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Ella se quedó en la cocina en silencio, había estado callada y me molestaba que Sabrina la hiciera dudar.

Fue al baño y preparé el jacuzzi, puse la luz de color rojo, el agua tibia y bastante espuma.

Cuando me giré ella estaba en la puerta mirándome con una sonrisa, se zafó el primer botón de la camisa y me miró.

—¿Me puede ayudar, coronel? —me dijo en español

Se me puso dura con tan solo su acento colombiano, tenerla aquí conmigo era un momento que quería expandir por mucho, mucho tiempo.

Me acerqué a ella y le arranqué la camiseta dejándola desnuda.

Tomó mi mano y la llevó a su pecho, sentí los latidos de su corazón y la miré a los ojos.

No dijo palabras, pero sus ojos grandes y verdes me decían cosas que no podía entender. Supe que ella veía lo mismo en mis ojos por su ceño fruncido.

La atraje contra mi besándola con suavidad, me empujó contra la pared llevando su mano a mis pectorales.

—¿Qué pasa? —me preguntó— ¿Por qué tan suave?

Me alejé cuando la imagen de una silueta pequeña apareció en mi mente.

—¿Qué tienes? —Julinha tomó mi mano

—Nada.

La volví a besar, esta vez su mano me acarició con delicadeza, me separé de ella para poder verla y…

Me quedé sin aliento al verle los ojos… Esos ojos brillantes y grandes, unos ojos tan deslumbrantes que parecían falsos.

Volvió a besarme y entramos al jacuzzi, sirvió unas copas de vino y me entregó una.

—Sobre la fiesta… —me dijo sentándose sobre mi— ¿Invitaremos a Bratt?

—Me da igual. —besé su cuello

—¿Cómo que te da igual? Es nuestro mejor amigo y además-

—Julinha, lo único que me importa ahora mismo es follarte.

—Hablo en serio. El chisme de nosotros no tardará en regarse y-

—Que se riegue, no me arrepiento de nada de lo que hemos hecho. —tomé su mentón con fuerza— Si te pusieran en mi vida mil veces, mil veces peco por ti.

Tomé su mentón fundiéndonos en un beso largo y… no lo sé, ella me hacía disociar cada que la besaba.

Se sentó sobre mi encajando mi verga en su coño, esta vez no se movió con ansias, lo hizo con lentitud.

—Ay, coronel. —gimió sobre mis labios— Sabe cómo complacer a una mujer.

—Nena, ya sé que soy increíble.

—Egocéntrico.

—Ninfómana.

—Psicópata.

—Sexy. —le mordí el labio

Sonrió bajo el beso y apreté su cintura.

Se quedó unos segundos sobre mi y después pasó sus brazos por mi cuello, dejó su cabeza sobre mi hombro y su respiración se relajó.

Me preguntaba si me pensaba tanto como yo a ella.

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Solo Conocidos. (C.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora