ESPECIAL. Para toda la vida.

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Para toda la vida

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Para toda la vida

Brincaba de alegría cada vez que salíamos de vacaciones.

Siempre me han gustado las vacaciones, son lo mejor de lo mejor. Y, que en esta ocasión aprovecháramos el verano y el hecho de que mis hijos ya salieron de la escuela para organizar un viaje a la playa, fue aún mejor.

Por eso, tan pronto mi esposo lo propuso, le seguí el juego, empacamos nuestras maletas y nos subimos a un avión. Volamos aproximadamente por seis largas horas, y por fin pudimos aterrizar, en el lugar donde tanto habíamos planeado venir a vacacionar.

Malibú, al sur de California. Un lugar conocido por su variedad de playas y hermosas casas donde podías ver a la perfección un atardecer en el mar. La emoción era tanta, que no me creía el hecho de que estábamos aquí.

Por eso, la sonrisa en mi rostro era enorme. Así como el gorro veraniego que traía puesto en mi cabeza, junto con ese vestido floreado rosa y esas sandalias.

Esperé en el pórtico de la pequeña casa que habíamos rentado por estos días, aguardando pacientemente a que mis hombres se pusieran de acuerdo y pudiéramos ir de una vez por todas a la playa.

La que estaba a unos metros de nosotros.

Bueno, no esperé sola.

Porque tenía a una bebé regordeta en mis brazos.

La acomodé, liberando una de mis manos para terminar de acomodar su gorrito con tal de que el sol no fuese algo que pudiera molestarla. Tenía las cejas arrugadas y se echaba un puño a la boca de vez en cuando.

Puño, que terminé quitándole suavemente

—No hagas eso, mi amor —le hablé con dulzura. Volví a acomodarla con tal de que no se resbalara de mi cadera—. ¿Estás emocionada? Tu primera vez conociendo el mar.

No me respondió por obvias razones. Sus enormes ojos cafés se fijaron en aquel collar en mi cuello, para después tomarlo con fuerza

—No —se lo quité delicadamente—. Tu tienes una pulsera.

Y claro que la tenía, en su pequeña muñeca. Obsequio de Ryan, en su primer mes de nacida. Era increíble que aún le quedara, teniendo en cuenta de que era una bebé rellenita de amor.

Con muy poco rastro de cabello castaño en su cabeza.

Debía reconocer que se parecía mucho a mí. Aunque algo me dijo que su ingenio sería igual al de mi esposo. Y sí, eso significa que también será igual a mi segundo hijo. Y probablemente, eso me vuelva loca.

Hablando del rey de Roma...

Algo pasó rápidamente a mi lado, y después, vi como Elliot saltaba directo a la arena, sin haber pensado siquiera en tocar las dos escaleras. Sostenía una tabla de surf bajo su brazo, y se fijó en mí apenas se volteó

La última de las estrellas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora