Pasaron varios días después de que vio, con sus propios ojos la gran noticia, para el mundo, estaba muerta, muerta para su madre, para sus amigos, para el hombre que amaba y para su pequeñito Alan, ese bebecito que tanto la necesitaba, no era justo, sería que la vida le estaba cobrando por no haber querido renunciar a vengarse del infeliz de Pedro, quien tanto daño le hizo en el pasado y quien en el presente, la tenía cautiva en una cabaña en medio de la nada sin posibilidad alguna de poderse escapar y explicarles a todos que su muerte no era más que una jugarreta de esos dos, sentía la impotencia a flor de piel, porque aunque intentaba buscar una manera de escapar, fallaba miserablemente, sus esperanzas de regresar a la vida se agotaban y el tiempo pasaba y ella continuaba en el mismo sitio, sirviéndole a esos dos que se la pasaban de borrachera en borrachera y solo la humillaban por tener el poder sobre ella, por al fin, haber logrado doblegarla, ¡malditos infelices!, su mente no dejaba de dar vueltas y vueltas a su actual situación, su único consuelo era que en su corazón, el amor por David y Alan, la mantenía viva y fuerte para continuar peleando por revertir la situación.
“¡REGINA!”, escuchó el desagradable grito de Pedro, se acababa de levantar de una larguísima siesta, Fiona, se había ido a buscar insumos para la cena mientras ella, bajo sus estrictas órdenes, se quedó limpiando cada rincón de aquella cabaña de mala muerte, la que debía barrer hasta dos veces en el día para complacer los caprichitos de sus nuevos ‘dueños’, eran las palabras que no se cansaban de repetirle.
“aquí estoy, señor”, dejó sus tareas a medias para acudir al llamado del borracho de su suegro, le gritaba desde la sala.
“¡INÚTIL, NO SIRVES NI PARA TENERME LISTO EL DESAYUNO A SU HORA!”, maldijo al verla acercarse, “¡le dije a Fiona que necesitaba tener mi comida en cuanto despertara!”, exclamaba con evidente molestia.
“su desayuno está listo, señor”, esa farsa ya le empezaba a colmar la paciencia, no resistía tener que hacerles creer que se encontraba doblegada por sus maltratos, suspiraba con pesar, por no poder saltarle al cuello y retorcérselo con sus propios manos.
“¡¿y qué esperas para servírmelo?!”, se sentó en el sofá a esperar su comida.
Regina se dispuso a servir el desayuno en una bandeja, si tuviera un veneno, su mente le susurró y lo peor era que esa palabra, no la había escuchado esa sola vez, ya venía rondando la idea desde hacía varios días, envenenar a los infelices que la tenían encerrada, total, nadie se enteraría, quemas la casa y borras las evidencias, continuaba su mente maquinando todas las formas posibles de librarse de ese infierno, pero, decidió dejar el tema ahí mismo, el deber llamaba, terminó de preparar el desayuno, tomó la bandeja para llevarla.
“señor, su desayuno”, al llegar a la sala, ambos, Pedro y Fiona, se encontraban sentados aguardando por ella.
“ahí te dejé las bolsas de las compras”, de mala gana, su suegra le informó, “ya sabes lo que tienes que hacer”, Regina miró para el lugar donde se encontraba una pila inmensa de bolsas, debía cargarlas y distribuirlas entre la despensa y la ladera, ¡aburrida!, le dieron deseos de gritarle al ver el contenido, no cambiaba, siempre compraba lo mismo, ¡qué mal gusto!, su mente se había despertado esa mañana con deseos de mandarlos al mismísimo infierno, pero no, la venganza había que planearla con la cabeza fría, debían confiarse, pensar que la tenían en sus manos, que la habían vencido, así, cuando les plantara cara, se llevarían la sorpresa de sus vidas.
“con permiso, señores”, se excusó para marcharse y continuar con sus labores diarias.
La mañana para David, no había sido de las más hermosas, de hecho, desde que ya su amor, no amanecía en sus brazos, la vida estaba colmada de mañanas lúgubres, tristes, nostálgicas, ya sus ojos, no observaban las bellezas de la vida, de la misma manera, solo se levantaba porque, muy a pesar de sus pesares, debía procurar darle a su pequeño lo mejor de sí, por eso, decidió regresar a trabajar, en la empresa, los días pasaban volando y siempre Alicia y Cruella, lo distraían, amaba a esas dos con todas sus fuerzas, les agradecería eternamente por contar con su apoyo incondicional.
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Cuando se añora un amor
RomanceInspirada en la canción Cuando nadie ve, interpretada por Morat