no verlo de manera lasciva, para disimular sus ganas, se va de inmediato a la sala en donde agarra un cigarrillo con un encendedor, se dirige al balcón, cuando está a punto de encenderlo, éste se lo quita de la misma forma que hacía unos días atrás en el mirador, su actitud la deja atónita aún más.

Estaba a punto de insultarlo, pero el tenerlo tan de cerca con su bello tórax expuesto frente a ella, hace que se olvide por completo todo lo que le iba a decir.

- ¿Te gusto? Puedes tocar si quieres, es más sabroso así. - Dice él en tono divertido.

- Eres un imbécil Becker, me tiraste el último cigarrillo que me quedaba. - Se va a la cocina y agarra una botella pequeña de cerveza que tenía en la heladera.

- Creí que habías dicho, que de tantas vueltas que habías dado en el cielo, te hacía mal tomar alcohol después. - Ella lo mira con la mandíbula endurecida y seriedad en el rostro.

- Mejor abróchate la camisa, no quiero que Minetti te vea así. - Le dice ella bebiendo un sorbo de cerveza, él le quita la botella y bebe también del pico, ésta lo mira enarcando una ceja.

- ¿Así que el que te gusta es Brian Minetti? No puedo creer que te acuestas con ese imbécil. Digo, porque no creo que lo invites a tu casa así de la nada, si es que no ha pasado nada aún. - Turquesa se queda sorprendida, no tenía idea de que lo conocía a Brian y tampoco que la conociera tan bien a ella misma, cuando él le ofrece nuevamente la botella, ésta hace cara de asco y se va en dirección al balcón.

En el camino checa la conversación de WhatsApp, Minetti le avisó que iba en camino, así que eso la relajó un tanto, solo tenía que contenerse otro poco hasta que se fuera Becker de su casa.

Cuando llega a la baranda, una vez que guarda el móvil en el bolsillo trasero de su jean, gira en su propio eje y para su sorpresa Becker ya estaba detrás de ella.

- ¿No te cansas de seguirme como las moscas? - Le dice ella de mal humor, él niega con la cabeza.

- Que lástima que no me tienes ganas como dices. - Le dice él con un semblante tranquilo y tono seductor a la vez. - Porque tú y yo podríamos pasarla bien si te animaras. - Ella lo mira fulminante.

- Ya vete, Becker, hablo en serio, me tienes harta con tus estupideces. - Le dice ella dándole un empujón, pero éste en vez de irse para atrás, la toma de la cintura de manera desprevenida y la acorrala contra la baranda del balcón.

Al impactar contra el fierro de manera un tanto brusca y quedando sus rostros tan de cerca, hace que por unos instantes ella se quede sin aliento.

- Estupideces son las que te voy a decir ahora, porque quiero que las sepas antes de irme y dejarte en paz como tú quieres. - Ella lo mira detalladamente, nunca lo había visto en esa forma con absoluta seriedad. - Mira, no es ningún secreto que me encantas, si fuera por mí ya desde hace rato estaríamos en tu cama, ambos desnudos, explorando todas las posiciones exitantes que se nos ocurran y tú gimiendo mi nombre de tus labios por el placer que yo te provoque...pero tranquila, no lo voy a hacer por la fuerza, no soy así, me gustaría más que me demuestres que me desees para que eso suceda.

Ambos quedan conectados con la mirada, un par de instantes después, él se aparta unos cuantos centímetros, comienza a beber el resto de la cerveza que quedaba sin cortar el contacto visual.

Ella estaba atónita, no sabía que decirle sin que no le temblara la voz, con todo lo que le dijo, se le hacía difícil no imaginar nada, eso hacía que se encuentre aún más exitada, que solo verlo con la camisa desprendida mientras bebía del pico.

Realmente se moría de ganas porque la tomara en ese instante, lo que le pasaba con él, en realidad no lo lograba sentir con nadie más y eso que siempre en las app de citas buscaba enredarse con los más guapos.

Becker comienza lentamente a abotonarse la camisa de manera sexy, observando en detalle la mirada de Turquesa en cada uno de sus movimientos, esperaba en cierta forma buscar una sola actitud de deseo de parte de ella, pero ésta parecía contenerse demasiado.

De pronto algo sucedió que los invadió a ambos por completo.
















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