Capítulo Tres

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 03. 


Cabezas o colas.


A diferencia de otras escuelas especializadas, la educación militar busca dotar a sus estudiantes de cualidades apreciadas por todos; pero escasas entre la multitud de civiles.

Cualquiera puede portar un uniforme; cumplir con lo que representa es lo más difícil de ser parte de la fuerza. Disciplina, resistencia, astucia y lealtad eran los cuatro pilares de su enfoque académico.

Como todos los días en la Academia West Coast, las luces de los pasillos del cuartel general se encendieron a las cero cuatrocientas horas. El sol aún no se asomaba, pero el sonido de la alarma siempre era seguido por el golpe seco de los pies descalzos de los sargentos.

Y en el caso particular del grupo de los cuervos, de los pies de Jeon Jungkook cuando se levantó esa mañana.

Su cama era lo primero, no le tomaba casi nada arreglarla. El cobertor era del tamaño ideal para ajustarlo al colchón sin dejar arrugas. Al igual que la sábana de encima, cuyos bordes terminó por doblar y deslizar entre la base y el colchón para que ningún trozo de tela colgara.

Su ropa para entrenar permanecía doblada sobre el baúl pegado a la pared que utilizaban para guardar sus pertenencias y, un poco más arriba de este, colgaba en un clavo su uniforme para el día.

Comenzó a vestirse con la ropa del baúl. Camiseta negra. Calcetines. El cinturón que se colocó tras subir sus pantalones de color verde opaco quedó igual de ceñido que las cintas de sus botas a los tobillos.

Estaban obligados a cumplir con sus labores de limpieza diarias antes de asistir a clases. Al líder de grupo, en lo personal, le gustaba hacerlos ejercitar antes de dejarlos trabajar para reducir el tiempo que debían usar en limpiar. Así no había espacio para negativas, cada minuto de demora en salir era un minuto desperdiciado para hacer sus tareas.

A Jeon Jungkook le quedaba poco para cumplir veinte años, lo que resultaba afortunado para la proyección que tenía sobre su vida, que ya tenía por completo planificada.

Era el menor de tres hijos. Su hermana mayor llevaba diez años intentando reparar el haberse jodido la vida a los veinte y su hermano, nunca estuvo muy lejos de ese camino. Así que, considerando que en la actualidad ambos eran unos treintañeros, el récord de años sin "fracasar" en esa familia estaba a punto de batirse.

Era un dominó. Una sola persona después de sus padres tenía que hacer las cosas bien para que el resto de la familia tuviera éxito.

Por desgracia para Jungkook, sus hermanos ya habían desperdiciado dos flechas para dar en el blanco, lo que, para alguien como él, quien desde niño tuvo una fascinación con el orden y la victoria, era por completo inaceptable.

En su habitación, cerca del pequeño escritorio que había logrado construir el verano pasado, se encontraba una olla de peltre y un vaso plástico que se encargaba de dejar llenos de agua cada noche.

Había pasado una semana desde el inicio del ciclo académico y su rutina no había cambiado desde que llegó ahí hacía un año.

Tomó la bola de jabón, que estaba hecha de otros trozos de jabones pequeños, del recipiente que usaba de jabonera, para mojarla y untarse un poco las manos antes de llevarlas a su rostro.

Se lavó el rostro, veloz, mojándose el cuello al pasarse las manos por este. Aún estaba oscuro; no tenía un espejo, así que no hizo más que pasarse las manos por el cabello, que al ser tan corto no hubo necesidad de peinar a detalle. Luego cepilló sus dientes, usando el agua del vaso y un tubo de pasta genérica que guardaba en una de las gavetas.

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⏰ Última actualización: Mar 21 ⏰

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CHARLIE FOXTROT: Esto es una mierda. «JJK.KTH»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora