POV Violeta
Una de las películas preferidas de Violeta era ''If I were thirty'', una comedia romántica en la que Tamara, una adolescente de trece años, deseaba tener treinta, como si con eso pudiera convertirse en fabulosa.
Para su sorpresa, se despierta teniendo treinta años, pero con su mentalidad y espíritu de trece, por lo que debe enfrentarse a dramas adultos con una madurez no desarrollada.
Así se sentía Violeta: afrontando problemas de adultos y preguntándose cómo había llegado casi a los treinta de un momento a otro.
Una frase de la película era «treinta, bonita y próspera», como si todas las mujeres de esa edad debieran ya ser exitosas y más bonitas que una modelo de comercial de cosméticos.
''Treinta, torpe y pobre'', se burló Violeta de ella misma mientras se incorporaba en la cama.
Paseó las manos por las sábanas de seda de aquella suite del ''The Pavilions'' (Madrid) y sonrió. Al menos Juliana le hacía olvidar por momentos que ella estaba en la ruina.
No es que Juliana tuviera muchísimo dinero, pero le gustaba mimarla en ocasiones especiales, como aquella. Su cumpleaños.
—¿Jul? —preguntó, somnolienta, cuando no la encontró en aquella habitación.
La puerta del baño se abrió y entonces sonrió al verla. Solo llevaba una toalla blanca, cubriendo lo estrictamente necesario. No era una modelo de revista ni su cuerpo estaba trabajado como la mayoría de las chicas con los que se había topado en Tinder. Pero era Juliana.
—Feliz cumpleaños, Vio —le deseó acercándose y atrapó la boca de su novia con la suya. Cubrió el rostro de Violeta con sus manos cuando solo intentaba acariciar sus mejillas, y esta sonrió, como siempre hacía cuando la besaba. Suspiró, enamorada—. ¿Cómo has pasado la noche?
—Con alguien en mi cama. Algo bastante molesto, en realidad —bromeó y ella rió.
Ya la había felicitado por su cumpleaños a medianoche y lo habían celebrado desde el día anterior, haciéndolo una y otra vez, como solía suceder cuando ella estaba en Madrid.
Juliana trabajaba en una multinacional que se encargaba de dar charlas y capacitaciones a otras empresas, y ella era una de las mejores en España. Solía viajar por todo el país varias veces al mes, aunque siempre pasaba por la oficina en Madrid al menos dos días a la semana en los que solía verse con Violeta.
A veces pasaban la noche en el hotel de turno de Juliana y en otras ocasiones se quedaban en el departamento de Violeta. No era como si ambas prefirieran esta opción, dado que ella compartía piso con Denna y eso les restaba privacidad.
—¿Cuáles son los planes para hoy? —preguntó Violeta. Juliana no le había compartido cuál sería el plan, solo sabía que ella debía irse por la tarde, por lo que las horas que les quedaban juntas estaban contadas.
- Sorpresa - a lo que Violeta volvió a sonreír. Hasta que una pregunta que ella había estado evitando durante los últimos días sale a la luz.
—¿Cómo va el buscar trabajo? ¿Has encontrado algo?
Las comisuras de la boca de Violeta formaron una curvatura hacia abajo y sus labios se fruncieron. Desvió la mirada y prefirió concentrarse en las vistas de Madrid, en lo bonito que lucía aquel día. El sol se mostraba resplandeciente en una mañana sin nubes y el azul de Madrid se veía, precioso.
Juliana entendió cuál sería la respuesta y deseó que existiera un botón para deshacer las palabras.
—Tuve un par de entrevistas la semana pasada —confesó, triste—. No me han llamado aún, por lo que asumo que no me darán el puesto. Ambos sitios estaban buscando a alguien «con urgencia» y siguen sin llamarme.
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voces cruzadas | kivi
FanfictionVioleta se ha quedado sin trabajo, no consigue ni pagar su alquiler ni sus deudas, hasta que una idea loca se le pasa por la cabeza: ser teleoperadora de una línea erótica, solo hasta saldar sus deudas. Chiara esta destrozada, no levanta cabeza des...