—¿Cuál es el plan?
—Tú no vendrás.
Ignoro el hecho de que Erik me está mirando como si le fuera a explotar la cabeza de frustración, y continúo moviéndome por la habitación de un lado a otro revisando las armas y empacando municiones. Sebastián me ha dado el acceso a su oficina —algo con lo que solo contaba Chase—, así que ahora puedo moverme por aquí como si fuera mi casa sin que ningún grandulón venga a querer sacarme.
Erik está molesto por dos cosas. La primera es que sospecha que yo sé por qué se ha ido William sin avisar —lo cuál es cierto—, y la segunda es que lo he estado ignorando desde que supo que hubo un cambio de planes y ahora en lugar de atacar el Vaticano para mostrar nuestro poder al mundo, tendremos que invadir el palacio de Viena y antes de lo previsto. Lo ignoro porque, para mí, Erik realmente no nació para estas cosas. Lo suyo son los negocios, los trueques y las apuestas. Es muy bueno manejando dinero, no armas.
Y lo ha demostrado durante todo este tiempo trabajando desde las sombras junto al equipo de finanzas para blanquear los ingresos del clan.
Es bastante obvio que no quiero que Erik quiera hacerse el rudo solo porque está molesto y arruine nuestros planes.
—Claro que sí —dice él— ¿Quién te detendrá si de repente se te mete el demonio?
—Hablas como si estuviera loca.
—Bueno loca loca… No tanto, pero sí.
Ruedo los ojos mientras meto el cartucho en mi arma. Es mi nueva adquisición favorita, eso de las armas grandes no me va muy bien. No me gustan los escándalos ni siquiera en momentos como este. En el clan el equipamiento de armas se basa en las armas militares comunes y el uso de las Glock, pero Sebastián me dio un regalo en mi último cumpleaños que nunca quise usar hasta el día de hoy. Decir que estoy asustada por lo que podría o no pasar es poco, así que me exigió que debía estar lo más concentrada posible. Y pues… La Sigsauer P320 que él solía usar cuando entrenaba en la marina pareció ser para él una buena opción.
No lo voy a admitir en voz alta, pero le doy la razón en que es una opción más cómoda para momentos como este.
—Soy una persona muy tranquila —comento en lo que Erik admira una ametralladora con una mueca de asco—, no entiendo por qué siempre actúan como si fuera a hacer estupideces.
—Eso es porque haces puras estupideces. Mira nada más en donde estamos —extiende los brazos— ¿Te parece poco?
Cerré el maletín con las municiones de golpe, provocando un estruendo que hizo que Erik se exaltara cubriéndose los oídos. Lo miré con dureza, me estaba hartando de sus quejas. Él siempre decía que me apoyaría en todo pero al final terminaba poniendo mil y un peros pues nada le parecía. Debieron llamarlo a él para que se fuera a cuidar de Bona, William me habría dicho que esto es una locura pero me habría ayudado a alistarnos sin lloriquear.
William siempre me apoya en todo, aunque le parezca una locura.
—Si tanto te desagrada apoyarme pues vete, como dije, no te necesito en el equipo —me di la vuelta, me colgué la mochila al hombro y tomando el maletín lo dejé atrás para salir—. Voy a matar personas esta noche y no necesito que me bajes el ánimo con tu pesadez.
—¿Ves? Se te mete el demonio.
Caminó detrás de mí por el pasillo cerrado e iluminado, el eco de nuestros pasos retumbó en mis oídos a medida que avanzamos. Por aquí no hay nadie, solo los guardias que custodian la entrada del pasillo ya que nadie puede venir a la oficina a menos que esté acompañado por el personal autorizado. Salir del pasillo de vuelta al resto del cuartel es como llegar a un lugar completamente diferente. Adentro la tecnología y el ambiente es más frío, un lugar muy parecido a Sebastián. Afuera está el resto del personal alistándose y no hay tanto frío ni silencio, además de que hay algunas ventanas en el techo que permiten la iluminación natural.
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Bloody Mary #1
VampireGretta es la última sobreviviente de la dinastía Khöning, la casa real representante de toda una especie. Y con la misteriosa muerte de su familia se revelan varias verdades que ella no sabía que ya conocía. Con la ayuda de un humano noble y sus ami...