Epílogo

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 ALEX

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 ALEX

Creo que es justo admitir que me he quedado sin aliento. Después de todo, me encuentro de pie frente a la materialización de uno de mis sueños. La primera vez que estuve en este mismo sitio, solo podía ver hectáreas de terreno descuidado por delante. Ahora hay un moderno recinto que se erige con orgullo con su fachada de cristal, columnas altas y paredes de hormigón. «Centro Artístico de Bellington» se lee en grande en el rótulo de identificación y, por debajo, con letra más pequeña, «Fundación Hardy».

La idea se me ocurrió dos años atrás, después de sostener una seria conversación con mi padre en la que me hizo comprender que debía dejar de sentirme culpable por pertenecer a una familia privilegiada. Entonces me ayudó a darme cuenta de que, en lugar de rechazar el privilegio, podía usarlo para ayudar a otros.

—¡Santos buñuelos azucarados! —Joy aprieta mi mano—. ¡Es asombroso, Alex!

Aparto la vista del edificio para contemplarla a ella y mi corazón se salta un latido. Carajo, es que es tan preciosa. Y tan lista. Y tan divertida. Y tan dueña de mi puto corazón. En ocasiones todavía me parece irreal lo afortunado que soy.

Los ojos de Joy tienen ese brillo especial de cuando está emocionada, como si su dicha estuviese a punto de convertirse en lágrimas, y su dulce boca está curveada en una sonrisa contagiosa.

—Lo es, ¿cierto?

—¡Claro que sí! Por fin lo conseguiste, está terminado. Y es, simplemente, espectacular. ¿Podemos entrar ya? Me muero de ganas de ver el interior.

Levanto su mano hasta mis labios y le beso los nudillos. ¿Qué no haría si ella me lo pidiera?

—Por supuesto, mi Sol. Andando.

Su sonrisa se ensancha.

—¡Vamos, Nandito! —dice mientras tira con gentileza de la correa que lleva enredada en la mano izquierda.

Nandito, que olisqueaba el césped, se sacude y comienza a andar alegremente por delante de nosotros. Este peludito de cuatro patas es un mestizo de pelo de alambre que adoptamos año y medio atrás. Fue bautizado en honor a un personaje de la telenovela María, la del barrio. Eso ha sido cosa de Joy, por supuesto. Empezó como una broma, pero al final se quedó porque Nandito decidió que solo haría caso si se le llamaba de esa manera. Es obstinado el muchacho.

Los tres avanzamos hacia la entrada principal del recinto. Antes de llegar, Philip Daellenbach sale para recibirnos. Él fue el arquitecto a cargo de la construcción del C.A.B. y la verdad es que estoy convencido de que no pude elegir a nadie mejor. Mi amigo hizo un trabajo estupendo.

Tras saludar a Philip, él se encarga de darnos un recorrido guiado por el interior del C.A.B. El lugar está acondicionado para cobijar a artistas de distintas disciplinas. ¿Necesitas un sitio adecuado para ensayar o grabar cintas de audición? ¿Un teatro donde presentar tu obra? ¿Un estudio en el cual grabar demos para promocionar tu música? ¿Una zona para pintar y exponer tus obras? El C.A.B. tiene todo eso y más. No es solo para los que quieren ser actores, como yo. Es un centro comunitario en el que cualquier artista de la ciudad podrá tener acceso a los espacios y recursos necesarios para impulsarles a alcanzar sus sueños.

Sol de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora