Epílogo

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Dos años habían pasado desde aquella inesperada boda en la capilla de Graceland, y aunque todo había comenzado como una travesura, Megumi y Daisy se dieron cuenta de que su unión era mucho más que un juego.

Una tarde tranquila, mientras ambos descansaban en el jardín de la mansión, Daisy lo miró con una sonrisa juguetona. —¿Te arrepientes de haberte casado conmigo de esa manera tan absurda?— preguntó, rompiendo el silencio. Megumi, como siempre, alzó la vista de su libro, con esa mirada calmada que Daisy tanto adoraba.

—¿Arrepentirme? No — Megumi cerró el libro, apoyándolo sobre su regazo. —Fue... impredecible. Pero tú y yo, nunca hemos hecho las cosas de manera convencional— Sus ojos brillaban con una intensidad que, aunque sutil, siempre lograba transmitirle más de lo que él decía.

Daisy se rió, echándose hacia atrás en la silla. —No es como si alguna vez quisiéramos lo convencional, ¿verdad? Aunque... admito que, a veces, me pregunto qué dirá la gente cuando sepan que nuestra boda de Las Vegas fue solo el comienzo.

—Dirán lo que siempre dicen— Megumi se encogió de hombros, sin darle demasiada importancia —Lo importante es que... lo que empezó como una broma, ahora es real

La morena le lanzó una mirada tierna —¿Sabes? Al principio pensé que tal vez nunca llegarías a decir algo así. Eres tan reservado que pensé que estarías bien si lo dejábamos todo como estaba.

Megumi suspiró, observando el horizonte —No se trata de decirlo. Tú lo sabes, lo has sabido siempre. No habría seguido aquí si no sintiera que estamos donde debemos estar.

Daisy se acercó y lo abrazó desde atrás, apoyando la barbilla en su hombro —Me costó entenderlo al principio. Pero ahora lo veo... Esa manera tan tuya de cuidar de mí sin hacer un gran espectáculo. Esa es tu forma de amar.

Megumi sonrió apenas, pero el brillo en sus ojos lo delataba —No soy bueno para las grandes demostraciones... Pero eso no significa que no lo sienta.

Daisy suspiró con alivio, estrechándolo con más fuerza —No necesitas serlo. Yo lo sé. Eso es suficiente.

En esos dos años, ambos habían aprendido a comunicarse de formas sutiles y complejas. Lo que al principio parecía un matrimonio impulsivo, se fue consolidando como una unión basada en el respeto, la lealtad y un profundo entendimiento mutuo. Mientras pasaban más tiempo juntos, Daisy descubría que Megumi, bajo su fachada fría y calculadora, tenía una enorme capacidad de amar. Y Megumi, por su parte, aprendió a valorar la alegría y la espontaneidad que Daisy traía a su vida.

Un día, durante una cena familiar, Toji no pudo evitar lanzar una mirada de orgullo a su hijo. —Nunca pensé que me darías una sorpresa como esta, Megumi— dijo, mientras tomaba un sorbo de su bebida —Una heredera multimillonaria, nada menos— Sonrió con ese toque de satisfacción que Megumi reconocía tan bien.

Daisy, sentada junto a Megumi, sonrió divertida —Debo admitir que, de todas las cosas que imaginé, casarme con el primo de mi ex y patético prometido no estaba en la lista. Al menos, no en ese momento

Toji se echó a reír —Bueno, las mejores cosas en la vida son las que no se planean— Luego, dirigiéndose a Megumi, añadió en tono burlón —¿Así que, cuándo planean una boda de verdad? No me digas que vas a seguir con esa ceremonia de Las Vegas como tu única boda oficial.

Megumi, manteniendo su calma característica, miró a Daisy antes de responder. —Ya lo estamos planeando. Pero esta vez lo haremos a nuestra manera

Daisy asintió con una sonrisa —Sí, algo más... formal. Aunque, siendo sinceros, esa boda en Las Vegas nos mostró algo importante. Lo que más importa es que lo que tenemos es real, sin importar el lugar o el evento.

Toji asintió con aprobación. —Mientras estén juntos, eso es lo que importa

...

En esos dos años, Naoya había sido relegado a un simple peón en el negocio familiar. Las ilusiones de poder que tanto había albergado se desmoronaron cuando Daisy y Megumi tomaron el control, y no solo del clan, sino de sus propios destinos. Remi, quien había traicionado a Daisy por estar con Naoya, fue perdonada, pero su castigo fue tener que vivir con su arrepentimiento. Todas las noches, le lloraba a Naoya, preguntándose en qué momento lo había arruinado todo.

El segundo aniversario de su boda llegó más rápido de lo que esperaban. En lugar de repetir una ceremonia improvisada, esta vez decidieron renovar sus votos en un evento más íntimo. Mientras se preparaban, Megumi, con su habitual calma, se ajustaba la corbata frente al espejo. Daisy, detrás de él, lo observaba con una sonrisa.

—¿Estás nervioso?— le preguntó.

Megumi giró ligeramente la cabeza, con una pequeña sonrisa. —No. ¿Debería estarlo?

Daisy rió —Bueno, es nuestra segunda boda, pero la primera que realmente estamos tomando en serio

Megumi asintió, girándose hacia ella —La única diferencia es que esta vez sabremos lo que significa estar juntos. Y lo que significa para mí es... todo

Daisy se acercó y lo besó suavemente en los labios —Yo también. No cambiaría nada de lo que vivimos. Incluso nuestras diferencias.

Megumi la sostuvo por la cintura —No somos tan diferentes, solo que a veces, lo que nos hace parecer opuestos es lo que realmente nos une

Y así, mientras renovaban sus votos, quedó claro que lo que había comenzado como una travesura y escape había crecido en algo profundo, inquebrantable. 

Habían encontrado en el otro lo que siempre buscaron: 

Alguien que los entendiera, los retara y los amara por quienes realmente eran.

¿Final feliz? Un definitivo "si"

Secret- Megumi FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora