Cap. 20 - Una cita, muchos secretos

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Elisabeth sentía que la felicidad la envolvía mientras observaba los árboles del bosque pasar a gran velocidad, con la mejilla apoyada contra la espalda de Embry mientras éste conducía su moto. La chica no sabía cuál era el destino, pero no era algo que le importara.

Cuando finalmente Embry fue reduciendo la velocidad, Elisabeth se dio cuenta que fue para salir de la carretera y adentrarse en un camino de tierra, en el cual paró un par de metros después.

Un tanto a regañadientes, la chica dejó de rodear a Embry con sus brazos y bajó. Caminó un par de pasos, observando la naturaleza que les rodeaba.

El sol se había abierto paso entre las nubes, Elisabeth se puso en el camino de uno de los rayos de luz que se filtraba entre las ramas y las hojas de los grandes árboles que pintaban destellos de luz entre el verdor que los rodeaba. Sonrió cerrando los ojos, disfrutando del leve calor que sentía en su rostro por el sol.

Embry no pudo evitar quedarse mirando a la chica mientras dejaba a un lado la moto y tomaba su mochila, admirando lo bella que era. Cuando Elisabeth abrió los ojos por sentir la mirada del chico sobre ella, sus ojos se encontraron y ambos apartaron la mirada a la vez por la vergüenza, ninguno notando el leve rubor que había aparecido en el otro.

–Esto es precioso. – Habló finalmente Beth, volviendo a mirar a Embry.

–Le he dado muchas vueltas durante la semana a qué podíamos hacer, espero que dar una vuelta por el bosque no te parezca muy sencillo o...

–Es perfecto, Embry. – Le interrumpió Elisabeth sonriendo ante el nerviosismo del chico, haciendo que éste le mirara con una sonrisa tímida. – Me gusta la naturaleza, y me gustará pasear contigo y poder admirarla.

Mientras Elisabeth miraba a su alrededor, escuchando los susurros de las hojas y el canto de los pájaros, no se dio cuenta del suspiro de alivio de Embry. Había hecho bien en no hacer caso a los demás y querer compartir con la chica lo importante que era para él el lugar donde se encontraban, el bosque. Estaba seguro de que eso podría ayudarle, al igual que invitarla a la hoguera para que Elisabeth conociera las historias de la tribu.

–¿Vamos?

Elisabeth miró a Embry, viendo que le tendía la mano y sonrió con cierta timidez, colocando bien su mochila antes de entrelazar su mano con la del chico. Mientras caminaban por el sendero de tierra, compartieron historias sobre su infancia y sus amigos, lo que hizo que el ambiente fuera agradable y en todo momento estuvieran sonriendo.

–¿No echas de menos esa conexión con el mar? – La pregunta de Embry había sido inocente, inducida por la sonrisa de añoranza de Elisabeth, que se sentía tan a gusto que había empezado a hablar sobre el tiempo que pasaba surfeando con su padre. – Seguro que sería como volver a estar con él.

La mirada de Elisabeth se perdió en el bosque frente a ellos, haciendo que Embry notara el cambio en ella casi tan rápido como sucedió. ¿Lo había estropeado? Ella le estaba hablando de un tema delicado, se estaba abriendo a él, y estaba seguro que lo había estropeado.

El sol debía haber vuelto a ser cubierto por las nubes, porque ya no se filtraba a través de las ramas. Elisabeth se había sentido tan bien hablando con Embry, que le había parecido imposible dejar de lado algo tan importante como lo había sido compartir el surf con su padre.

–Pero no sería lo mismo. – Habló finalmente Elisabeth, tras pensar en qué podía decirle a Embry.

No podía decir la verdad, que ahora tenía una conexión aún más grande con el mar. Algo en su interior le calmaba ante el malestar de mentirle por tener ese gran secreto, asegurándole que era lo mejor.

La Atracción del Agua (Embry Call)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora