Capítulo 180: Longitud de onda

                                    

                                          
Lee Sa-young, que todavía sostenía el teléfono en la oreja, miró fijamente a Cha Eui-jae. Luego decidió terminar la llamada e inclinó ligeramente la cabeza. En cuanto Cha Eui-jae escuchó el pitido, se puso de pie de un salto y se tambaleó hacia atrás, golpeándose la barandilla con la cintura.
¿Debería saltar? Miró hacia abajo. Desde esa altura, pensó que estaría bien incluso si se caía. Pero Lee Sa-young reaccionó de inmediato.
"¿Adónde miras? Vuelve la mirada hacia aquí".
"..."
"Mírame."
Bastardo listo. Cha Eui-jae se agarró a la barandilla, decidido. Si la situación se complicaba, saltaría de verdad. Lee Sa-young sonrió, pero no había ni un atisbo de risa en sus ojos.
"Oh... ¿vas a caer?"
"..."
"¿Debería caer contigo? Esta vez, en lugar de las escaleras, tal vez deberíamos correr por la calle principal, uno al lado del otro. Eso haría que el rumor fuera aún mejor, ¿no crees?"
¿Quién crees que es el responsable de esto? Ni siquiera entiendes cómo me siento. Cha Eui-jae, a punto de estallar y decir: "Está bien, ¡Hay que morir los dos entonces!", fue interrumpido por una voz apagada detrás de Lee Sa-young.
"Líder del gremio, ¿no sabe lo que significa ser lastimoso? Se supone que debe actuar de manera lastimosa, no provocar una pelea".
Detrás del abrigo negro, una cabeza pelirroja asomó por la puerta. Era Kang Ji-soo, a quien Cha Eui-jae había visto antes en el vestíbulo. Junto a ella estaba Bae Won-woo, rascándose la cabeza con una mueca. Lee Sa-young se encogió de hombros.
"Oh... Nunca antes me había mostrado lástima, así que no lo sabría. ¿Fue mi culpa?"
En lugar de responder, Cha Eui-jae giró la cabeza ligeramente, lo suficiente para que solo el abrigo negro de Lee Sa-young permaneciera a la vista. Escuchó una leve risa de Lee Sa-young. En su lugar, lo que entró en la visión de Cha Eui-jae fue Seo Min-gi, arrastrándose hacia la puerta a cuatro patas.
"..."
"..."
Al sentir que lo observaban, Seo Min-gi miró hacia atrás, asintió solemnemente e inclinó la cabeza.
"Este parece ser un asunto que usted y el líder del gremio deben resolver personalmente, señor."
Luego siguió gateando. ¿Resolverlo? ¿Cómo? ¡Ni siquiera estoy en el estado de ánimo adecuado! Pero antes de que Cha Eui-jae pudiera decir nada, Seo Min-gi había llegado a la puerta.
Agarró el pomo de la puerta, recogió el abridor romántico colapsado y dijo:
"¡Buena suerte!"
"Espero que tengas una conversación significativa".
Luego cerró la puerta detrás de él.
¡BAM!
El sonido de la puerta al cerrarse fue como el de una guillotina. Poco después, la puerta desapareció, como si nunca hubiera existido, disolviéndose en polvo. Solo ellos dos permanecieron en el tejado. Cha Eui-jae giró deliberadamente la cabeza. La ceniza blanca cayó suavemente, suave como la nieve.
Se le escapó un suspiro entrecortado. Lee Sa-young se pasó una mano por el pelo y los suaves rizos se dispersaron.
Cha Eui-jae se dio cuenta de repente de que Lee Sa-young sostenía en su mano izquierda una bolsa de la compra cuadrada con el logotipo de un restaurante coreano de menú fijo. Al verla, algo en su pecho se agitó de forma extraña. La voz de Lee Sa-young, baja y tranquila, preguntó: