Capítulo 39

                                    

                                          

Mis sábanas, las revisan todas las mañanas.
Cada mañana Melisa Bukater, mi tía, entra a la habitación que comparto con William para ver si encuentran la famosa mancha de sangre que deja la evidencia de si ya se ha consumado el matrimonio y se sigue la búsqueda de un heredero. Cada mañana al no encontrar la dichosa mancha Melisa me otorga una cachetada en frente de William.
Justo como acaba de hacerlo.
El ardor escurre por mi rostro en conjunto con una sensación de hormigueo bastante molesta. Vuelvo a girar el rostro cuando ella me toma por la barbilla con fuerza y aprieto los dientes. Los ojos de Melisa me miran con enojo, tanto que puedo ver un anillo rojo alrededor de su pupila que se pierde en el abismo azul de sus irises.
William aprieta los labios a mi lado con la mirada perdida y las manos tras la espalda. No hace nada al respecto, no puede. Le exigí que dejara de meterse cuando la última vez que intentó defenderme Melisa casi le saca un ojo. Ahora tiene una cicatriz en la sien que le llega hasta la ceja izquierda.
—¿Crees que esto es un juego, Gretta? —Me habla entre dientes, yo solo puedo mirar sus ojos cargados de odio— Con cada día que pasa en el que tú no te embarazas solo aseguras la sentencia, no solo la mía sino de todo el clan Espinosa ¡¿Tanto te cuesta abrir las putas piernas?!
He descubierto muchas cosas de estas personas, todas ellas. Sé cómo piensan, cómo actúan y cómo reaccionarán a diversas situaciones. Melisa, por ejemplo, tiene serios problemas de ira no tratados. Le gusta causar daño, reacciona de forma violenta ante todo y grita como una histérica cuando se le acaba la paciencia.
Algo que claro es neurológicamente hablando típico de las mujeres Bukater, conmigo como excepción… Por el momento.
—¿Te crees que soy como tú que se las abres a todo el continente?
Otro golpe, esta vez me ha hecho tambalear y William me toma del brazo para evitar que caiga. La mira con severidad.
—Basta, déjala en paz.
—Y tu ¿Qué te pasa? —Se dirige a él— ¿Te faltan huevos para tomar el control? ¡Cómo no haya un heredero para el próximo año morirá toda tu familia!
Connor está loco por un heredero, y es que claro que la corte no aceptará un reinado que no sea con un Khoning a la cabeza para no romper el linaje. Connor quiere que tenga un bebé lo antes posible para luego arrebatármelo, asesinarme y criar a su manera al nuevo monarca.
Los dedos de William aprietan mi brazo ante la mención a su familia, y sé que no le importa tanto la vida de sus padres como la de Bona.
La cuestión es que, ellos no saben que mi anillo de castidad está en manos de otro hombre debido a que William me consiguió el de Bona para evitarme problemas con la corte. Por eso desde la noche de bodas han estado buscando señales de que ha pasado lo que tanto quieren.
Aunque fuera así no se darían cuenta, con Angel nunca sangré, así que...
Melisa me toma del otro brazo y me aleja bruscamente de William para tirarme en la cama, luego me señala con el dedo y yo solo puedo quedarme quieta.
Paciencia Gretta, ten paciencia.
—Quiero ver esa mancha para mañana por la mañana o la pasaras mal.
—¿Y qué me harán? ¿Eh? ¿Te crees que te tengo miedo?
—William no es el único hombre que habita en esta casa.
Me quedé muda ¿Acaso decía…?
—No eres capaz.
—¿De verdad no me crees capaz? —Amenazó— Hay muchos hombres en esta residencia, contando a los del servicio, los jardineros… Hasta los escoltas podrían realizar la tarea, no hay nada que el dinero no haga.