CAP 4

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Luego de todo eso Nos habían dado una habitación.

Luego de todo eso Nos habían dado una habitación

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Entramos y yo estaba horrorizada.

— Señor, ¿le puedo pedir algo?

— ¿Qué? —dijo mientras tomaba asiento y desabrochaba los tres botones de su camisa.

— Puede ser cuidadoso... nu... nunca he tenido relaciones —le pedí con clemencia, arrodillándome y comenzando a llorar.

Él paró sus movimientos, me analizó de pies a cabeza y habló.

— Tranquila, no te haré nada.

— ¿C... cómo dice?

— No haremos nada. Aunque créeme, estás para cogerte, pero de solo pensar que esto le podría pasar a mi hermana, me da asco.

— ¿Su hermana?

— Sí, tiene tu misma edad.

— Entonces es muy afortunada de tener personas que la quieran y la cuiden.

— Mejor levántate del suelo y siéntate.

— Oh, claro —me levanté y me senté en la cama.

— ¿Por qué estás aquí?

— Soy hija de los dueños.

— ¿Te obligan a estar aquí?

— Sí. Realmente, si fuera por mí, no estaría aquí. En este momento estoy tan decepcionada de mi madre por venderme a ese hombre.

Y ahí caí en cuenta. Ese hombre... mañana estaría conmigo, tocándome, besándome. De solo pensarlo me daba asco, y entonces una idea cruzó por mi mente.

— Señor, ¿usted puede ayudarme?

— ¿En qué?

— Pu... puede ayudarme a escapar.

— ¿De qué me ves cara? Además, es mi socio. No me meto en la vida ajena.

— Se lo pido —volví a arrodillarme, y sus ojos me miraron directamente. Podía creer que moría en ese momento.

— No, tengo un negocio importante que hacer con él. No lo arruinaré por ti.

— Señor... puedo cocinar, incluso limpiar, solo sáqueme de este infierno.

— Yo... —disparos comenzaron a sonar por todo el lugar.

— ¡Señor! —dijeron al abrir la puerta inmediatamente— Debemos irnos.

— ¿Qué está pasando?

— El señor Rut no está muy feliz de que esté aquí con la chica, así que quiere matarlo.

— ¿Él es idiota? Él mismo dijo que podía cogérmela.

— La verdad, no sé, señor. Solo sé que quiere matarlo.

— Vámonos —se levantó y yo me lancé a su pierna.

— Lléveme con usted.

— Dios, eres un verdadero dolor de cabeza.

Los disparos sonaron más cerca.

— Señor, debemos irnos ya.

— Por favor...

— ¡Está bien! De igual manera creo que me serás útil en negociaciones.

¿En qué me había metido?

Me levanté del suelo y los seguí. Nos fuimos por la parte trasera, donde había una camioneta negra y un carro que costaba más que mis dos riñones.

— Amárrala y métela en la camioneta con ustedes.

— Sí, señor —me miró—. ¿Me puede acompañar?

— Sí —dije apenada.

Cuando entré, me vendaron los ojos y me esposaron. Luego me colocaron en un asiento. ¿Nerviosa? Claro que sí, había caído en las redes de la mafia. La camioneta comenzó a andar y sentí cómo mi corazón se aceleraba más.

Había pasado mucho tiempo hasta que por fin la camioneta se detuvo y me bajaron de ella. Cuando me quitaron el vendaje...

La casa era algo moderna, pero daba un poco de miedo

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La casa era algo moderna, pero daba un poco de miedo.

— Ya saben a dónde llevarla.

— Señor, ¿está seguro?

— ¿Acaso estás desobedeciéndome?

— No, señor, solo que ella es inocente.

— Me quieren matar por ella, así que hazme caso.

— Sí, señor.

— Y que sea la última vez que me desobedeces. Y tú —me señaló a mí—, bienvenida al infierno.

Mafia y Debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora