Capítulo XXVIII

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Advertencia de contenido: Este capítulo contiene contenido sexual explícito y 18. Además, se hace una mención a la escena de contenido delicado del capítulo 18, de manera muy breve e implícita, y se exploran las consecuencias de dicha escena.

¡Nos vemos al final del capítulo! 🤗

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«¿En qué momento me he enamorado de ella?»

—Marta, ¿estás bien? —preguntó Fina ante la inmovilidad de la otra, cuya mirada estaba perdida en su cara pero no la miraba a ella específicamente. Marta tenía los ojos entornados y un gesto de confusión en la cara, como si estuviera intentando descifrar un enigma que Fina no tenía ni la menor idea que existía. La costurera frunció el ceño, viendo como después de unos largos segundos la empresaria volvía a la realidad, parpadeando rápidamente antes de encontrar su mirada y sonreír como si no hubiera pasado nada.

—Sí, sí, perdón. —se disculpó, moviendo sus manos a los hombros de Fina y acariciándolos por encima de la ropa. Marta suspiró sutilmente, volviendo a admirar la cara de la otra con la sonrisa aún en sus labios.— Me he quedado pensando.

—Piensas demasiado.

—Le dijo la sartén al cazo.

—¡Oye! —Fina hizo un ademán de pellizcar a la otra en las costillas, haciendo que la mujer se retorciera en un intento de esquivar sus acciones. La costurera se incorporó, arrodillándose a horcajadas sobre la mujer con un gesto extrañado reflejado en su cara.— Espera... —Una sonrisa se formó en sus labios a medida de que una idea aparecía en su mente.— ¿Tienes cosquillas?

Marta tragó saliva.

— ... No.

—Ajá. —Fina asintió, su sonrisa agrandándose con picardía a medida que se daba cuenta de que había encontrado un maravilloso punto débil en la aparente seriedad de Marta.

—Fina, no. —la advirtió la empresaria, levantando un dedo a la vez que intentaba contener una sonrisa, viendo como la chica se inclinaba hacia atrás, como si cogiera carrerilla. No llegó a advertirla una vez más, pues la joven se abalanzó sobre ella, sus manos jugando con sus costillas mientras Marta se retorcía entre risas y gritos.— ¡Aaaaah! ¡No! ¡Jaj! ¡Fina, no! ¡Ay!

Las mujeres forcejearon durante un largo minuto, soltando carcajadas y chillidos mientras luchaban por ganar control de la situación. Mientras que la empresaria conseguía apartar a la otra a base de empujarla con sus brazos, Fina disfrutaba una fuerza bruta heredada de su padre y trabajada con muchas horas tras la máquina de coser, consiguiendo resistir los impulsos de la otra sin perder la sonrisa, pero sí el aliento. Fue esa fuerza bruta la que ayudó a lograr que volvieran a su posición original, con Fina sentada a horcajadas otra vez sobre la empresaria, per ahora sudando del esfuerzo y con evidente cansancio.

—Ay... —resopló, su pecho subiendo y bajando con dificultad a medida que intentaba recuperarse.— Estoy en súper baja forma, ¿eh?

—Tendrás que venirte a correr un día conmigo entonces. —sugirió Marta, que no parecía estar ni lo más mínimamente cansada.— Así haces cardio y mejoras tu resistencia.

—Uffff, yo es que correr... como que no. —dijo la chica, haciendo que Marta sonriera. La costurera recordó un mensaje de hace ya bastantes semanas, escrito pero sin enviar, un juego de palabras tan ingenioso como basto que se le había quedado guardado en los borradores de su mente. Apoyó sus manos en el abdomen de Marta, su dedo meñique rozado sin querer la piel de la mujer, descubierta después de que su top se subiera por el revoltoso forcejeo.— Pero se me ocurren otras maneras de mejorar mi resistencia...

Y entonces, tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora