Muerta ante el mundo

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“señora directora, el fuego ha sido controlado”, informó quien se encontraba frente al cuerpo de bomberos.

“quiero entrar”, sin esperarse un segundo y seguro de sí mismo, David exigió.

“señor Nolan a…”, intentó buscar justificaciones, desafortunadamente, sus palabras no pudieron continuar su curso.

“¡de aquí no me iré!”, exclamación que le puso los pelitos de punta, hasta las piernas se le debilitaron.

“eh…”, titubeó con la voz temblorosa, “de acuerdo”, dijo luego de aclararse la garganta, “lo llevaré hasta la celda de su esposa”, se quedó a medias, le faltaba aclarar un punto importante, pero ante el estado del rubio, debía andarse con cuidado, no fuera a terminar también carbonizada.

“Killian, Graham, ustedes irán con nosotros”, demandó al dúo de jóvenes que lo acompañaban, la directora reflejó alivio en su expresión de rostro, ellos eran los representantes de la ley, de ningún modo cometería un error que le costara su puesto de trabajo.

“sí, señor”, contestaron a coro y de inmediato, los cuatro caminaron en dirección a la entrada del reclusorio, o bueno, lo que de él quedaba.

“esta es la celda de su esposa”, luego de caminar por pasillos prácticamente consumidos por la fiereza del fuego, la directora les mostró el lugar donde se suponía, debía estar el cuerpo de Regina, “las rejas nunca se abrieron”, alegó con propiedad, sus ojos no mentían.

“señor, no debería estar mirando esa escena”, Graham, en un intento de proteger a su jefe, lanzó su consejo, era cierto que la escena era desgarradora.

“permítale, al menos que imagine cómo fueron los últimos segundos de vida de su esposa”, fríamente, la directora del reclusorio, intervino, las miradas de los dos abogados, se volcaron hacia ella acusadoramente, “no tuve nada que ver con lo ocurrido”, la defensa ante todo.

“Killian, ordena un análisis del cuerpo de mi esposa”, con autoridad, David desvió la mirada del interior de la celda para dirigirse al joven a su lado.

“señor”, los dos abogados se dedicaron una mutua mirada.

“debido a la intensidad del fuego, fue casi imposible que esos cuerpos no quedaran carbonizados, un análisis forense se dificultaría”, la directora fue demasiado concisa y directa en su aclaración, “lo mejor que hacen es esperar a que las autoridades me concedan el permiso de liberar los restos de las víctimas”, la profesionalidad, se le salía por los poros.

“la directora no está muy alejada de la verdad, David”, Graham fue quien halló el valor para hacer a un lado la tristeza de la situación y enfrentarse a su jefe, quien parecía haberse quemado también en las brasas de ese fuego que se llevó a su esposa.

“esperaré hasta la tarde”, alzó la vista, “de lo contrario, ordenaré una exhaustiva investigación”, parecía poseído por el diablo, en sus ojos azules, llevaba una luz diferente.

“¿insinúa usted que el incendio fue provocado?”, aludida ante las acusaciones del rubio, se mostró ofendida.

“no insinúo nada, afirmo que usted debió cuidar de su reclusorio, directora, este tipo de accidentes no deberían ocurrir”, sin flaquear se enfrentó a ella, “queda advertida”, la amenazó por segunda vez, “muchachos, aquí no tenemos más que hacer”, su actitud intimidó a sus abogados, lo siguieron hasta fuera del reclusorio.

“¿qué procede, señor?”, Graham, mostrando su apoyo incondicional, preguntó después de que, entre él y su compañero, se pusieran de acuerdo en silencio, apoyarían cada decisión que tomara, era quien les pagaba.

Cuando se añora un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora