---Kayla
La figura enmascarada dio media vuelta y caminó hacia el fondo de la sala, donde una puerta oculta en la pared se abrió con un sonido apenas audible. Nos hizo una señal para que la siguiéramos, y, sin pensarlo dos veces, nos adentramos en la oscuridad detrás de ella. Cada paso que dábamos parecía pesar más que el anterior, como si el aire mismo se hubiera cargado de una tensión palpable.
La sala en la que entramos era completamente diferente a cualquier cosa que hubiéramos visto en el instituto. Las paredes, de piedra rugosa, estaban cubiertas por tapices oscuros, y la iluminación, escasa, provenía de candelabros que colgaban del techo, con velas que parpadeaban como si tuvieran vida propia. El aire era frío y húmedo, y el suelo crujía bajo nuestros pies, como si esta habitación hubiera estado esperando siglos para ser descubierta.
La figura enmascarada nos señaló una mesa larga, en el centro de la sala, cubierta con una tela negra que caía hasta el suelo. La figura nos indicó con un gesto que tomáramos asiento. Al hacerlo, se retiró hacia un estrado elevado, oculto en las sombras, y luego de unos instantes, tomó un gran libro de aspecto antiguo y pesado. Lo abrió lentamente, el sonido de las páginas rasgando el aire de la sala, y al llegar a las primeras páginas, su voz resonó con firmeza y solemnidad.
—En el día de la fecha, siendo las diez y veintidós p. m., doy comienzo a la iniciación del año Centésimo Sexagésimo Sexto del Club San Judas Tadeo. En este nuevo ciclo, hemos elegido como miembros a los nuevos integrantes de la élite: Kayla Devereux, Nathaniel Prescott, Theodoro Blackwell y Vivienne Sinclair, quienes han demostrado ser dignos de formar parte de nuestra institución secreta.
La sala guardó silencio absoluto mientras nuestras miradas se cruzaban, entrelazadas con la misma duda y tensión. Nadie se atrevió a interrumpir la lectura de las reglas.
La figura levantó la mirada, observándonos con una intensidad casi palpable, y continuó.
—Las normas son claras y simples, y deben ser seguidas al pie de la letra, sin excepción:
No traicionar al Club. La traición es la peor ofensa que se puede cometer, y quien traiciona se convierte en una amenaza para todos. La lealtad al Club es inquebrantable.
Obedecer al líder en todo lo que crea que es lo mejor para el Club. El presidente es el máximo responsable de la dirección del Club. Sus decisiones son infalibles, y se deben seguir sin cuestionar.
Respetar y servir al líder. La relación con el presidente debe ser de completa sumisión y respeto. El Club depende de su visión y control absoluto.
El Club es secreto. Nadie fuera de estas paredes debe conocer nuestra existencia ni lo que aquí ocurre. La discreción es nuestra mayor protección.
Nadie puede hablar de lo que sucede aquí. Las palabras, los rumores, las confidencias: todo queda sellado dentro de estos muros. Cualquier intento de divulgación será considerado traición.
Si cae uno, caemos todos. La unidad del Club es esencial. Si un miembro se ve comprometido, la integridad de todos los demás estará en riesgo. La lealtad es colectiva.
La figura cerró el libro con un golpe seco, como un eco que retumbó en las paredes de la sala. Su mirada se posó nuevamente en cada uno de nosotros, evaluando nuestras reacciones, nuestras emociones.
—Ahora, Kayla Devereux, has sido designada por el líder, el presidente en funciones del Club. Según él, las fuerzas del cielo han señalado que tu presencia será crucial para fortalecer lo que hemos construido. Bajo su liderazgo, el futuro del Club depende de ti como una pieza clave para este nuevo ciclo que está por comenzar.
La figura se acercó un poco más, y por un instante, todo pareció volverse más cercano, más personal. Su voz ahora era más baja, más directa.
—Kayla Devereux, ¿estás dispuesta a renunciar a todo lo que eres y a todo lo que conoces para unirte a San Judas Tadeo? ¿Entregarás al Club tu lealtad inquebrantable, tu compromiso total y tu disposición a obedecer cada una de nuestras normas sin objeciones?
El aire se volvió pesado. La pregunta, aunque simple en su forma, cargaba con una inmensa responsabilidad. Todo en mi interior se detuvo por un momento, como si el tiempo se suspendiera, y la sala esperara mi respuesta.
Mi corazón latía fuerte en mi pecho. El peso de la decisión era más grande de lo que podría haber imaginado, y por un momento, dudé. Pero sabía que no había vuelta atrás. Estaba aquí, y ya no podía escapar.
Miré a mis amigos, a Theo, Nathaniel y Vivienne, todos esperando. Todos en el mismo dilema, todos en la misma encrucijada.
Finalmente, respiré hondo, y con una voz firme, respondí.
—Sí, acepto.
La figura enmascarada asintió lentamente, un leve brillo de aprobación en sus ojos oscuros.
—Bienvenida a San Judas Tadeo, Kayla.
La figura enmascarada continuó interrogando a mis amigos, uno por uno, preguntándoles si aceptaban unirse al Club. Con voz grave y solemne, nos indicó que debíamos pasar individualmente al estrado.
Cuando llegó mi turno, me enfrenté a aquella presencia imponente, con sus ojos ocultos tras la máscara que reflejaba la luz de las velas. Sobre la mesa, una daga brillante parecía esperar mi decisión. La figura la levantó ceremoniosamente y, con un tono que resonaba en la penumbra, preguntó:
—¿Juras lealtad absoluta al Club, prometiendo que nada ni nadie romperá este vínculo, y que seguirás nuestras reglas sin importar las consecuencias?
Con un ligero temblor, asentí. La figura me tomó de la mano, haciendo un pequeño corte en mi palma con la daga. Un leve ardor subió por mi brazo mientras una fina línea roja se dibujaba en mi piel.
Al bajar del estrado, me hicieron tomar las manos de mis amigos, quienes ya habían sellado su compromiso de la misma manera. La sangre de nuestras heridas se mezcló, uniendo nuestras promesas en un gesto simbólico y oscuro. Así, el pacto con el Club quedó sellado.
—Ahora que son miembros oficiales del Club, deben entender algo fundamental —anunció la figura enmascarada, su voz resonando como un eco en el salón tenuemente iluminado—No hay marcha atrás. No existe forma de salir del Club. Sus lazos con nosotros son eternos, y cualquier intento de romperlos traerá consecuencias que ninguno de ustedes está preparado para enfrentar.
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Inefable
Mystery / ThrillerHola soy Kayla Ludovica , y esto es mí diario, dónde contaré mí día a día, mis emociones, y cómo un día mí vida cambio completamente y dejo de ser anodica. Preparen sus mentes y su estabilidad emocional porque que voy a acabar con ella. Mí historia...