VI

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Laurent


Llegué a la dirección proporcionada por Yara. Con paso decidido, entré al edificio y subí las escaleras hasta la tercera planta, donde se encontraba el apartamento de la banda. Al estar frente a la puerta, la toqué con los nervios a flor de piel. Mi mano derecha temblaba, pero sostenía el estuche de mi saxofón con firmeza. En el interior, resonaban los acordes de una guitarra, acompañados por el sonido de un bajo. Según parece, estaban a punto de comenzar un ensayo o algo por el estilo. Pese a que el eco de los instrumentos no llegaba a ser ensordecedor desde afuera, mis ojos vagaron hacia los otros apartamentos y me pregunté si los vecinos se molestaban por el ruido.

     —¡Heeey! —me saludó alguien detrás de mí—. Tú debes ser el nuevo.

     —Hola —lo saludé, dándome la vuelta. Era un chico de tez morena, de complexión delgada, con cabello negro largo, liso y bastante brillante. Sujetaba unas baquetas de batería entre sus manos—. ¿Eres integrante de Phorow?

     —Así es —afirmó él, extendiendo sus baquetas—. Soy Abel, el baterista.

    —Mucho gusto, Abel. —Repetí su acción, extendiendo mi estuche de saxofón—. Yo soy Laurent, el nuevo saxofonista.

    —También es un gusto, Laurent. —Mostrando cortesía, giró el pomo de la puerta y me invitó a pasar—. Estamos a nada de comenzar un ensayo. Yo salí un momento porque había olvidado mis baquetas en el auto, o mejor dicho, el medio de transporte de la banda.

    —¡Miren quién llegó! —dijo una joven de piel blanca como la nieve y cabello negro con toques rosados. Era Yara, la chica que me había escrito y la única mujer en el grupo. En realidad, reconocía a todos los integrantes de la banda solo con verlos, ya que en internet había fotos de ellos.

    —Vengan a darle la bienvenida a Laurent, nuestro nuevo saxofonista. —Abel les pidió a todos los integrantes que se acercaran a saludarme.

    —Me da gusto conocerte, Laurent —me saludó un chico de cabello castaño que rozaba la tonalidad rubia—. Yo soy Archie, el guitarrista.

    En automático, la imagen del personaje de Riverdale se me vino a la mente. De hecho, Archie tenía un cierto parecido con él.

    —Menos mal que aceptaste unirte —me dijo un chico que, un momento atrás, yacía en un sofá, denotando pereza. Lo más llamativo de él era su cabello ondulado, que brillaba el doble que el de Abel—. Mi nombre es Jan y soy el vocalista, aunque también toco la guitarra cuando alguna canción lo requiere. Y, sin querer sonar presumido, la mayoría de las canciones de la banda las escribo yo.

    —Sí quisiste sonar presumido —le dijo Yara a Jan con un sutil movimiento de cabeza. Acto seguido, se dirigió a mí para decirme—: Fui yo quien te escribió para hacerte la propuesta de unirte a nosotros. Pero permíteme presentarme de nuevo: me llamo Yara y mi instrumento es el bajo.

    —Mucho gusto, chicos —les dije, inclinando la cabeza—. Estoy encantado de formar parte de su banda.

    —Bueno, entremos en materia. —Yara le pidió a Archie que le pasara unas hojas antes de volver su atención hacia mí—. Como sabes, mañana tenemos una presentación, más o menos a las ocho de la noche. De todas nuestras canciones que involucran el saxofón, ya sea en solos o acordes, solo vamos a tocar una. No queremos exigirte mucho, sabiendo que apenas llevas un día en la banda.

    Archie le dio las hojas a Yara y, a continuación, me las dio a mí. Eran las partituras de los solos y algunos acordes.

    —Solo te pedimos que te aprendas un solo para mañana. —me dijo Jan—. ¿Crees que podrás?

    En lugar de responder de inmediato, hojeé las partituras por unos breves segundos. En total, sumaban ocho. Sin embargo, al advertir que no eran tan complicadas como pensaba, me sentí capaz de aprenderme más que solo uno.

    —En sus presentaciones, ¿cuántas de sus canciones con saxofón suelen tocar? —pregunté.

    —Por lo general, tocamos cinco —respondió Yara tras pensarlo por un instante. Asimismo, me indicó las partituras de cada una de las canciones—. Dos de ellas son solos y las otras tres son solo acordes.

    —Puedo aprenderme los dos solos y los tres acordes para mañana —aseguré, mirándolos a todos.

    —¿Puedes hacerlo? —Archie se cruzó de brazos, incrédulo.

    —¿Crees que tienes suficiente tiempo? —me preguntó Abel, que tampoco estaba seguro—. Yara nos comentó que recibías clases en un conservatorio de música por las tardes.

    Cuando escuché a Abel mencionar el conservatorio, me di cuenta de que, si quería dedicar tiempo suficiente y, en consecuencia, mejorar mi efectividad en el aprendizaje de los solos y los acordes, me veía en la necesidad de faltar a mis clases de mañana.

    —No creo que tenga dificultades para aprendérmelos —afirmé, buscando generar confianza—. No asistiré a clases mañana. Tendré todo el día para practicar.

    —¡Ese nivel de compromiso es justo lo que necesitamos en Phorow! —dijo Archie, dándome un palmada de aprobación en el hombro.

    —Apreciamos mucho que hagas ese esfuerzo por nosotros. —Yara juntó sus manos en señal de agradecimiento—. Y, por cierto, olvidé mencionarte que ganarás dinero con la banda, más que todo en las presentaciones. Así que no pienses que estarás de gratis con nosotros. —Se rio al decir esto último.

    En verdad, el dinero que ganaría era lo de menos. Me había unido a la banda, en primer lugar, por la experiencia.

    —Al margen de lo queme paguen, me alegra estar con ustedes.

    —Confiamos en ti —me dijo Jan, y se acomodó uno de sus rulos.

    —No les fallaré —aseguré con absoluta certeza—. Si están de acuerdo, podría unirme a su ensayo de esta noche. No creo tener problemas para interpretar los solos y los acordes simplemente viendo las partituras.

    —¿En serio? —me dijo Abel—. ¿Ya escuchaste algunas de nuestras canciones para familiarizarte con ellas?

    —Escuché todas sus canciones esta mañana, antes de confirmarle a Yara que aceptaría unirme a la banda —respondí, enfatizando mi compromiso—. Y volví a escucharlas en el transporte público de camino al conservatorio.

    —¿Y qué opinas de nuestro estilo? —me preguntó Yara. La pregunta hizo que todos dirigieran sus miradas hacia mí, expectantes ante mi respuesta.

    —Su estilo es increíble, chicos —respondí con un tono de admiración—. Y es una de las razones principales por las que estoy aquí. Desde mi punto de vista, tienen mucho potencial.

    —¡Hagamos realidad ese potencial! —dijo Archie, que rebosaba entusiasmo.

    De este modo, saqué mi saxofón del estuche y me uní a los chicos para comenzar el ensayo. La calidez de su bienvenida fue tal que, lejos de parecer nuevo, me daba la sensación de tener la misma antigüedad que ellos en la banda.



Apegados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora