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Desde aquella cena en la que compartieron su primer beso, Lysander parecía caminar por la fábrica con un aire ligero y despreocupado que no había mostrado antes. Su buen humor era evidente para todos, especialmente para Jinx, quien observaba con curiosidad cómo Lysander parecía más feliz y, curiosamente, menos "pintarrajeado" que de costumbre.

Una tarde, mientras Silco revisaba algunas cosas en su escritorio, Jinx entró sin aviso, como siempre hacía, pero esta vez llevaba un destornillador en una mano y una sonrisa maliciosa en el rostro.

—¿Sabes qué es raro, papi? —comenzó, lanzándose sobre el sillón frente al escritorio de Silco y balanceando las piernas.

—¿Qué es raro, Jinx? —Silco apenas levantó la vista de los papeles que estaba buscando y acababa de encontrar.

—¡Lys! Ya no llega con esas marcas en el cuello. Tú sabes...esas.—Hizo énfasis, señalándose el cuello con exageración. —¿Qué crees que pasó? ¿Se volvió santo de la noche a la mañana? ¿Se habrá bautizado...por accidente?

Silco tensó ligeramente los hombros pero fingió indiferencia. —No se y no me interesan sus asuntos personales.

Jinx lo miró con sospecha, apoyando la barbilla en la palma de su mano. —Mmmm...pero algo cambió. Antes salía y volvía hecho un desastre. Ahora se queda más aquí, y cuando no está, regresa oliendo a el y no a...bueno, otras cosas o mejor dicho: otras personas.

Silco guardó silencio por un momento, evitando el escrutinio de su hija mientras firmaba un documento. Finalmente, dijo con calma: —Quizás por fin entendió que tiene responsabilidades.

Jinx no quedó satisfecha con esa respuesta, pero se limitó a encogerse de hombros. —Quizás. O quizás pasó algo más.—Luego de un instante de silencio, agregó con un tono travieso: —¿No será que tú tienes algo que ver con esto?

El sonido de la pluma de Silco contra el papel se detuvo abruptamente, pero no levantó la vista. —Jinx.

—¡Vale, vale! Me callo.—Se levantó de un salto y se dirigió a la puerta, pero antes de salir, lanzó una última bomba. —Por cierto, creo que Lys te está buscando. Dijo algo sobre hablar de asuntos importantes.

Antes de que Silco pudiera responder, Jinx salió riendo, dejando la puerta entreabierta.

Poco después, Lysander apareció, como si la mención de Jinx lo hubiera convocado. Silco lo miró con desdén fingido, aunque algo dentro de él se alivió al ver la sonrisa habitual en el rostro de Lysander.

—¿Qué quieres ahora? —preguntó Silco, volviendo su atención a los papeles.

Lysander se acercó y se sentó en el borde del escritorio, ignorando completamente las miradas reprobatorias de Silco. —Sólo venía a ver si tenías hambre. Estuve cocinando algo.

—No estoy interesado.—respondió Silco sin levantar la vista.

Lysander sonrió de manera burlona. —Claro que no lo estás. Pero de igual forma lo traje.

Con eso, sacó un pequeño plato que estaba escondiendo en su chaqueta y lo colocó frente a Silco. Era una porción de pastel casero, algo que sorprendió a Silco.

—¿Lo hiciste tú? —preguntó, mirando el plato con desconfianza.

—No, lo hizo Sevika. Por supuesto que lo hice yo.—Lysander rió y luego agregó: —Dale un mordisco. Si no te gusta, prometo que no volveré a cocinar nunca más.

Silco lo miró por un momento, analizando sus palabras. Finalmente, tomó un pequeño bocado. No quería que Lysander se pavoneara como siempre lo hacía cada vez que admitía algo, pero estaba delicioso.

—Aceptable.—dijo con indiferencia, aunque Lysander vio cómo sus labios se curvaban apenas en una leve sonrisa.

—Aceptable, dice.—Lysander negó con la cabeza, riendo suavemente. —Supongo que me esforzaré más para impresionarte entonces.

Aunque el momento fue breve, Silco notó que Lysander ya no era el mismo hombre que solía llegar tras pasar una noche con alguna mujer, hombre o lo que le gustara del burdel. Ahora, se la pasaba cerca de él, como si fuera un gato chiflado, frotándose en sus botas para llamar su atención. En el fondo, Silco sabía que ese cambio se había manifestado después de aquella cita y el beso, pero ahora que lo había notado, no sabía qué hacer con esa certeza sobre la mesa.

RIVALS. |Silco x Male reader|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora