Sólo así me deja correr hacia la entrada.
El lugar está solo. Los trabajadores me saludan, y después me giro para preguntarle a Damián por qué no hay nadie, sin embargo, el hecho de ver a dos hombres acercarse y saludar mientras lo abrazan y le dan un beso en la mejilla, me entorpece.
Sus padres… Son sus padres.
Los tres se acercan como un meteorito a la tierra y yo sólo soy un pequeño dinosaurio que está comiendo hojitas sin saber que será su última cena.
Cuando levanto la mirada, ya es muy tarde: ni enterrándome bajo tierra escaparía del impacto.
Me acerco porque ya hicimos contacto visual.
—Papá Uno —Damián sonríe como un ángel pateado del cielo—. Y Papá Dos; ¿entramos al acuario?
¿No va a presentarnos?
—Es una buena idea —responde el Papá Dos.
Los miro de reojo. Ambos son Alfas Dominantes.
Sé que los Alfas y Omegas Dominantes pueden embarazarse de otro Dominante… Pero jamás había conocido a una pareja que lograra congeniar entre su misma casta al punto de tener un hijo como Damián. Aunque también conozco el detalle de que tiene dos hermanos menores, ellos no parece que vayan a venir.
Damián se acerca a mí y me sujeta de la mano, ambos caminamos hacia sus padres y cuando nos quedamos frente a frente, yo estoy a punto de morir.
—Mi prometido ama los peces —Damián señala el acuario—. Reservé el acuario sólo para nosotros.
¿Qué dice que dijo?
—Tú debes ser Noah —el Papá Uno extiende su mano—. No puedo creer que hayas tenido la mala suerte de ser el destinado de mi hijo.
—¿Mala suerte? Yo diría que nuestro hijo ha hecho alguna clase de ritual satánico para que esta dulzura llegara a su vida. Dime, Noah, ¿este engendro te trata bien?
El Papá Dos me roba de las manos de Damián con mucha facilidad. Pasa sus brazos alrededor de mi cuello y caminamos mientras veo de reojo que Damián está sacando cálculos matemáticos para saber en qué determinado momento fui robado. Corre detrás de nosotros, reprochando que su padre me tenga muy cerca.
—Es mi adorado prometido, papá, ¿podrías dármelo?
—Te voy a dar, pero el pase directo a la salida si no te callas.
Yo sólo quiero ver a los pescaditos, ¿es mucho pedir?
—¿Verdad que es lindo?
Ambos asienten.
Llegamos al restaurante del acuario, no es el más lujoso y los empleados lucen nerviosos por la forma en la que van y vienen entre sí.
La comida ya fue decidida por Damián, todo, en realidad: ya fue cubierto por él.
Nos sirven el platillo y nos dejan una botella de champán, yo no quiero hablar, pero sé que debo hacerlo, al menos presentarme y me resulta curioso que sus padres me hablen y se respondan al mismo tiempo, casi como Damián.
¿Acaso él les habló de mi problema?
¿Hizo todo esto para que yo no me sintiera nervioso…?
Volteo a verlo, él está mirándome y con ello me da la respuesta que busco: sí, hizo todo esto para mí.
—¿Cuándo será la boda? —pregunta el Papá Uno—. Sugiero que sea en octubre, es un buen mes y el clima es agradable, ¿te gusta el otoño, Noah?
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Feromonas
Teen FictionFeromonas, un arma de doble filo. Silenciosas, penetrantes y letales. Yo no era consciente de ellas hasta esa noche, cuando su sonrisa se extendió hacia mí, como un camino de flores coloridas y brillantes, tan expresiva que no necesité palabras para...
5| Acuario
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