CAP 22

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Después de que Nicolás prometió no hacer nada impulsivo, Emma sintió un pequeño alivio. Sin embargo, la tensión seguía colgando en el aire mientras entraban al lugar, un restaurante elegante pero con un toque de clandestinidad, muy en la línea de lo que ella imaginaba que frecuentaría alguien como Dalas. Nicolás la tomó de la mano, sus dedos entrelazados firmemente con los de Emma, como si de esa manera pudiera protegerla del pasado que acababa de confesar. A cada paso que daban, Emma sentía el miedo en sus entrañas, pero la presencia de Nicolás a su lado le daba una fortaleza inesperada.

— ¿Como se conocieron?— pregunto el promiscuo chico.

— vinimos aquí para hacer negocios ¿No crees?— dice Nicólas firmemente

— no seas amargado Smith— Su sarcasmo estaba volviendo loco al pelinegro

El chico esbozó una sonrisa burlona, sus labios curvándose mientras se recargaba contra el respaldo de la silla.

—Oh, pero esto también es un negocio, ¿no? —replicó, su tono impregnado de un cinismo que hizo que la piel de Emma se erizara—. La historia de cómo alguien como tú, Smith, terminó protegiendo a una chica tan... interesante, no tiene precio.

— no seas repugnante ¿puedes dejar de verle el jodido escote a mi chica?— dijo molesto

— es difícil, pero lo haré— dijo levantandose— iré al baño— dijo para finalmente retirarse

— mi flor ¿ Si quieres nos vamos?— dice Nicólas preocupado por su más linda y tierna debilidad

— no, yo estoy bien, mientras no te vayas de mi lado— terna de decir viéndolo fijamente a los ojos

— ven aquí— plameo su muslo y la chica entendió

Emma se sentó en las piernas del pelinegro y en estos momento se dio cuenta que varias chicas estaban viendo a Nick así que lo beso

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Emma se sentó en las piernas del pelinegro y en estos momento se dio cuenta que varias chicas estaban viendo a Nick así que lo beso. Él, dándose cuenta de su cambio de ánimo, arqueó una ceja y esbozó una sonrisa juguetona.

— ¿Qué pasa, mi flor? —preguntó, acariciando suavemente su mejilla con el dorso de la mano.

—Nada, es solo que… —Emma desvió la mirada hacia las chicas que no dejaban de observarlos, luego volvió a fijar sus ojos en Nicolás, su expresión dejando entrever una mezcla de molestia y vulnerabilidad—. Algunas parecen tener mucho interés en ti.

Tomó la barbilla de Emma con delicadeza y la hizo mirarlo a los ojos. —Mi reina, no tienes nada de qué preocuparte —dijo con voz firme, sus dedos rozando la línea de su mandíbula—. Ninguna de ellas podría siquiera compararse contigo.

Luego, sin apartar la mirada de ella, la rodeó con ambos brazos y la acercó aún más a él, como si quisiera demostrarle que no había espacio en su mundo para nadie más. —¿Ves a estas chicas? —le susurró al oído, con una sonrisa traviesa—. Que miren todo lo que quieran, porque lo único que van a ver es cómo te cuido, cómo te trato como te mereces.

— mi amorcito— Emma lo abrazo dándole besos en sus mejillas para después apartarse

—Eres mi reina, mi única debilidad —murmuró contra sus labios, antes de darle un pequeño beso en la frente—. No hay nada ni nadie que pueda cambiar eso y por lo tanto mi bella y adora flor, quiero que oficialmente seas mi novia ¿Que dices?

Emma no se lo esperaba, para nada, así que no lo pensó dos veces y...

— ¡claro que sí cariño!— dijo con toda la alegría recorriendo por sus venas.




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