Ya en la noche, los dos estaban sentados junto a una fogata.
Sasuke había vuelto a su tamaño original, pero nadie sabía cuánto tiempo permanecería así.
—Ve el lado positivo... —Kakashi buscó las palabras correctas mientras asaba un pescado—. Estás... madurando para ser un hombre. Esto es parte de crecer.
Sasuke frunció el ceño y se cubrió más con la manta, tapando su desnudez.
—No soy una estúpida fruta para "madurar". Y, por cierto, ¿qué significa eso realmente? —preguntó, claramente frustrado.
Kakashi suspiró mientras se rascaba la nuca, buscando algo de paciencia.
—La pubertad es una etapa que mucha gente recibe con cariño, pero... —Kakashi miró a Sasuke—. Hay quienes no la reciben tan bien, y la mayoría de los adultos, en realidad, son niños asustados que sobrevivieron a esa etapa. —Dijo mientras movía el carbón de la fogata con un palo.
—¿Quién recordaría algo así con cariño? —murmuró Sasuke para sí mismo.
—Bueno, hay gente a la que la pubertad no les pega tan fuerte. Y las que realmente lo pasan mal son las mujeres. —Kakashi hizo una pausa, intentando hacer reír a Sasuke—. Porque dale la mínima oportunidad a una mujer de hablar de su vida y lo más probable es que te cuente que, cuando era más joven, se metía en cientos de peleas con sus padres.
—¿Te ha pasado? —preguntó Sasuke, curioso.
—En un par de ocasiones... —Kakashi se levantó, mirando hacia el fuego—. Pero eso es tema para otro día.
Sasuke volvió a transformarse, esta vez parecía un niño de seis años.
Kakashi rió bajo y se sentó al lado de Sasuke.
—¿Tú crees... que no soy como los demás? —preguntó Sasuke, mirando al suelo.
—Mmm... Nah, fuera de esta situación, para mí eres un chico completamente normal —respondió Kakashi mientras se revolvía el cabello.
Sasuke, aunque se sintió un poco molesto por la respuesta, decidió dejarlo pasar por esta vez.
—Hoy fue... un día agotador... —dijo antes de recostar su cabeza en el brazo de Kakashi, quedándose dormido.
Kakashi sonrió al verlo dormir, y con cuidado lo levantó, envolviéndolo bien en la manta. Después, caminó hacia la tienda de campaña y lo acomodó en su saco de dormir.
Cuando Kakashi salió de la tienda, se quedó un rato junto al fuego, disfrutando del silencio de la noche. De pronto, un leve ruido lo hizo girar la cabeza hacia la tienda.
Para su sorpresa, un pequeño gatito negro salió tambaleándose de entre las mantas.
—¿Ahora eres un gato? —preguntó Kakashi, incrédulo.
Sasuke soltó un maullido adormilado y, sin pensarlo demasiado, se trepó al tronco junto a Kakashi, acurrucándose cómodamente.
—Esto se me está saliendo de las manos... —murmuró Kakashi para sí mismo, mientras el pequeño gato cerraba los ojos y volvía a quedarse dormido.
Cuando Sasuke despertó en la tienda esa mañana, lo primero que notó fue que había vuelto a su tamaño normal. Con un suspiro de alivio, se vistió como pudo, pero al examinarse los brazos, se dio cuenta de que ahora estaban cubiertos de escamas negras.
Simplemente suspiró, resignado, y asomó la cabeza fuera de la tienda. Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso, sintió cómo su cuerpo se encogía nuevamente.