Laurent
Impulsado por la emoción que sentí al ver que Hellen había vuelto a mí mediante un mensaje, le propuse volver a vernos. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que empezara a dudar si había sido lo correcto. Estar en contacto con ella, aunque solo fuera por una red social, me llevaba a actuar sin pensar con la cabeza fría. En estas ocasiones, deseaba que mi bloqueo emocional regresara para poner fin al descontrol de mis emociones.
Ahora bien, apartando mis dudas acerca de si era buena idea volver a ver a Hellen, me sentía entusiasmado de tocar el saxofón solo para ella. Como ambos estábamos ocupados durante la semana, volvimos a elegir el sábado para el encuentro. Consideré preguntarle cuáles eran sus canciones favoritas con saxofón, pero, pensándolo mejor, preferí no preparar nada y dejar que todo fluyera de manera natural.
Eran las diez de la noche y el sueño comenzaba a hacerse sentir. Este primer día de la semana me había dejado exhausto. Pero mi hora de dormir sufriría un atraso inesperado causado por mi mamá, que tocó la puerta de mi habitación.
—Adelante, mamá —le dije, ordenando con prisa el desorden de mi cama.
—Qué bueno que aún estás despierto. —Me saludó con un gesto de alivio al entrar.
—Planeo dormirme en breve. ¿Pasa algo?
—Quería hablar contigo sobre algo importante.
—Si se trata de tu nuevo pretendiente, no te preocupes —aseguré, pensando que se refería a eso —. La última vez te dije que tenías todo el derecho del mundo.
—No es sobre eso —aclaró ella, sentándose en la cama para hablarme con más cercanía—. Se trata de ti.
—¿De mí?
—Sí —prosiguió ella—. ¿Recuerdas que hace unos años fuiste a terapia? Sabiendo que no ha pasado ni un año desde tu ruptura y que ahora tienes la presión de múltiples compromisos, como estar en una banda e ir al conservatorio, quiero que sepas que estoy aquí para apoyarte en caso de que necesites volver a las sesiones.
Si tomaba en cuenta mi apego evitativo y los problemas de inestabilidad que me traía con Hellen, la alternativa más conveniente para mejorar sería buscar ayuda profesional. Sin embargo, acudir a terapia no era una decisión que podía tomar de un momento a otro ni de la noche a la mañana. Además, no me sentía preparado para hablar de mis emociones y vulnerabilidades con otra persona, aun cuando fuera un especialista en el tema.
—Gracias por preocuparte, mamá. Pero ahora mismo no me veo yendo a terapia.
—Entonces, ¿está todo bien?
—Sí, todo bien —aseguré, escondiendo la verdad.
—Bueno, en ese caso, no te quito más tiempo. —Se levantó para marcharse.
—¿Tu preocupación se debe a alguna razón? —le pregunté antes de que se fuera—. Quiero decir, ¿hay algo en mí que te haga pensar que necesito terapia?
—No exactamente —me respondió ella—. Todo surgió de una plática que tuve con Lorenzo. La última vez que hablé contigo sobre él, olvidé mencionarte que tiene una hija casi de tu misma edad. La cuestión es que, cuando me habló de ella, me contó que había pasado por muchos problemas en estos años, como depresiones crónicas, ideas suicidas y la pérdida de una persona especial.
—Suena bastante fuerte por lo que pasó esa chica —le dije, esperando nunca llegar a un punto como ese—. ¿Está mejor ahora?
—Sí. Poco a poco, con fuerza de voluntad y apoyo psicólogo, su vida ha mejorado
—Me alegra escuchar eso.
—A mí también —finalizó ella antes de salir de mi habitación y desearme las buenas noches.
El sueño que tenía desapareció y, mientras escuchaba el canto de los grillos afuera, me puse a considerar con seriedad si debía regresar a terapia.
Llegué a las cercanías de la medianoche sin haber podido conciliar el sueño. En lugar de forcejear por dormir, encendí mi computadora, abrí mi programa de notación musical y me sumergí en los acordes y solos de saxofón que había compuesto hacía tiempo. Estas composiciones eran bastante personales, ya que no las había compartido con nadie hasta la fecha.
Me di cuenta de que varias de estas creaciones mías encajaban con el estilo de Phorow. Era como si mi yo del pasado hubiera anticipado el tipo de banda en la que estaría implicado hoy en día. Al tiempo que veía las partituras, comencé a imaginarme cómo resonarían al ritmo del bajo de Yara, la guitarra de Archie, la batería de Abel y, por supuesto, la voz de Jan.
No sabía si los chicos planeaban lanzar música nueva pronto, pero, con independencia de eso, no quería dejar pasar la ocasión de ofrecerles algunas de mis composiciones. La semana pasada, Yara me dijo que me había agregado al grupo de WhatsApp de la banda, en el cual no participé mucho desde entonces. Aprovechando esta vía de comunicación, me negué a esperar hasta el ensayo de mañana. Grabé los acordes y los solos y los mandé junto con este mensaje:
Yo: Hola, chicos, escuchen estos acordes y solos. Me gustaría que los consideraran para futuras canciones. Sería un honor para mí hacer esta contribución.
No tenía que preocuparme de que estuvieran dormidos porque se quedaban despiertos hasta altas horas de la madrugada. Por ende, no debían tardar mucho en responder. Y así fue. Jan y Archie fueron los primeros en hacerlo.
Jan: Déjame escucharlos.
Archie: Estoy al lado de Jan y los voy a escuchar con él.
A continuación, participaron Yara y Abel.
Yara: Los estoy escuchando mientras me hago mi rutina de cuidado de la piel en el baño.
Abel: Dejé de responderle a mi novia para entrar al grupo y escucharlos. Con eso lo digo todo.
En tanto esperaba más respuestas de los chicos, leí un par de páginas del libro que me había prestado Hellen. En estos instantes, redescubrí lo gratificante que era absorberse en una buena lectura para pasar el rato. Inclusive, sentí destellos de mi pico como lector en la adolescencia.
En definitiva, luego de que los chicos escucharan mis composiciones, la primera en opinar fue Yara.
Yara: Lau, estoy con los chicos en la sala y hablo por todos al decir que tus composiciones son geniales. Armonizan a la perfección con nuestro estilo. Sin duda, nos gustaría considerarlas para futuros proyectos.
Leer el mensaje de Yara se sintió como una victoria personal, comparable a obtener una nota perfecta en un examen.
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Apegados ©
Teen FictionHellen y Laurent parecen estar en mundos emocionales distintos. Ella, con su apego ansioso, anhela cercanía y confirmación constante, mientras que él, con su apego evitativo, se resguarda en la distancia emocional. A pesar de que todo parece conspir...