Los vendajes de Adela ya no tenían una gota de sangre, su piel antes pálida y enfermiza ahora tenía más color y aunque el vendaje impedía ver bien su rostro, se notaba que estaba mejor. Esperaba que hubiese despertado, pero aún yacía postrada en la cama, totalmente inmóvil. Paralizada por un sueño que nunca le permitiría despertar.
Tomaba sorbos de agua y era capaz de tragar el puré que preparaban en la cocina especialmente para ella, aunque temía que se atragantara. Pasé el día en su habitación, hablando con ella o al menos eso pretendía, había incluso preguntado sobre su cortejo con aquel muchacho misterioso intentando que reaccionase.
Todo había sido en vano.
Lynette ya había pasado su primera semana en el castillo y aunque al principio pensé que llegaríamos a ser amigas, había resultado ser una persona muy reservada. En la conversación se interesaba exclusivamente por extraer información y analizarla, como había hecho con los relatos sobre mi vida que compartía en nuestras meriendas. Me creía ingenua, pues no había pisado la corte en toda mi vida, y aunque eso era cierto, en cierta forma lo era. Esta era mi primera vez fuera de mi hogar, nunca había viajado, nunca había salido de mí hogar sin la presencia de mi padre y mis hermanos. Quería conocer detalles íntimos sobre mis hermanos, no los compartí y aquello pareció…aburrirla. Estaba claro que estar aquí conmigo como única compañía iba a ser muy duro para ella.
Di un paso atrás cuando un deslumbrante rayó calló sobre un centenario y gigantesco árbol en la lejanía del bosque, de él brotaron llamas que pronto se apagaron con el estruendo de una lluvia torrencial. El cielo se había teñido de un oscuro azul grisáceo y extenuado. Hacía frío.
Me aseguré de que el fuego ardiese durante la noche antes de abandonar la habitación de Adela sin mirar atrás.
Los días fueron muy duros. Aún no había recibido ninguna carta de mi padre o hermanos, la comunicación parecía haber sido cortada y yo no paraba de escribir cartas para Alister. Le conté todo, absolutamente todo, lo suficiente como para gastar la mitad del tintero e irme a la cama con un dolor de cabeza. Sabía que le sorprendería, esperaba que tal vez lo suficiente como para ir a rescatarme de Adan Myurr y huir hacia tierras lejanas. Tal vez podrían unirse nuestros hermanos.
Aún enfrascada en mis pensamientos, cerré la mano alrededor del pomo de mi habitación para entrar.
-¡Liara!- Jana subió el último escalón y avanzó hacia mí por el pasillo con el semblante apenado.- Los caminos se han inundando y con la oscuridad no podré volver al pueblo.
-Oh, cuánto lo siento. Espero que alguien pueda cuidar de tu hermano esta noche.- abrí la puerta invitándola a entrar y cerré rápidamente.
Dejó la cesta de mimbre que contenía mi cena sobre una mesa de madera rectangular que había ordenado traer hacía varios días, al igual que una cama mucho más grande. Había tenido todo lo que deseaba desde mi nacimiento y claramente mi cuerpo deseaba descansar y comer como una noble.
-Mi tía se hace cargo de él todas las tardes, lo cría como a los suyos.- sonrió estirando el cuello de lado a lado.
-¿Te gustaría hacerme compañía?- pregunté desvergonzada.
Verdaderamente disfrutaba de su compañía, su conversación sencilla y genuina sanaba la soledad que a veces torturaba mi corazón. No sólo era una distracción, era mi amiga.
-Sabes muy bien que yo también lo necesito, y he traído una cosa.- sonrió pícara mientras sacaba dos copas de cristal seguidas de una botella de vino ya descorchada.- Lo escondí hace unos días en la alacena, nadie lo ha buscado.
-No sabes lo mucho que te aprecio ahora mismo.- me acerqué a ella para tomar la botella de vino y nos serví dos copas mientras colocaba la mesa.
-¿Cómo está la duquesa?- Jana me miró mientras servía una sopa caliente en dos platos de cerámica marrón.
Ternera, especias y tomate. Olía delicioso.
-Se niega a salir de su habitación para pasear o conversar conmigo desde hace días. Su único interés es la hora del té y cuando llamo a su puerta es su hermana pequeña la que responde.
-Pues estaba yo guisando cuando ha aparecido la hermana en la cocina con aires de mosca muerta y me ha ordenado preparar una ortiga para su hermana.- se ríe negando con la cabeza.
-¿Cómo?
-Sí, la duquesa podría dar a luz aquí.- tuve que tomar asiento cuando susurró sobre la sopa, mirándome emocionada por la información.
-Disculpa pero no entiendo de qué estás hablando.- pregunté mientras ella devoraba la sopa, absorbiendo con ruido el liquido de la cuchara.
Tragó incomodada por lo que acababa de decir.
-No te lo voy a contar mientras comemos, es una falta de educación.
-Sin embargo, no contármelo es una falta de respeto, habla ya.- me crucé de brazos.
Un trueno iluminó la estancia con luz blanca y cegadora, cayendo de forma estruendosa en los jardines del laberinto. Ambas nos levantamos de la mesa, con los rostros asustados y palidecidos para correr hacia el cristal y poder divisar el exterior.
La lluvia golpeaba el cristal con violencia y las gotas impedían ver más allá de la terraza.
-Espero que no haya causado un gran destrozo.- Jana se lamentó.- Me obligan a limpiar el laberinto de vez en cuando y siempre me pierdo, es imposible salir.
¿Imposible? Me había parecido tan fácil…
-Tan solo debes fijarte en como se ve desde la ventana.- coloqué una mano sobre su cálido hombro mientras la animaba a dar la vuelta hacia la mesa.- Desde las alturas puedes trazar un camino hacia la salida.
-¿Estás segura? Cuando tenía solo doce años intenté escapar al bosque por el laberinto, acababa de empezar a trabajar en las cocinas y tan solo quería huir con las hadas. Estuve dos días perdida y durante dos días me buscaron sin encontrar un solo rastro, fue Irena quien me encontró dormida bajo una estatua. ¿La has visto? La de la mujer con un largo vestido que camina hacia el bosque.
-Me encontraba tan ebria y asustada que de haber visto la oscura figura de una dama habría muerto en aquel instante.- me reí relajada mientras tomaba una cucharada de mi plato.
-Se llamaba Liara.
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Danza de Lobos
RomanceCuando comienza la guerra, Liara es enviada por su padre a refugiarse en un castillo en el Bosque Maldito. A punto de morir, ella es encontrada por la bestia. • Todos los derechos de esta obra me pertenecen, está registrada y no permito ninguna adap...