35-Amigos si

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*Gavi*

Cuando pedri me soltó en casa y entré por la puerta estaba deseando llegar a casa y por fin estirar la pierna, necesitaba estar en reposo y aunque el rato en la piscina me había venido bien en todos los factores ya tenía que descansar.

Me duché y me quedé en calzoncillos tumbandome en la cama mientras sonreía, la había besado y me había dicho que quería en el mismo Dia, demasiadas emociones pero había merecido la pena solo por este nuevo acercamiento.

No sabía que era lo que pasaba, y lo único que se ocurría era que no era nuestro momento porque quizá ella por contrato no podía confraternizar conmigo, asique pensaba respetar sus tiempos para no meterla en lios, aunque eso no me iba a impedir seguir conquistandola con cada tontería que se me ocurriese hasta ese momento.

Después de tanto tiempo diciendo que no quería saber nada de relaciones serias, estaba deseando entrar en una.

Iris despertaba cosas en mi que ninguna mujer había despertado nunca. Siendo sinceros siempre había sido un tío que no le gustaba el compromiso, simplemente pasar el rato y divertirme, con la única que había llegado a tener un rollito más largo había sido Ana y la experiencia no había sido la mejor.

Ella no era mala, pero no entendía que no era su novio y a mi eso me ponía enfermo.

Pero con Iris la cosa cambiaba. Me gustaba su forma de calmarme y de hacerme reír, y me encantaba hacerla rabiar hasta dar con su toque de enfado que la hacía ser tan única.

-Joder, estoy loco por ella-me dije a mi mismo peinandome mientras sonreía mirando al techo.

Decidí mandarme un mensaje, si no quería que hubiese acercamiento extremo entre nosotros, tenía que aprovechar los mensajes que podíamos intercambiar, ahí nadie iba a mirar.

Entre en su chat, y cuando estaba por escribir la puerta de mi habitación sonó y resoplé bloqueando el móvil.

-¿Quién?-me quejé y Ale y Mario asomaron la cabeza con una sonrisa-¿todavía estáis aquí?-pregunté, creía que ya se habían vuelto a Sevilla.

-Yo también me alegro de verte, cabezón-me dijo Mario y yo reí negando.

-No es eso idiotas-les dije mientras los dos se sentaban en mi cama-no me habíais dicho que os quedabais más tiempo-les dije y los dos se miraron.

-Queremos invitarte a cenar y que salgas de la cueva-me dijo Ale y yo abrí los ojos.

-¿Hoy?-les pregunté y ambos asistieron-estoy cansado hoy-les dije a los dos.

-Venga Gavi, nos vamos mañana tío, así te despejar y además para cenar no tienes que hacer ningún esfuerzo-me dijo Mario y yo los mire a ambos repetidas veces.

Al final me convencieron. Y media hora después ya estaba vestido y yendo en el coche de ellos al restaurante.

-Entra tu, la mesa esta a tu nombre, nosotros vamos a aparcar para que tu no tengas que andar tanto-me dijo Mario y yo asentí bajándome del coche.

Entré al restaurante y pedí mi mesa a la que rápidamente el camarero me acercó, llevándome una sorpresa...que no me gustó nada.

La mesa no era para tres, sino para dos, y ninguno de mis amigos iba a ser mi acompañante.

-Hijos de puta...-murmuré mientras Ana se levantaba de la mesa mirándome con pena.

-Gavi, yo..-la corté.

-Ahorratelo Ana, ahorratelo-le pedí y ella me hizo ojitos, no podía con los ojitos de pena, no podía y ella lo sabía, por eso siempre me los hacía, porque me hacía sentir mal y acababa haciendo lo que ella quisiese-no deberías haber metido a los chicos en esto, igual que no deberías tomarte las libertades que te has tomado hoy, ¡y que te llevas tomando tantos meses!-le dije.

En Secreto-PABLO GAVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora