1. El mago

                                    

                                          
Después de hacer que mi cómplice me trajera todo al dúplex sin que la policía sospechara le invite a tomar algo, Cuando empezaron a patrullar la zona comprobé que todo estaba despejado para salir a la nave donde horas antes mi cómplice había dejado todas las pruebas que indicaban que yo era el que dejaba los cuerpos.
Le hice borrar las evidencias o cambiar las grabaciones grabadas, el es un experto hacker del cual no sé gran cosa, tampoco me importa conocer mucho de él. También le hice grabar algunas tomas de partes de Madrid para convertirlas en VHS y comprar cassettes. Los cuales esperaban colgados del techo de la nave.
Al conocer mi modus operandi no podía engañarle con el veneno, así que al llegar a la nave y cerrar la puerta le golpee por detrás tan fuerte que cayó sin conocimiento. El golpe que le di fue tan fuerte que le partí el cráneo matándolo en el acto. Al no tener mis materiales aquí tuve que improvisar con unas bolsas de sangre que tenía vacías en el congelador.
No necesitaba mucha, simplemente la justa para almacenar con el resto. Cuando estuvieron llenas le cuelgue del techo, entre los adornos que previamente había puesto y le corte las muñecas, los tobillos y la garganta, lo suficiente profundo para que no dejara de desangrarse y manchando el suelo.
No me preocupe por ponerle la túnica o marcarle el número en la frente, quería que pareciera el propio asesino, que se ha suicidado al perder la inspiración. Tuve el suficiente cuidado para manipular todo con guantes y no dejar mis huellas por la escena.
Por último con un pincel bastante grande que se suele usar para la caligrafía japonesa, dibuje un gran uno con su sangre que no dejaba de gotear por todos lados. Al comprobar que la trampa estaba perfecta y sin ninguna falla me aleje de allí. Antes de salir pegué la carta con celo en la puerta.
Al llegar a mi barrio le dije a la policía que fui a dar un paseo que curiosamente coincide con que habían salido a patrullar, me dejaron ir sin más preguntas y satisfechos con mi respuesta. Nada más entrar llamo a la policía de manera anónima y les doy la dirección alegando que se ha cometido un asesinato, apago el móvil y lo guardo.
Hora de empezar con el Plan B, deshacerme del compañero de mi musa y para ello necesitaré usar mi ingenio.