JAIDEN
Las competiciones y las demostraciones de poder siempre le gustaban a cualquier hombre lobo, pero tenía otras cosas en las que pensar. Los vampiros estaban revueltos, los clanes hacían cosas confusas, y yo... Prefería no pensar en lo que me tenía más alterado de todo.
Lexie era brillante en el tiro con arco. No hubo ni un atisbo de sorpresa entre los miembros del clan aunque noté alguna clase de admiración entre los que no la conocían de antes. Me tiró un beso en el aire que era más teatro que otra cosa y yo no hice absolutamente nada.
Como algunas querían enseñar su destreza, fueron pasando. En mi opinión, lo suyo hubiera sido seguir el orden de los números de las pulseras para participar, pero como vi a Abigail observando callada todo lo que ocurría, lo dejé pasar.
"Porque eso era super objetivo" me regañé a mí mismo.
-¿Te da miedo quedar mal? ¿Tan mal se te da el tiro con arco? -cuestionó Lexie con una mueca de superioridad.
Sí, había sido la mejor de todas ellas, pero eso no quitaba que no me disgustase la actitud con las demás. Al fin y al cabo, eso la colocaba en una mala pareja para cuidar a la manada de alguna forma.
-No pienso tirar con el arco. -declaró Abigail.
Me tensé de inmediato notando el palpitar dentro de mí, porque retirarse no era una opción viable. Y no podía permitir que quedase fuera.
-Tienes que hacerlo. -dijo Renata gracias a dios.
-Se supone que hay que dar en la diana con cualquier arma, eso ha explicado Tina. -respondió Abigail. Cogió un cuchillo de la mesa de armas y tiró sin siquiera mirar. Dio en la diana con tanto acierto que me sorprendí. Sus ojos verdes volcaron en los míos solo un segundo antes de que su sonrisa saliese a relucir. -Lexie, mi pulsera. -dijo hacia mi ex.
Me hizo tanta gracia que solté una media carcajada. Eso sorprendió a todo el que estaba a mi alcance porque yo no me reía, y menos en celebraciones solemnes como esa. Pero Abigail era... Tan diferente.
Mientras se pasaba a la siguiente lucha de poder, me acerqué a ella.
Posiblemente no debía porque era dar a las demás un mensaje, pero nadie podía decirme qué podía o no hacer.
-¿Dónde aprendiste a lanzar así el cuchillo? -pregunté mientras ella pasaba de la coleta alta a una trenza.
Su cabello al moverse dejaba el rastro a lavanda muy potente que penetraba en mi nariz de una forma que conseguía poner duras partes de mí de una manera inconveniente.-Me enseñó mi padre. -respondió secamente.
-¿Por qué te molesta tanto está lucha? De momento está siendo suave. -dije. No contestó. -Creía que no querías ser reina y si eres buena con todo pero hay otras opciones... Quizá acabes por librarte.
Mi cuerpo se removió ante esa absurda idea manifestada en alto.
-Me da igual. -respondió tensa.
-Los del norte no lleváis bien el agua. Ten cuidado. -murmuré entonces tan bajito que me dio miedo que pensase que se lo había imaginado.
A los pocos minutos colocaron un antifaz a las "participantes" y dijeron que se trataba de anular a tantas como se pudiese del combate. Y salir la última del ring que pusieran.
Estaba nervioso. La idea de que a ciegas la intentasen dejar fuera de juego no me gustaba. Despertaba todos mis sentidos de supervivencia haciendo más fino el oído y el olfato.
Cuando dieron el inicio diciendo que tenían que dar diez pasos hacia delante antes de empezar, esperé que se hubiese dado cuenta de loque le había dicho.
La había avisado de que el ring sería en el agua.
¿No se suponía que yo siempre era justo? ¿Que la ley era igual para todos?
Mi corazón dio un pequeño vuelco porque algo me gritaba que Abigail tenía que estar bien. Y cada vez me parecía más absurda la idea de que tuviese algo que demostrar. Ella me había parecido buena candidata desde el principio y eso debía ser por algo.
¿Por ser moldeable?
Eso le había dicho a Renata en nuestra acalorada discusión pero, desde ,luego a casa enfrentamiento que tenía con ella, menos manejable me resultaba y, eso, no la colocaba precisamente por debajo. Me gustaba ese carácter, algo extraño pero cierto.Debió de entender mi mensaje porque enseguida consiguió subirse a un árbol y esperar afinando el oído hasta poder deshacerse de algunas participantes. En cierto momento, solo quedaron Lexie, Janet y ella. Janet era una buena mujer lobo y sabía que tenía ciertos sentimientos hacia mí, pero su idea de la felicidad matrimonial me ponía nervioso. No era eso lo que necesitaba un rey de la manada. No me tenía que basar en algo tan frágil como la felicidad conyugal para una unión que afectaba a todos los miembros.
Lexie cayó ante una patada sincronizada, pese a ir a ciegas de Janet y Abigail.
Entonces Abi se bajó del árbol como si supiese que solo quedaba otra participante. Estaba quieto, observándola, sin poder comprender cómo con tan poca edad era tan buena en esas disciplinas.
Consiguió colocarse por detrás de Janet y hacerle la llave del sueño sin provocarle dolor alguno.La gente se arremolinaba allí y allá para hablar con ellas, yo me fui a mí habitación pese a las ganas que tenía de hablar con Abigail sobre... Ni siquiera sabía sobre qué.
Pero su fragancia era inconfundible para mí y tuve que parpadear varias veces para creerme que estuviera tan tranquila, aún mojada del río, sentada en mi cama con las piernas cruzadas, esperándome.
-Dime algo Jaiden. ¿A qué juegas? -preguntó aparentando calma al verme llegar.
Notaba su pulso acelerado y su respiración entrecortada.
-Podría preguntarte lo mismo dado que estás en mi habitación. -respondí sin saber bien a qué se refería.
-Tu ley, igual para todos. -murmuró. -¿Qué quieres ver en esos malditos escenarios de poder? -cuestionó levantándose. Pasó por mi lado. -Déjalo, no te entiendo. -sentenció.
Si intención era irse, pero la estuve cogiéndola de la cintura y girándola hacia mí.
-Pídemelo Abi. -susurré entonces sintiendo mi cuerpo caliente cerca del suyo.
Nuestras narices prácticamente se tocaban y yo quería recorrer la silueta de su cuerpo con la yema de mis dedos para hacerla suspirar.
-¿El qué? -interrogó mordiendo un poco mi mandíbula para volverme loco de necesidad.
-Pídeme que te haga mi reina y lo haré, sin importar la lucha. -dije apretándola más contra mí.
-No voy a pedirte nada. -dijo apartándose golpeando mi pecho con sus dos manos.
-Te estás equivocando Abigail, yo no estoy para juegos. Y no ruego, no lo necesito. Soy el alfa. -marqué sintiendo ese rechazo como una ofensa momentánea.
-¿Sabes Jaiden? A lo mejor tú también te estás equivocando. Tú lo harás porque es lo que deseas, no porque yo te lo pida. -sentenció para irse.
Y joder, la deseaba.
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El Alfa busca Reina
WerewolfJaiden, el alfa del clan de sur, sabe que es hora de buscar una reina para la manada, pero no encuentra ninguna hembra que pueda hacer ese papel, todas parecen... Demasiado dispuestas a amarle, y él desde luego no quiere eso. Abigail acaba de llegar...