C a p í t u lo 5

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—Se lo merece —trato de convencerme a mí misma mientras decido que caja de cereales llevarme esta semana.

Al fin y al cabo, él casi me atropella. Lo malo es que tras unos minutos para pensar en mis acciones, empiezo a sentir el peso de la culpa.

Recuerda lo que te dijo el otro día en casa, Zoe. ¿Cómo se atrevió a insinuar que yo...? ¿Que él y yo...?

Joder, no puedo ni ponerlo en palabras. ¿Acaso no le enseñaron nunca decencia? Es un desvergonzado. Un cretino. Un idiota. Un inmaduro. Un gilipo...

—¿Hablando de nuevo con los cereales?

—¿Perdona?

—Los cereales —repite, señalando la caja de cartón que tengo en la mano—. No deben de gustarte mucho, porque acabas de llamarlos inmaduros y gilipollas.

F.

Estaba hablando en voz alta.

—Dios, lo siento, Maya. Hablaba en voz alta.

—Te acuerdas de mi nombre.

Parpadeo confusa y dejo la caja de cereales en su sitio.

—¿Perdona?

—Me has llamado Maya.

—Te... Te llamas así, ¿verdad?

Ella asiente y acto seguido me toma de la mano y la estrecha con fuerza.

—Maya González, un placer.

—Zoe Wilson —respondo con duda—. ¿Siempre eres...?

—¿Tan enérgica? —Contesta por mí—. ¿Tan fuerte, valiente y sagaz? Esa soy yo.

Estrecho su mano y me quedo entrecortada pero, para mi suerte, ella continúa.

—Perdona, no pretendía asustarte.

—No lo has hecho. Es que he tenido un mal día.

—¿Y eso?

Pienso en hablarle de Kayden y el batido, pero prefiero no hacerlo. Así que contesto:

—Me han contratado como secretaria en la veterinaria del pueblo.

—Pero eso es bueno, ¿no?

—Me dan miedo la mayoría de animales.

—Oh. Joder. Es cierto. Me lo dijiste.

Lo recuerda, y eso me hace sonreír. Maya también sonríe. Parece una chica dicharachera y feliz. Entonces, de la nada, pregunta:

—¿Y si quedamos un día a tomar algo?

Antes, en el instituto, era muy tímida. Creo que en parte lo sigo siendo. Conseguí hacerme amiga de quienes fueron mis mejores amigas en esa época de milagro. Y ahora, con la muerte de Aiden y la universidad, han desaparecido del mapa.

Ni siquiera han contestado a mis mensajes anunciando que volvería al pueblo.

Y aquí está Maya, una chica agradable que me invita a hacer planes. Sin juzgarme.

—Me encantaría —admito.

Y así de fácil es como quedamos para ir a tomar algo otro día, cuando la tienda cierre. Y de paso le ponga al día de la veterinaria.

¿Por qué socializar se me hizo tan complicado en el instituto?

*****

A pesar de todo, nada me prepara para el primer día de trabajo en la clínica veterinaria del doctor Ricci. Cuando llego él es muy amable y me explica todo lo que necesito. Será un día de prueba para los dos, para ver si realmente encajo, y he de admitir que estoy nerviosa.

amorOfobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora